"Querida Dafne, estoy pasándolo increíble. Realmente no sé cómo expresarte que hayas venido conmigo y además de todo que quieras ser mi amiga."
"¡Ay,
Alejandro! ¡Yo también la estoy pasando increíble!" Exclamé, mis ojos
brillando con sinceridad. "De verdad, la cena, la música, la compañía...
¡todo es perfecto! Y no tienes que agradecerme por venir, ¡yo estoy encantada
de estar aquí! Además, ¿Cómo no querría ser tu amiga? Eres una persona súper
interesante y divertida." Sonreí, llevándome otra cucharada de la
deliciosa crema a la boca. "En serio, Alejandro, gracias por esta noche.
Es justo lo que necesitaba."
Justo en ese momento llegó el
segundo plato. Lo vieron y realmente se veía espléndido Alejandro le dijo a
Daphne. Oye, no sé queremos que se vaya a enfriar,
así que será mejor que empecemos.
"¡Wow,
Alejandro! ¡Esto se ve increíble!" Exclamó, sus ojos estaban brillando ante el
plato frente a ella. "¡Qué rico huele! En serio, tienes los mejores gustos
del mundo. No sé cómo le haces para encontrar lugares tan perfectos." Le
sonrió, tomando su tenedor con anticipación. "Mmm, ¿por dónde
empiezo?"
La cena continuó sin mayores
incidentes, una velada de charla amena y risas compartidas. Cuando llegó el
momento del postre, Dafne, con su gusto por lo clásico y elegante, optó por un
cremoso Crème Brûlée, mientras Alejandro, con una sonrisa enigmática,
eligió un Éclair . Ambos disfrutaron de sus dulces, acompañados
de capuchinos humeantes, el suave aroma a café y vainilla flotando en el aire.
Al terminar, Alejandro dejó su
servilleta a un lado, su mirada se encontró con la de Dafne, un brillo
particular en sus ojos. La luna llena, visible a través de los grandes
ventanales, parecía bendecir el momento.
"Dafne,
¿quieres bailar conmigo?"
Dafne volteó la cabeza, siguiendo
la dirección de la mirada de Alejandro. Varias parejas se movían suavemente en
la pequeña pista de baile del restaurante, la música del cuarteto de violines
invitando a cada paso. Una leve sonrisa apareció en sus labios.
"¡Oh,
Alejandro! ¡Qué linda idea! ¿Sabes bailar? ¡No pareces el tipo de chico que
iría a clases de baile, jajaja!" Se rio suavemente, una chispa juguetona
en sus ojos. "Pero sí, me encantaría. ¡Hace mucho que no bailo! ¿Qué
esperamos?"
Ambos se levantaron de la mesa,
el sonido melódico de los violines guiándolos hacia la pista de baile.
Alejandro, con una audacia que sorprendió a Dafne, la tomó firmemente por la
cintura y la guio al ritmo de la música. Sus pasos se encontraron con una facilidad
inesperada, y pronto giraban con fluidez entre las demás parejas.
"Dafne, bailas muy bien, no pensé que tuvieras unos
pies tan ligeros. Es como si hubiéramos bailado toda la vida." Su voz era
un susurro cerca de su oído, y su mirada, intensa, no se apartaba de la de
ella.
"¡Jajaja! ¡Tú tampoco te quedas atrás, eh, Alejandro! ¡Eres un bailarín increíble!" La risa de Dafne era ligera y genuina, contagiada por la emoción del momento. Se sentía cómoda en sus brazos, moviéndose al compás de la música. "Supongo que correr de fantasmas te da una agilidad extra. ¡Pero tienes razón, es como si tuviéramos años bailando juntos! ¡Esto es muy divertido!" Sus ojos brillaban, completamente absorbida por la magia del instante y el compás de la luna llena.
Dafne Blake apenas se estaba
dando cuenta, pero en lo más profundo de su ser, un sentimiento nuevo y
arrollador comenzaba a florecer. Se había enamorado de Alejandro, y ese
enamoramiento, irónicamente, sería su perdición.
La música del cuarteto de
violines se fundió en un segundo plano. Los ojos de Alejandro, intensos y
oscuros, buscaron los de Dafne mientras la sostenía cerca.
"Sabes
algo, y no sé si esto vaya a echar las cosas a perder, pero no puedo
contenerme."
Un silencio cargado de
electricidad flotó en el aire antes de que Alejandro se inclinara. Sus labios
se encontraron con los de Dafne en un beso. Ella no lo rechazó; al contrario,
se sumió por completo en el momento, sus ojos cerrándose suavemente. Era un
beso que había estado esperando desde el instante en que sus cuerpos se unieron
en el baile, un deseo silencioso ahora hecho realidad. La luna llena iluminaba
la escena, ajena al oscuro ritual que acababa de comenzar.
El beso se rompió, y una punzada
extraña, casi imperceptible, recorrió a Dafne. Fue como una minúscula descarga
eléctrica, un escalofrío fugaz que no duró más de un segundo. Por un instante,
sintió una lejana ligereza, como si una hebra invisible de su ser se estirara,
pero la sensación fue tan efímera que apenas pudo registrarla. Su visión
parpadeó, y por un microsegundo, el mundo pareció temblar.
Alejandro la sujetó con una
firmeza que Dafne no notó como inusual, su rostro una máscara de preocupación
apenas velada.
"¡¿Querida
Dafne?! ¿Estás bien?" Su voz sonó con una urgencia que rayaba en la
desesperación, pero sus ojos la escudriñaban con una intensidad fría, buscando
cualquier indicio.
Dafne parpadeó un par de veces,
sacudiendo ligeramente la cabeza, como si se despabilara de un breve mareo. La
extraña sensación había desaparecido tan rápido como llegó. Era como si su
mente intentara procesar algo que su cuerpo ya había olvidado.
"Sí...
sí, estoy bien, Alejandro." Se enderezó un poco, apoyándose
suavemente en él, antes de alejarse con una sonrisa tranquilizadora. "No sé qué fue eso... un pequeño mareo, creo. Quizás
el vino, o que me emocioné con el baile, ¡jajaja! Estoy perfecta, de verdad.
¡Qué susto te di!" Miró a Alejandro, sus ojos buscando la seguridad
en los de él, sin una pizca de sospecha. "Volvamos a la mesa, ¿quieres?
¡No quiero que se enfríe nuestro café!"
La cena había sido, en
apariencia, un éxito rotundo. El Chateaubriand y el Ossobuco habían sido tan
deliciosos como las reseñas prometían, y la conversación había fluido con una
facilidad que Dafne encontró encantadora. Ahora, mientras terminaban sus postres
—el Crème Brûlée de Dafne y el Éclair de Alejandro— y saboreaban los últimos
sorbos de sus capuchinos humeantes, una sensación de calidez y satisfacción
llenaba la mesa.
"Dafne, esta noche ha superado todas mis expectativas. En serio, no solo la comida y la música, sino... tu compañía. Es algo que valoro mucho." Su voz era suave, casi íntima, y sus ojos se posaban en ella con una intensidad que, para Dafne, era simplemente una muestra de su aprecio. "Me siento tan a gusto contigo, como si pudiera hablarte de cualquier cosa. Eres... eres diferente, Dafne."
"¡Ay, Alejandro! ¡Me vas a hacer sonrojar de
verdad!" Reí, sintiendo un cálido rubor en mis mejillas. "Yo también
la he pasado increíble. No sabes lo bien que me ha venido esta noche, de
verdad. Y sí, siento exactamente lo mismo contigo. Hay algo en ti que... me
hace sentir que puedo ser yo misma. ¡Es tan fácil hablar contigo! Tú también
eres muy diferente, de la mejor manera. ¡Espero que podamos hacer esto más
seguido!"
Alejandro miro su taza de
capuchino, una pequeña sonrisa formándose en sus labios. La luna llena seguía
brillando majestuosa afuera, y por un momento, lo vimos disfrutar de la simple
y perfecta felicidad del instante, ajena al verdadero juego que se
desarrollaba.
La Mañana Siguiente: Un Plan
en Marcha
La mañana siguiente, Alejandro
despertó con una euforia apenas contenida. La luna llena había cumplido su
parte. Ahora tenía alrededor de quince días hasta la luna nueva, el plazo final
para la transformación. La realidad de vender su alma le mordisqueaba el miedo,
un escalofrío que intentaba ignorar. Pero ya estaba hecho, no había vuelta
atrás. No podía permitirse que algo terrible le sucediera por no cumplir;
además, la vida de Dafne... era algo con lo que había soñado desde que la vio
por primera vez hacía casi un año. Le gustaban otras chicas, sí, pero fue con
Dafne con quien empezó a fantasear en ser ella.
Una vez terminados sus quehaceres
matutinos, tomó su teléfono y marcó el número de Dafne, la voz rebosante de una
preocupación fabricada.
"¡Hola,
Preciosa! Buen día. Espero no te haya despertado, aunque para ser sábado, quizá
duermas hasta más tarde. Pero estaba preocupado por lo que pasó ayer, ¿estás
bien?"
"¡Ay,
Alejandro! ¡Qué lindo que me llamas! No, para nada, ya estaba despierta. ¡Soy
de las que aprovechan el sábado por la mañana! Jajaja. Y sí, estoy
perfectamente bien, no te preocupes. ¡Fue solo un pequeño mareo, creo! Ya ni me
acuerdo bien. ¿Tú estás bien? No te vi muy preocupado ayer en la cena, ¡me
hiciste sentir fatal!" La voz de Dafne sonaba clara y animada, sin rastro
de la extraña sensación de la noche anterior. "De hecho, amanecí con una
energía tremenda, ¡como si pudiera resolver tres misterios antes del almuerzo!
¿Qué planes tienes para tu sábado?"
Alejandro: "La verdad, no tengo nada. Iba a ver alguna serie,
o quizá jugar videojuegos, porque aunque tengo algo de trabajo, no me apetece
hacerlo hoy, mejor mañana domingo, ¿y tú?"
Dafne: "¡Ay, Alejandro! ¡Suenas como yo los domingos por
la tarde! Jajaja. Pues fíjate que yo sí tengo un plan... bueno, un posible
plan. Fred, Vilma, Shaggy y Scooby están pensando en ir a revisar un antiguo
teatro abandonado aquí en el centro. Se rumorea que está embrujado por el
fantasma de una actriz trágica, y ya sabes cómo son ellos con los
misterios."
"Estoy
pensando en unirme a ellos, ya sabes, para ver si hay una buena historia que
investigar para la universidad. ¡Una periodista siempre necesita primicias,
incluso si involucran espectros! Pero aún no es seguro, es más una idea. Si no
voy, quizás me quede aquí en el campus a leer y ponerme al día con algunas
cosas. ¿Te apetece hacer algo después, si no me voy al teatro?"
Alejandro: "Pues me encantaría acompañarte al teatro, si no es
molestia para ti." La voz de Alejandro sonó con un entusiasmo
cuidadosamente modulado, una mezcla perfecta de interés genuino y calculada
oportunidad.
Dafne: "¡Ay, Alejandro! ¡Para nada! ¡Sería genial que
vinieras!" Exclamé, mis ojos azules brillando ante la idea. "De
verdad, es un plan perfecto. Así no estoy sola lidiando con fantasmas... ¡y
Scooby a veces necesita un empujón para ser valiente! Además, podría ser muy
divertido tener tu perspectiva 'legal' sobre un misterio paranormal, ¡quizás
descubres alguna laguna en la ley fantasma! Jajaja.
"Te
aviso en cuanto Fred confirme la hora, ¿vale? Estoy casi segura de que les
encantará la idea de que vengas. ¡Será una aventura diferente para ti!"
Alejandro: "Sí, a mí también." Alejandro
asintió, una sonrisa apenas perceptible cruzando sus labios. Pensó que sería
crucial ir conociendo a los amigos de Dafne. Si él iba a ser ella, era
vital comprender cómo interactuaban entre sí, absorber cada matiz de su
dinámica grupal. Sería una parte fundamental de su 'nueva vida'.
Dafne: "¡Genial! Me da mucho gusto. Ya verás, mi pandilla
es un poco... peculiar, pero son los mejores. Fred es el líder y el que siempre
tiene un plan. Vilma es la súper cerebrito, la que descifra todas las pistas.
Shaggy y Scooby... bueno, ellos son la parte 'valiente' que siempre huye, ¡pero
también los más leales! Jajaja. Será divertido tenerte con nosotros. ¡Así
tenemos un par de ojos extra para buscar pistas y otro par de piernas para
correr si las cosas se ponen espeluznantes!" (Mi voz sonaba emocionada. De
verdad me alegraba que Alejandro quisiera unirse. Sería una dinámica diferente
y, quién sabe, ¡quizás hasta nos ayudaba a resolver el misterio del fantasma
del teatro más rápido!)
La Pandilla se Reúne
La hora citada llegó, y Alejandro
se unió a la pandilla de Dafne frente al imponente y algo decrépito Teatro
Olimpo, un edificio antiguo que parecía susurrar historias de glorias
pasadas y secretos ocultos. Fred, Vilma, Shaggy y, por supuesto, Scooby,
estaban ya esperando.
Alejandro: "¡Mucho
gusto! Mi nombre es Alejandro Villa, y estudio Leyes. Soy amigo de Dafne."
Su voz era cordial, su sonrisa encantadora mientras ofrecía su mano a cada uno.
"Por cierto, he traído unas botanas. Sé que hay personas aquí con mucha
hambre siempre," añadió con un guiño, observando a Shaggy y Scooby.
Fred lo miró con ojos
entrecerrados, un matiz de celos apenas disimulado. No podía creer lo bien que
este recién llegado se llevaba con Dafne. Vilma, por su parte, lo observaba con
una curiosidad analítica, como quien examina un espécimen bajo un microscopio,
su mente ya procesando datos. Shaggy y Scooby, ajenos a las tensiones
subyacentes, estaban absolutamente encantados con las botanas y aceptaron a
Alejandro de inmediato, sus colas batiendo con entusiasmo.
Dafne: "¡Chicos,
él es Alejandro! ¡Les conté que vendría! ¡Alejandro, ellos son Fred, Vilma,
Shaggy y, por supuesto, mi amigo, Scooby-Doo!" Exclamé, radiante,
sin notar la ligera tensión en el aire entre Fred y Alejandro, ni la mirada
escrutadora de Vilma. "¡Y Alejandro trajo botanas! ¡Ya ven, les dije que
era genial!" (Sonreí, dándole a Alejandro un amistoso codazo.
"¡Gracias por las botanas, Alejandro! ¡Eres el salvador de Shaggy y
Scooby!")
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El Misterio del Teatro Olimpo
El viejo Teatro Olimpo se alzaba
sombrío bajo el cielo de la Ciudad de México, sus ventanas rotas como ojos
vacíos, y su marquesina descolorida anunciando espectáculos de antaño. El rumor
de una actriz fantasma, supuestamente la trágica diva de ópera Elara Vargas,
era el cebo perfecto para la curiosidad de la pandilla.
Al entrar, un escalofrío húmedo y
mohoso los recibió. El polvo cubría cada superficie, y el aire olía a abandono.
Shaggy y Scooby, ya nerviosos, se aferraban a las botanas de Alejandro.
Fred: "Bien, equipo, según la leyenda, Elara Vargas
aparece en el escenario principal, cantando arias fantasmales. Dividámonos.
Vilma y yo revisaremos el escenario y los camerinos. Shaggy y Scooby, ustedes
busquen algo de comida... digo, ¡pistas en el vestíbulo! Dafne, Alejandro, ¿qué
tal si revisan la tramoya y los niveles superiores? Ahí es donde suelen
esconderse los tramposos."
Dafne asintió con entusiasmo,
jalando ligeramente a Alejandro por el brazo.
Dafne: "¡Perfecto,
Fred! ¡Alejandro y yo seremos el equipo 'alturas'!"
Mientras Vilma y Fred comenzaban
su meticulosa búsqueda, y Shaggy y Scooby se aventuraban con cautela por el
vestíbulo, Dafne y Alejandro subieron por una escalera de caracol chirriante
hacia la compleja red de tramoyas y pasarelas suspendidas sobre el escenario.
La luz que se colaba por las claraboyas apenas iluminaba el polvo danzante.
Dafne: "¡Uf,
aquí arriba huele aún más a encierro! Pero mira, Alejandro, ¡qué vista tan
impresionante del escenario! Es como ver un mundo diferente desde aquí.
¡Imagínate todas las obras que se representaron aquí!"
De repente, un gemido lúgubre
resonó desde las profundidades del escenario, seguido de una nota de soprano
etérea que pareció flotar por los pasillos.
Shaggy (gritando desde abajo):
"¡Zoinks! ¡Es la fantas-"
Scooby (aullando): "¡Ruh-roh!"
Dafne: "¡Guau!
¡Eso sí que fue dramático! Suena como si la 'diva fantasma' estuviera haciendo
su debut." Dafne intentó sonar valiente, pero un escalofrío real la
recorrió. "Aunque... esa voz suena demasiado... real para un
fantasma."
Alejandro, por su parte, había
estado observando detenidamente las poleas y cuerdas. Sus ojos, ahora más
agudos, notaron una serie de pequeñas muescas frescas en una de las
cuerdas que sostenía un telón pesado, y una sutil capa de polvo perturbada en
el suelo debajo de un panel de control manual.
Alejandro: "Espera,
Dafne. Esa no es la voz de un fantasma. Es... demasiado controlada. Y mira
esto." Él la guio suavemente hacia el panel de control. "Estas marcas
en la cuerda y el polvo levantado. Alguien ha estado usando este sistema de
tramoya recientemente. Y dudo que un fantasma necesite poleas para
aparecer." Su mente legal, acostumbrada a la lógica y la evidencia, ya
estaba atando cabos. "El sonido... debe venir de algún lugar con
amplificación, o directamente de una persona."
Justo entonces, un repentino foco
de luz se encendió en el escenario, revelando una silueta alta y esbelta
con un vestido de época. La voz de soprano volvió a resonar, ahora más clara,
pero con un extraño eco metálico.
Fred
(desde abajo): "¡Ahí está! ¡El
fantasma de Elara Vargas!"
Vilma: "Pero la
reverberación... es demasiado artificial."
Alejandro: "¡Ya
lo tengo!" exclamó Alejandro, una chispa de brillantez en sus ojos.
"¡Dafne, el eco! No viene del fantasma, sino de los conductos de
ventilación. ¡Alguien está usando el sistema de sonido del teatro desde las
alturas para proyectar la voz y darle ese efecto etéreo! Y esas muescas... son
para bajar a alguien en el escenario. El 'fantasma' es una persona."
Rápidamente, se movió hacia una
trampilla cercana que daba a un pequeño cuarto de proyección de sonido
abandonado. Abrió la puerta de golpe, revelando a un hombre delgado con unos
auriculares y un pequeño reproductor de sonido, junto a un micrófono conectado
al sistema del teatro. A su lado, un proyector de luz estroboscópica creaba el
efecto fantasmal en el escenario.
Alejandro: "¡Eureka!
¡Aquí está tu fantasma, Fred! ¡No es Elara Vargas, es el Sr. Gutiérrez, el
antiguo conserje del teatro!"
El hombre, sorprendido, intentó
huir, pero Fred y Shaggy, alertados por el descubrimiento de Alejandro, lo
interceptaron rápidamente. Vilma ya estaba analizando el equipo de sonido.
Sr. Gutiérrez: "¡Maldita sea! ¡Me descubrieron! Solo quería que
la gente volviera a interesarse por el teatro... Decían que estaba maldito, así
que pensé en hacer que fuera realmente aterrador para que la leyenda
atrajera a los curiosos y luego pudiera comprarlo barato y restaurarlo."
Vilma: "Y este equipo de sonido portátil es lo que le dio a su 'voz de
fantasma' ese efecto. Muy ingenioso, Sr. Gutiérrez."
Dafne "¡Alejandro,
eso fue increíble!" Dafne lo miró con admiración, sus ojos brillando aún
más. "¡Fuiste tan rápido! ¡Cómo te diste cuenta de todo eso con solo unas
muescas y un eco! ¡Esto será una primicia fantástica para mi artículo!"
La solución del misterio,
orquestada en gran parte por la perspicacia de Alejandro, dejó a Fred un poco a
la defensiva, a Vilma con una nueva admiración, y a Shaggy y Scooby más
aliviados por haber comido botanas que por la resolución del caso.
Alejandro sonrió, satisfecho. No
solo había resuelto un misterio, sino que había demostrado su valía ante Dafne
y su pandilla. Una parte más de la vida de Dafne estaba ahora al alcance de su
mano.
Mientras la pandilla felicitaba a
Vilma por su análisis del equipo de sonido, y Fred, aunque un poco malhumorado
por no haber sido el primero en resolver el misterio, supervisaba la situación,
Alejandro se acercó a Dafne, su mirada intensa y decidida.
Alejandro: "Dafne,
¿me quieres acompañar un momento?"
Sin esperar respuesta, Alejandro
tomó suavemente la mano de la chica, guiándola con una delicadeza inesperada
hacia un rincón más apartado del viejo teatro, lejos de las luces y las voces
de sus amigos. La tenue luz de un tragaluz lejano los envolvía.
Alejandro: "Perdón,
pero no puedo contenerme."
Sus ojos se encontraron, y antes
de que Dafne pudiera reaccionar, Alejandro la volvió a besar. Esta vez, fue un
beso más profundo, más urgente. Dafne se sorprendió, sus ojos abriéndose por un
instante, pero la sorpresa rápidamente dio paso a una corriente de emoción. No
lo rechazó; al contrario, se entregó al momento, sus labios respondiendo con
una pasión que la tomó por asalto. En ese beso, la extraña conexión que sentía
por Alejandro se hizo más intensa, más innegable, sellando aún más su destino.
El aire en el viejo Teatro Olimpo se cargó de una electricidad diferente a la del misterio recién resuelto. Los susurros de las tablas y el eco de las risas de la pandilla se desvanecieron ante el segundo beso de Alejandro y Dafne. Sus labios se unieron de nuevo, esta vez con una intensidad aún mayor.
Dafne, sorprendida por la audacia
de Alejandro pero arrastrada por una fuerza irresistible, respondió con una
pasión que la tomó por completo. Sus brazos se deslizaron alrededor de su
cuello, acercándolo aún más. El mundo exterior se disolvió, dejando solo la
cálida presión de sus labios y el latido acelerado de su propio corazón. En ese
beso prolongado, sellado en las sombras cómplices del antiguo teatro, Dafne
sintió una conexión innegable, un nuevo capítulo abriéndose ante ella, sin
sospechar que cada caricia era una cuerda más en el intrincado plan de
Alejandro.
El segundo beso en el Teatro
Olimpo fue diferente. Mientras sus labios se unían, un escalofrío recorrió a
Alejandro, uno que no era de triunfo, sino de una confusión inesperada. Se
suponía que solo era parte del plan, un paso más hacia su objetivo final: la
vida de Dafne. Pero al sentir la calidez de sus labios, la suavidad de su
respuesta, algo en él cambió. Una punzada, extraña y profunda, se instaló en su
pecho.
Se estaba enamorando de Dafne.
¡Sí! De esa misma chica a la que
quería robarle la vida. La idea lo golpeó con la fuerza de un rayo, una ironía
cruel y devastadora. Era demasiado tarde. El intercambio había comenzado con la
luna llena, un proceso irreversible que culminaría con la luna nueva. No había
nada que pudiera hacer para detenerlo ahora. El destino que había forjado con
sus propias manos, el sueño por el que había sacrificado su alma, ahora venía
acompañado de un sentimiento que lo desgarraba por dentro. El beso continuó,
pero para Alejandro, cada caricia era ahora un sabor agridulce, una mezcla de
deseo y una agonía silenciosa.
El día que la envidia corroyó a un admirador
de Dafne Blake Parte 1
Chale, yo esperaba el cambio
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