El Gran Cambio Multiversal
El vacío era lo primero que notó. No el vacío del espacio, sino el del tiempo y el ser. Un segundo, el trapecio de su mundo se balanceaba bajo sus pies, el aire frío de Gotham rozaba su máscara. Al siguiente, un destello cegador y el vacío. Cuando la conciencia regresó, fue como emerger de un océano profundo, el agua densa y ajena.
Abrió los ojos. No eran los suyos. No la claridad de sus ojos azules, sino una mirada ambarina y cansada que reflejaba la luz de un sol diferente. La niebla del alcohol y el aroma a sake flotaban en el aire. Estaba sentada. Demasiado bajo para su gusto, en un banco de madera, con una botella vacía sobre una mesa. Y sus manos... no eran sus manos. No las callosas, ágiles y jóvenes manos de Dick Grayson, sino unas manos de mujer, firmes pero suaves, adornadas con una manicura elegante.
Un nudo se le formó en el estómago. La confusión inicial dio paso a una alarma silenciosa, pero el instinto de detective de la Bat-familia se impuso. No entró en pánico. El pánico mata. Se centró en la situación. Observó la ropa: un kimono holgado sobre una camisa oscura. El cuerpo se sentía... pesado. Y alto. Muy alto. Y la figura... definitivamente no era la de un hombre. La ola de desconcierto fue inmensa. ¿Qué demonios ha pasado? ¿Quién soy... yo?
Intentó ponerse de pie. Sus músculos, tan familiares en su vida anterior, se movieron de forma diferente. Era un cuerpo adulto, con el poder de una mujer que había vivido décadas. Cada movimiento era una novedad, una coreografía extraña que tuvo que aprender sobre la marcha. La cabeza le daba vueltas. A pesar del desconcierto de ser una mujer y algo madura, Dick se obligó a analizar su entorno. El local era un bar de mala muerte, ruidoso y lleno de gente. Los extraños tatuajes en la frente de los camareros, la vestimenta de los clientes, y un símbolo en la pared que parecía un abanico... todo era desconocido. No era Gotham, ni Star City, ni ninguna ciudad de su Tierra.
Se levantó con cautela. La voz, cuando intentó hablar, fue un susurro ronco, pero profundo, resonando con la autoridad y la experiencia de una mujer adulta. Se dio cuenta de que no solo había cambiado de cuerpo, sino de universo. Lo que fuera que lo hubiera traído hasta aquí, era de una escala multiversal.
Salió del bar, la luz del sol golpeando su rostro. Un rostro que vio reflejado en el cristal de un escaparate: una mujer de cabello rubio, largo y lacio, con dos mechones que caían sobre su frente, una línea morada en la cara y esos ojos ambarinos. La imagen le resultó extrañamente familiar de un anime que había visto en su juventud: Tsunade, la Hokage. Oh, no
... El horror y la incredulidad se mezclaron con su calma analítica. He cambiado de cuerpo con una líder de otro mundo. Y por el aspecto, ella es de una edad considerable.
Caminó por las calles, el peso de los senos y el movimiento de las caderas una distracción constante. Pero luego, se detuvo en seco. Dos hombres chocaron con ella. Un simple empujón. Instintivamente, la mano de Dick se levantó. Y lo que salió no fue un puñetazo, sino un torrente de energía verde que hizo que los hombres salieran volando contra un muro, dejándolos inconscientes.
Dick se quedó mirando su mano, atónito. ¿Qué ha sido eso?
No era un movimiento que él hubiera memorizado, pero su cuerpo lo había hecho sin pensar. Era como si la memoria muscular de Tsunade fuera un programa informático incrustado en su carne, accesible a voluntad. Lo intentó de nuevo, concentrando el poder en su puño. El control era instintivo, el chakra fluyendo con una facilidad asombrosa. Podía sentir la fuerza, la curación, la destrucción, como si siempre hubiera sido parte de él.
Una sonrisa amarga se dibujó en sus labios, una que era suya, pero en un rostro ajeno. Ok, Dick, detective
, se dijo a sí mismo. No eres un niño, eres una mujer. No estás en tu mundo, estás en el de un mujer adulta. Y por alguna razón, este cuerpo sabe cómo pelear y usar movimientos... creo que se llaman Jutsus, eso me dice mi memoria y de una manera que te supera
.
La situación era desconcertante, pero sus habilidades como detective lo mantuvieron anclado. Lo primero era entender el cómo
y el por qué
. ¿Un artefacto mágico? ¿Una anomalía multiversal? ¿Quién estaba detrás de esto? Lo segundo era el qué
. ¿Cómo operan las cosas aquí? ¿Quiénes son los jugadores clave? Necesitaba información. Y por último, el dónde
. ¿Dónde estaba Tsunade? ¿Estaba ella en su cuerpo, en su mundo? La idea lo heló por un momento.
Se frotó la frente, ajustando los pensamientos. La calma se había establecido por completo. Era una situación imposible, digna de un cómic, pero era real. Y si había algo que Dick Grayson sabía hacer, era resolver misterios, sin importar lo extraños que fueran. Y ahora tenía a su disposición el arsenal de una de las ninjas más poderosas del mundo.
Está bien
, pensó, mirando de nuevo su reflejo en el cristal. Mi nombre es Dick Grayson. Mi mente dice que este cuerpo es el de Tsunade Senju. Mi misión... es volver a casa. Y en el camino, voy a averiguar todo sobre este mundo, y sobre los Jutsus que ahora manejo. Esto es... esto es un gran desafío.
Y por primera vez desde que abrió los ojos, sintió la emoción de un nuevo caso, uno que pondría a prueba no solo su mente de detective, sino también los inesperados poderes que su nuevo cuerpo le ofrecía.
El sol se ponía sobre una aldea que él no reconocía. El aire olía a tierra mojada y a especias exóticas. A su alrededor, la gente se movía con una ligereza inusual, muchos de ellos con la misma banda con el símbolo del abanico que había visto en el bar. Se sentía como un mundo aparte, una cultura completamente ajena. Pero el instinto del detective en él no le permitía entrar en pánico; solo le urgía a observar, analizar y recopilar datos.
El cuerpo... el cuerpo era el enigma más grande. Se detuvo frente a un estanque, su reflejo lo devolvió con la imagen de una mujer de cabello rubio, unos ojos ambarinos que le resultaban extraños y un semblante que parecía cansado. Un rombo violeta brillaba sobre su frente. No tenía idea de lo que significaba, pero lo memorizó. Era como si estuviera viendo el rostro de un fantasma. ¿Esta es quien soy ahora, Tsnunade Senju?
se preguntó mentalmente.
Caminó por las calles, el peso del cuerpo y el movimiento de sus curvas femeninas seguían siendo una distracción constante. Intentó disimularlo, adoptando una postura que le diera más estabilidad. Fue en ese momento que la escuchó.
"¡Shishou! ¡Ahí estás!"
La voz era vibrante y dulce. Una joven se acercó, de cabello rosa y una expresión radiante, llevaba la misma banda en la frente que los demás, pero con el símbolo de una hoja. Se paró frente a él, con una sonrisa de alivio. "¡Te estaba buscando! Pensé que te habías ido a otra ronda de sake". Su tono era familiar, respetuoso, pero con un matiz de reproche juguetón. "No te ves muy bien, Shishou. ¿Estás enferma? Pareces un poco... pálida."
Dick se quedó en silencio, procesando la información. La chica lo llamaba "Shishou", una palabra que sonaba a "maestra". Ella parecía preocupada por su salud y por su comportamiento, sugiriendo que "su" yo original era conocida por beber. Y, lo más importante, se llamaba Sakura. Eso fue lo primero que logró deducir.
El detective, en su mente, se puso en marcha. Soy su maestra. Y tengo un problema
. La posibilidad de que un médico lo revisara era un riesgo inaceptable. Su cuerpo podría reaccionar de manera inesperada, y cualquier inconsistencia podría exponerlo.
"No, Sakura, estoy bien", dijo, la voz femenina saliendo de su garganta con una fuerza que lo sorprendió. "Solo... estoy agotada. Necesito unos días para descansar. Demasiados informes, demasiadas reuniones." Se frotó la frente, un gesto que esperaba se viera como genuino. "Necesito paz. Sin interrupciones. Por favor, considera mi condición como una orden. Necesito espacio para... aclarar mis pensamientos."
La chica asintió, aunque sus ojos verdes no dejaban de analizarlo. "Entendido, Shishou. Asegúrate de descansar bien. La aldea te necesita."
Esa última frase lo golpeó con fuerza. La aldea te necesita. Soy la líder de esta aldea
, concluyó. Y la prueba, el poder que había usado instintivamente en el bar, la energía que ahora fluía dentro de él, le confirmaba que era una figura de poder en este mundo.
Se dirigió a la que dedujo que era su casa, un complejo residencial grande y bien cuidado, que contrastaba con su propio departamento en Blüdhaven. El aseo personal fue un calvario de descubrimiento. Un cuerpo femenino que no reconocía, movimientos que se sentían extraños, y un cabello rubio largo que lo irritaba por lo mucho que se enredaba. El simple acto de vestirse con un kimono era un rompecabezas. Los cosméticos los dejó de lado; eran una distracción de su misión.
Sus "días de descanso" se convirtieron en un periodo de intensa investigación. En la oficina que descubrió que era la quinta Hokage, encontró pergaminos y documentos que explicaban el sistema de gobierno, la jerarquía de los "shinobis", las misiones, los acuerdos entre las diferentes aldeas ninja y los riesgos actuales. Comprendió el inmenso peso de la responsabilidad que ahora cargaba. Era un hecho, era la Quinta Hokage, la líder.
En el patio trasero de la residencia, comenzó a practicar. El cuerpo de Tsunade era una caja de Pandora de poder. Cerró los ojos y se concentró, tal como había aprendido en sus años como acróbata, a ser consciente de cada músculo. El chakra, la energía vital de este mundo, fluyó con facilidad. Pudo concentrarlo en sus puños, en sus dedos, y manipularlo de formas que su mente no podía comprender, pero que su cuerpo ejecutaba con una facilidad instintiva. Con un golpe, destruyó un árbol. Con un simple toque, curó una herida menor en su mano. Era una fuerza increíble.
La noche cayó. Sentado en la silla del Hokage, con la luna iluminando su rostro a través de la ventana, Dick Grayson se enfrentó a la verdad. No estaba en un sueño, no era una ilusión. Estaba atrapado en el cuerpo de una mujer poderosa en un mundo que no conocía. No sabía cómo había llegado allí ni cómo regresar. Pero una cosa era segura: hasta que encontrara el camino de vuelta, tendría que hacerse pasar por Tsunade. Tendría que asumir el papel de líder, defender esta aldea y controlar los poderes que ahora poseía.
Muy bien, Dick
, se dijo a sí mismo, con la voz grave de Tsunade resonando en la oficina. Este es el caso más extraño de tu vida. Hora de ser un detective, una líder y un maestro de jutsus. O lo que sea que sean
. La historia de Tsunade, la "gran ninja" que todos esperaban, había terminado. Y la del detective de Gotham en el cuerpo de la Hokage, acababa de empezar.
¿CONTINUARA?... (si hay algunos comentarios que así lo quieran)
Comentar no te cuesta mas que un minuto de tu tiempo y motivas al creador
Buenísima!! Si continua la historia por favor.
ResponderBorrarWow, esto si que es un mega evento!!
ResponderBorrarYa quiero ver todo lo que viene!
Wow, esto si que es un mega evento!!
ResponderBorrarYa quiero ver todo lo que viene!