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martes, 29 de julio de 2025

El día que la envidia corroyó a un admirador de Dafne Blake parte 2


 

"Querida Dafne, estoy pasándolo increíble. Realmente no sé cómo expresarte que hayas venido conmigo y además de todo que quieras ser mi amiga."

"¡Ay, Alejandro! ¡Yo también la estoy pasando increíble!" Exclamé, mis ojos brillando con sinceridad. "De verdad, la cena, la música, la compañía... ¡todo es perfecto! Y no tienes que agradecerme por venir, ¡yo estoy encantada de estar aquí! Además, ¿Cómo no querría ser tu amiga? Eres una persona súper interesante y divertida." Sonreí, llevándome otra cucharada de la deliciosa crema a la boca. "En serio, Alejandro, gracias por esta noche. Es justo lo que necesitaba."

Justo en ese momento llegó el segundo plato. Lo vieron y realmente se veía espléndido Alejandro le dijo a Daphne. Oye, no sé queremos que se vaya a enfriar, así que será mejor que empecemos.

"¡Wow, Alejandro! ¡Esto se ve increíble!" Exclamó, sus ojos estaban brillando ante el plato frente a ella. "¡Qué rico huele! En serio, tienes los mejores gustos del mundo. No sé cómo le haces para encontrar lugares tan perfectos." Le sonrió, tomando su tenedor con anticipación. "Mmm, ¿por dónde empiezo?"

La cena continuó sin mayores incidentes, una velada de charla amena y risas compartidas. Cuando llegó el momento del postre, Dafne, con su gusto por lo clásico y elegante, optó por un cremoso Crème Brûlée, mientras Alejandro, con una sonrisa enigmática, eligió un Éclair . Ambos disfrutaron de sus dulces, acompañados de capuchinos humeantes, el suave aroma a café y vainilla flotando en el aire.

Al terminar, Alejandro dejó su servilleta a un lado, su mirada se encontró con la de Dafne, un brillo particular en sus ojos. La luna llena, visible a través de los grandes ventanales, parecía bendecir el momento.

"Dafne, ¿quieres bailar conmigo?"

Dafne volteó la cabeza, siguiendo la dirección de la mirada de Alejandro. Varias parejas se movían suavemente en la pequeña pista de baile del restaurante, la música del cuarteto de violines invitando a cada paso. Una leve sonrisa apareció en sus labios.

"¡Oh, Alejandro! ¡Qué linda idea! ¿Sabes bailar? ¡No pareces el tipo de chico que iría a clases de baile, jajaja!" Se rio suavemente, una chispa juguetona en sus ojos. "Pero sí, me encantaría. ¡Hace mucho que no bailo! ¿Qué esperamos?"

Ambos se levantaron de la mesa, el sonido melódico de los violines guiándolos hacia la pista de baile. Alejandro, con una audacia que sorprendió a Dafne, la tomó firmemente por la cintura y la guio al ritmo de la música. Sus pasos se encontraron con una facilidad inesperada, y pronto giraban con fluidez entre las demás parejas.

"Dafne, bailas muy bien, no pensé que tuvieras unos pies tan ligeros. Es como si hubiéramos bailado toda la vida." Su voz era un susurro cerca de su oído, y su mirada, intensa, no se apartaba de la de ella.

 "¡Jajaja! ¡Tú tampoco te quedas atrás, eh, Alejandro! ¡Eres un bailarín increíble!" La risa de Dafne era ligera y genuina, contagiada por la emoción del momento. Se sentía cómoda en sus brazos, moviéndose al compás de la música. "Supongo que correr de fantasmas te da una agilidad extra. ¡Pero tienes razón, es como si tuviéramos años bailando juntos! ¡Esto es muy divertido!" Sus ojos brillaban, completamente absorbida por la magia del instante y el compás de la luna llena.

Dafne Blake apenas se estaba dando cuenta, pero en lo más profundo de su ser, un sentimiento nuevo y arrollador comenzaba a florecer. Se había enamorado de Alejandro, y ese enamoramiento, irónicamente, sería su perdición.

La música del cuarteto de violines se fundió en un segundo plano. Los ojos de Alejandro, intensos y oscuros, buscaron los de Dafne mientras la sostenía cerca.

"Sabes algo, y no sé si esto vaya a echar las cosas a perder, pero no puedo contenerme."

Un silencio cargado de electricidad flotó en el aire antes de que Alejandro se inclinara. Sus labios se encontraron con los de Dafne en un beso. Ella no lo rechazó; al contrario, se sumió por completo en el momento, sus ojos cerrándose suavemente. Era un beso que había estado esperando desde el instante en que sus cuerpos se unieron en el baile, un deseo silencioso ahora hecho realidad. La luna llena iluminaba la escena, ajena al oscuro ritual que acababa de comenzar.


El beso se rompió, y una punzada extraña, casi imperceptible, recorrió a Dafne. Fue como una minúscula descarga eléctrica, un escalofrío fugaz que no duró más de un segundo. Por un instante, sintió una lejana ligereza, como si una hebra invisible de su ser se estirara, pero la sensación fue tan efímera que apenas pudo registrarla. Su visión parpadeó, y por un microsegundo, el mundo pareció temblar.

Alejandro la sujetó con una firmeza que Dafne no notó como inusual, su rostro una máscara de preocupación apenas velada.

"¡¿Querida Dafne?! ¿Estás bien?" Su voz sonó con una urgencia que rayaba en la desesperación, pero sus ojos la escudriñaban con una intensidad fría, buscando cualquier indicio.

Dafne parpadeó un par de veces, sacudiendo ligeramente la cabeza, como si se despabilara de un breve mareo. La extraña sensación había desaparecido tan rápido como llegó. Era como si su mente intentara procesar algo que su cuerpo ya había olvidado.

"Sí... sí, estoy bien, Alejandro." Se enderezó un poco, apoyándose suavemente en él, antes de alejarse con una sonrisa tranquilizadora. "No sé qué fue eso... un pequeño mareo, creo. Quizás el vino, o que me emocioné con el baile, ¡jajaja! Estoy perfecta, de verdad. ¡Qué susto te di!" Miró a Alejandro, sus ojos buscando la seguridad en los de él, sin una pizca de sospecha. "Volvamos a la mesa, ¿quieres? ¡No quiero que se enfríe nuestro café!"

La cena había sido, en apariencia, un éxito rotundo. El Chateaubriand y el Ossobuco habían sido tan deliciosos como las reseñas prometían, y la conversación había fluido con una facilidad que Dafne encontró encantadora. Ahora, mientras terminaban sus postres —el Crème Brûlée de Dafne y el Éclair de Alejandro— y saboreaban los últimos sorbos de sus capuchinos humeantes, una sensación de calidez y satisfacción llenaba la mesa.

"Dafne, esta noche ha superado todas mis expectativas. En serio, no solo la comida y la música, sino... tu compañía. Es algo que valoro mucho." Su voz era suave, casi íntima, y sus ojos se posaban en ella con una intensidad que, para Dafne, era simplemente una muestra de su aprecio. "Me siento tan a gusto contigo, como si pudiera hablarte de cualquier cosa. Eres... eres diferente, Dafne."

"¡Ay, Alejandro! ¡Me vas a hacer sonrojar de verdad!" Reí, sintiendo un cálido rubor en mis mejillas. "Yo también la he pasado increíble. No sabes lo bien que me ha venido esta noche, de verdad. Y sí, siento exactamente lo mismo contigo. Hay algo en ti que... me hace sentir que puedo ser yo misma. ¡Es tan fácil hablar contigo! Tú también eres muy diferente, de la mejor manera. ¡Espero que podamos hacer esto más seguido!"

Alejandro miro su taza de capuchino, una pequeña sonrisa formándose en sus labios. La luna llena seguía brillando majestuosa afuera, y por un momento, lo vimos disfrutar de la simple y perfecta felicidad del instante, ajena al verdadero juego que se desarrollaba.

La Mañana Siguiente: Un Plan en Marcha

La mañana siguiente, Alejandro despertó con una euforia apenas contenida. La luna llena había cumplido su parte. Ahora tenía alrededor de quince días hasta la luna nueva, el plazo final para la transformación. La realidad de vender su alma le mordisqueaba el miedo, un escalofrío que intentaba ignorar. Pero ya estaba hecho, no había vuelta atrás. No podía permitirse que algo terrible le sucediera por no cumplir; además, la vida de Dafne... era algo con lo que había soñado desde que la vio por primera vez hacía casi un año. Le gustaban otras chicas, sí, pero fue con Dafne con quien empezó a fantasear en ser ella.

Una vez terminados sus quehaceres matutinos, tomó su teléfono y marcó el número de Dafne, la voz rebosante de una preocupación fabricada.

"¡Hola, Preciosa! Buen día. Espero no te haya despertado, aunque para ser sábado, quizá duermas hasta más tarde. Pero estaba preocupado por lo que pasó ayer, ¿estás bien?"

"¡Ay, Alejandro! ¡Qué lindo que me llamas! No, para nada, ya estaba despierta. ¡Soy de las que aprovechan el sábado por la mañana! Jajaja. Y sí, estoy perfectamente bien, no te preocupes. ¡Fue solo un pequeño mareo, creo! Ya ni me acuerdo bien. ¿Tú estás bien? No te vi muy preocupado ayer en la cena, ¡me hiciste sentir fatal!" La voz de Dafne sonaba clara y animada, sin rastro de la extraña sensación de la noche anterior. "De hecho, amanecí con una energía tremenda, ¡como si pudiera resolver tres misterios antes del almuerzo! ¿Qué planes tienes para tu sábado?"



Alejandro: "La verdad, no tengo nada. Iba a ver alguna serie, o quizá jugar videojuegos, porque aunque tengo algo de trabajo, no me apetece hacerlo hoy, mejor mañana domingo, ¿y tú?"

Dafne: "¡Ay, Alejandro! ¡Suenas como yo los domingos por la tarde! Jajaja. Pues fíjate que yo sí tengo un plan... bueno, un posible plan. Fred, Vilma, Shaggy y Scooby están pensando en ir a revisar un antiguo teatro abandonado aquí en el centro. Se rumorea que está embrujado por el fantasma de una actriz trágica, y ya sabes cómo son ellos con los misterios."

"Estoy pensando en unirme a ellos, ya sabes, para ver si hay una buena historia que investigar para la universidad. ¡Una periodista siempre necesita primicias, incluso si involucran espectros! Pero aún no es seguro, es más una idea. Si no voy, quizás me quede aquí en el campus a leer y ponerme al día con algunas cosas. ¿Te apetece hacer algo después, si no me voy al teatro?"

Alejandro: "Pues me encantaría acompañarte al teatro, si no es molestia para ti." La voz de Alejandro sonó con un entusiasmo cuidadosamente modulado, una mezcla perfecta de interés genuino y calculada oportunidad.

Dafne: "¡Ay, Alejandro! ¡Para nada! ¡Sería genial que vinieras!" Exclamé, mis ojos azules brillando ante la idea. "De verdad, es un plan perfecto. Así no estoy sola lidiando con fantasmas... ¡y Scooby a veces necesita un empujón para ser valiente! Además, podría ser muy divertido tener tu perspectiva 'legal' sobre un misterio paranormal, ¡quizás descubres alguna laguna en la ley fantasma! Jajaja.

"Te aviso en cuanto Fred confirme la hora, ¿vale? Estoy casi segura de que les encantará la idea de que vengas. ¡Será una aventura diferente para ti!"

Alejandro: "Sí, a mí también." Alejandro asintió, una sonrisa apenas perceptible cruzando sus labios. Pensó que sería crucial ir conociendo a los amigos de Dafne. Si él iba a ser ella, era vital comprender cómo interactuaban entre sí, absorber cada matiz de su dinámica grupal. Sería una parte fundamental de su 'nueva vida'.

Dafne: "¡Genial! Me da mucho gusto. Ya verás, mi pandilla es un poco... peculiar, pero son los mejores. Fred es el líder y el que siempre tiene un plan. Vilma es la súper cerebrito, la que descifra todas las pistas. Shaggy y Scooby... bueno, ellos son la parte 'valiente' que siempre huye, ¡pero también los más leales! Jajaja. Será divertido tenerte con nosotros. ¡Así tenemos un par de ojos extra para buscar pistas y otro par de piernas para correr si las cosas se ponen espeluznantes!" (Mi voz sonaba emocionada. De verdad me alegraba que Alejandro quisiera unirse. Sería una dinámica diferente y, quién sabe, ¡quizás hasta nos ayudaba a resolver el misterio del fantasma del teatro más rápido!)

La Pandilla se Reúne

La hora citada llegó, y Alejandro se unió a la pandilla de Dafne frente al imponente y algo decrépito Teatro Olimpo, un edificio antiguo que parecía susurrar historias de glorias pasadas y secretos ocultos. Fred, Vilma, Shaggy y, por supuesto, Scooby, estaban ya esperando.

Alejandro: "¡Mucho gusto! Mi nombre es Alejandro Villa, y estudio Leyes. Soy amigo de Dafne." Su voz era cordial, su sonrisa encantadora mientras ofrecía su mano a cada uno. "Por cierto, he traído unas botanas. Sé que hay personas aquí con mucha hambre siempre," añadió con un guiño, observando a Shaggy y Scooby.

Fred lo miró con ojos entrecerrados, un matiz de celos apenas disimulado. No podía creer lo bien que este recién llegado se llevaba con Dafne. Vilma, por su parte, lo observaba con una curiosidad analítica, como quien examina un espécimen bajo un microscopio, su mente ya procesando datos. Shaggy y Scooby, ajenos a las tensiones subyacentes, estaban absolutamente encantados con las botanas y aceptaron a Alejandro de inmediato, sus colas batiendo con entusiasmo.

Dafne: "¡Chicos, él es Alejandro! ¡Les conté que vendría! ¡Alejandro, ellos son Fred, Vilma, Shaggy y, por supuesto, mi amigo, Scooby-Doo!" Exclamé, radiante, sin notar la ligera tensión en el aire entre Fred y Alejandro, ni la mirada escrutadora de Vilma. "¡Y Alejandro trajo botanas! ¡Ya ven, les dije que era genial!" (Sonreí, dándole a Alejandro un amistoso codazo. "¡Gracias por las botanas, Alejandro! ¡Eres el salvador de Shaggy y Scooby!")


El Misterio del Teatro Olimpo

El viejo Teatro Olimpo se alzaba sombrío bajo el cielo de la Ciudad de México, sus ventanas rotas como ojos vacíos, y su marquesina descolorida anunciando espectáculos de antaño. El rumor de una actriz fantasma, supuestamente la trágica diva de ópera Elara Vargas, era el cebo perfecto para la curiosidad de la pandilla.

Al entrar, un escalofrío húmedo y mohoso los recibió. El polvo cubría cada superficie, y el aire olía a abandono. Shaggy y Scooby, ya nerviosos, se aferraban a las botanas de Alejandro.

Fred: "Bien, equipo, según la leyenda, Elara Vargas aparece en el escenario principal, cantando arias fantasmales. Dividámonos. Vilma y yo revisaremos el escenario y los camerinos. Shaggy y Scooby, ustedes busquen algo de comida... digo, ¡pistas en el vestíbulo! Dafne, Alejandro, ¿qué tal si revisan la tramoya y los niveles superiores? Ahí es donde suelen esconderse los tramposos."

Dafne asintió con entusiasmo, jalando ligeramente a Alejandro por el brazo.

Dafne: "¡Perfecto, Fred! ¡Alejandro y yo seremos el equipo 'alturas'!"

Mientras Vilma y Fred comenzaban su meticulosa búsqueda, y Shaggy y Scooby se aventuraban con cautela por el vestíbulo, Dafne y Alejandro subieron por una escalera de caracol chirriante hacia la compleja red de tramoyas y pasarelas suspendidas sobre el escenario. La luz que se colaba por las claraboyas apenas iluminaba el polvo danzante.

Dafne: "¡Uf, aquí arriba huele aún más a encierro! Pero mira, Alejandro, ¡qué vista tan impresionante del escenario! Es como ver un mundo diferente desde aquí. ¡Imagínate todas las obras que se representaron aquí!"

De repente, un gemido lúgubre resonó desde las profundidades del escenario, seguido de una nota de soprano etérea que pareció flotar por los pasillos.

Shaggy (gritando desde abajo): "¡Zoinks! ¡Es la fantas-"

Scooby (aullando): "¡Ruh-roh!"

Dafne: "¡Guau! ¡Eso sí que fue dramático! Suena como si la 'diva fantasma' estuviera haciendo su debut." Dafne intentó sonar valiente, pero un escalofrío real la recorrió. "Aunque... esa voz suena demasiado... real para un fantasma."

Alejandro, por su parte, había estado observando detenidamente las poleas y cuerdas. Sus ojos, ahora más agudos, notaron una serie de pequeñas muescas frescas en una de las cuerdas que sostenía un telón pesado, y una sutil capa de polvo perturbada en el suelo debajo de un panel de control manual.



Alejandro: "Espera, Dafne. Esa no es la voz de un fantasma. Es... demasiado controlada. Y mira esto." Él la guio suavemente hacia el panel de control. "Estas marcas en la cuerda y el polvo levantado. Alguien ha estado usando este sistema de tramoya recientemente. Y dudo que un fantasma necesite poleas para aparecer." Su mente legal, acostumbrada a la lógica y la evidencia, ya estaba atando cabos. "El sonido... debe venir de algún lugar con amplificación, o directamente de una persona."

Justo entonces, un repentino foco de luz se encendió en el escenario, revelando una silueta alta y esbelta con un vestido de época. La voz de soprano volvió a resonar, ahora más clara, pero con un extraño eco metálico.

Fred (desde abajo): "¡Ahí está! ¡El fantasma de Elara Vargas!"

Vilma: "Pero la reverberación... es demasiado artificial."

Alejandro: "¡Ya lo tengo!" exclamó Alejandro, una chispa de brillantez en sus ojos. "¡Dafne, el eco! No viene del fantasma, sino de los conductos de ventilación. ¡Alguien está usando el sistema de sonido del teatro desde las alturas para proyectar la voz y darle ese efecto etéreo! Y esas muescas... son para bajar a alguien en el escenario. El 'fantasma' es una persona."

Rápidamente, se movió hacia una trampilla cercana que daba a un pequeño cuarto de proyección de sonido abandonado. Abrió la puerta de golpe, revelando a un hombre delgado con unos auriculares y un pequeño reproductor de sonido, junto a un micrófono conectado al sistema del teatro. A su lado, un proyector de luz estroboscópica creaba el efecto fantasmal en el escenario.

Alejandro: "¡Eureka! ¡Aquí está tu fantasma, Fred! ¡No es Elara Vargas, es el Sr. Gutiérrez, el antiguo conserje del teatro!"

El hombre, sorprendido, intentó huir, pero Fred y Shaggy, alertados por el descubrimiento de Alejandro, lo interceptaron rápidamente. Vilma ya estaba analizando el equipo de sonido.

Sr. Gutiérrez: "¡Maldita sea! ¡Me descubrieron! Solo quería que la gente volviera a interesarse por el teatro... Decían que estaba maldito, así que pensé en hacer que fuera realmente aterrador para que la leyenda atrajera a los curiosos y luego pudiera comprarlo barato y restaurarlo."

Vilma: "Y este equipo de sonido portátil es lo que le dio a su 'voz de fantasma' ese efecto. Muy ingenioso, Sr. Gutiérrez."

Dafne "¡Alejandro, eso fue increíble!" Dafne lo miró con admiración, sus ojos brillando aún más. "¡Fuiste tan rápido! ¡Cómo te diste cuenta de todo eso con solo unas muescas y un eco! ¡Esto será una primicia fantástica para mi artículo!"

La solución del misterio, orquestada en gran parte por la perspicacia de Alejandro, dejó a Fred un poco a la defensiva, a Vilma con una nueva admiración, y a Shaggy y Scooby más aliviados por haber comido botanas que por la resolución del caso.

Alejandro sonrió, satisfecho. No solo había resuelto un misterio, sino que había demostrado su valía ante Dafne y su pandilla. Una parte más de la vida de Dafne estaba ahora al alcance de su mano.

Mientras la pandilla felicitaba a Vilma por su análisis del equipo de sonido, y Fred, aunque un poco malhumorado por no haber sido el primero en resolver el misterio, supervisaba la situación, Alejandro se acercó a Dafne, su mirada intensa y decidida.

Alejandro: "Dafne, ¿me quieres acompañar un momento?"

Sin esperar respuesta, Alejandro tomó suavemente la mano de la chica, guiándola con una delicadeza inesperada hacia un rincón más apartado del viejo teatro, lejos de las luces y las voces de sus amigos. La tenue luz de un tragaluz lejano los envolvía.

Alejandro: "Perdón, pero no puedo contenerme."

Sus ojos se encontraron, y antes de que Dafne pudiera reaccionar, Alejandro la volvió a besar. Esta vez, fue un beso más profundo, más urgente. Dafne se sorprendió, sus ojos abriéndose por un instante, pero la sorpresa rápidamente dio paso a una corriente de emoción. No lo rechazó; al contrario, se entregó al momento, sus labios respondiendo con una pasión que la tomó por asalto. En ese beso, la extraña conexión que sentía por Alejandro se hizo más intensa, más innegable, sellando aún más su destino.


El aire en el viejo Teatro Olimpo se cargó de una electricidad diferente a la del misterio recién resuelto. Los susurros de las tablas y el eco de las risas de la pandilla se desvanecieron ante el segundo beso de Alejandro y Dafne. Sus labios se unieron de nuevo, esta vez con una intensidad aún mayor.

Dafne, sorprendida por la audacia de Alejandro pero arrastrada por una fuerza irresistible, respondió con una pasión que la tomó por completo. Sus brazos se deslizaron alrededor de su cuello, acercándolo aún más. El mundo exterior se disolvió, dejando solo la cálida presión de sus labios y el latido acelerado de su propio corazón. En ese beso prolongado, sellado en las sombras cómplices del antiguo teatro, Dafne sintió una conexión innegable, un nuevo capítulo abriéndose ante ella, sin sospechar que cada caricia era una cuerda más en el intrincado plan de Alejandro.

El segundo beso en el Teatro Olimpo fue diferente. Mientras sus labios se unían, un escalofrío recorrió a Alejandro, uno que no era de triunfo, sino de una confusión inesperada. Se suponía que solo era parte del plan, un paso más hacia su objetivo final: la vida de Dafne. Pero al sentir la calidez de sus labios, la suavidad de su respuesta, algo en él cambió. Una punzada, extraña y profunda, se instaló en su pecho.

Se estaba enamorando de Dafne.

¡Sí! De esa misma chica a la que quería robarle la vida. La idea lo golpeó con la fuerza de un rayo, una ironía cruel y devastadora. Era demasiado tarde. El intercambio había comenzado con la luna llena, un proceso irreversible que culminaría con la luna nueva. No había nada que pudiera hacer para detenerlo ahora. El destino que había forjado con sus propias manos, el sueño por el que había sacrificado su alma, ahora venía acompañado de un sentimiento que lo desgarraba por dentro. El beso continuó, pero para Alejandro, cada caricia era ahora un sabor agridulce, una mezcla de deseo y una agonía silenciosa.


El día que la envidia corroyó a un admirador
de Dafne Blake Parte 1

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