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martes, 29 de julio de 2025

El día que la envidia corroyó a un admirador de Dafne Blake parte 2


 

"Querida Dafne, estoy pasándolo increíble. Realmente no sé cómo expresarte que hayas venido conmigo y además de todo que quieras ser mi amiga."

"¡Ay, Alejandro! ¡Yo también la estoy pasando increíble!" Exclamé, mis ojos brillando con sinceridad. "De verdad, la cena, la música, la compañía... ¡todo es perfecto! Y no tienes que agradecerme por venir, ¡yo estoy encantada de estar aquí! Además, ¿Cómo no querría ser tu amiga? Eres una persona súper interesante y divertida." Sonreí, llevándome otra cucharada de la deliciosa crema a la boca. "En serio, Alejandro, gracias por esta noche. Es justo lo que necesitaba."

Justo en ese momento llegó el segundo plato. Lo vieron y realmente se veía espléndido Alejandro le dijo a Daphne. Oye, no sé queremos que se vaya a enfriar, así que será mejor que empecemos.

"¡Wow, Alejandro! ¡Esto se ve increíble!" Exclamó, sus ojos estaban brillando ante el plato frente a ella. "¡Qué rico huele! En serio, tienes los mejores gustos del mundo. No sé cómo le haces para encontrar lugares tan perfectos." Le sonrió, tomando su tenedor con anticipación. "Mmm, ¿por dónde empiezo?"

La cena continuó sin mayores incidentes, una velada de charla amena y risas compartidas. Cuando llegó el momento del postre, Dafne, con su gusto por lo clásico y elegante, optó por un cremoso Crème Brûlée, mientras Alejandro, con una sonrisa enigmática, eligió un Éclair . Ambos disfrutaron de sus dulces, acompañados de capuchinos humeantes, el suave aroma a café y vainilla flotando en el aire.

Al terminar, Alejandro dejó su servilleta a un lado, su mirada se encontró con la de Dafne, un brillo particular en sus ojos. La luna llena, visible a través de los grandes ventanales, parecía bendecir el momento.

"Dafne, ¿quieres bailar conmigo?"

Dafne volteó la cabeza, siguiendo la dirección de la mirada de Alejandro. Varias parejas se movían suavemente en la pequeña pista de baile del restaurante, la música del cuarteto de violines invitando a cada paso. Una leve sonrisa apareció en sus labios.

"¡Oh, Alejandro! ¡Qué linda idea! ¿Sabes bailar? ¡No pareces el tipo de chico que iría a clases de baile, jajaja!" Se rio suavemente, una chispa juguetona en sus ojos. "Pero sí, me encantaría. ¡Hace mucho que no bailo! ¿Qué esperamos?"

Ambos se levantaron de la mesa, el sonido melódico de los violines guiándolos hacia la pista de baile. Alejandro, con una audacia que sorprendió a Dafne, la tomó firmemente por la cintura y la guio al ritmo de la música. Sus pasos se encontraron con una facilidad inesperada, y pronto giraban con fluidez entre las demás parejas.

"Dafne, bailas muy bien, no pensé que tuvieras unos pies tan ligeros. Es como si hubiéramos bailado toda la vida." Su voz era un susurro cerca de su oído, y su mirada, intensa, no se apartaba de la de ella.

 "¡Jajaja! ¡Tú tampoco te quedas atrás, eh, Alejandro! ¡Eres un bailarín increíble!" La risa de Dafne era ligera y genuina, contagiada por la emoción del momento. Se sentía cómoda en sus brazos, moviéndose al compás de la música. "Supongo que correr de fantasmas te da una agilidad extra. ¡Pero tienes razón, es como si tuviéramos años bailando juntos! ¡Esto es muy divertido!" Sus ojos brillaban, completamente absorbida por la magia del instante y el compás de la luna llena.

Dafne Blake apenas se estaba dando cuenta, pero en lo más profundo de su ser, un sentimiento nuevo y arrollador comenzaba a florecer. Se había enamorado de Alejandro, y ese enamoramiento, irónicamente, sería su perdición.

La música del cuarteto de violines se fundió en un segundo plano. Los ojos de Alejandro, intensos y oscuros, buscaron los de Dafne mientras la sostenía cerca.

"Sabes algo, y no sé si esto vaya a echar las cosas a perder, pero no puedo contenerme."

Un silencio cargado de electricidad flotó en el aire antes de que Alejandro se inclinara. Sus labios se encontraron con los de Dafne en un beso. Ella no lo rechazó; al contrario, se sumió por completo en el momento, sus ojos cerrándose suavemente. Era un beso que había estado esperando desde el instante en que sus cuerpos se unieron en el baile, un deseo silencioso ahora hecho realidad. La luna llena iluminaba la escena, ajena al oscuro ritual que acababa de comenzar.


El beso se rompió, y una punzada extraña, casi imperceptible, recorrió a Dafne. Fue como una minúscula descarga eléctrica, un escalofrío fugaz que no duró más de un segundo. Por un instante, sintió una lejana ligereza, como si una hebra invisible de su ser se estirara, pero la sensación fue tan efímera que apenas pudo registrarla. Su visión parpadeó, y por un microsegundo, el mundo pareció temblar.

Alejandro la sujetó con una firmeza que Dafne no notó como inusual, su rostro una máscara de preocupación apenas velada.

"¡¿Querida Dafne?! ¿Estás bien?" Su voz sonó con una urgencia que rayaba en la desesperación, pero sus ojos la escudriñaban con una intensidad fría, buscando cualquier indicio.

Dafne parpadeó un par de veces, sacudiendo ligeramente la cabeza, como si se despabilara de un breve mareo. La extraña sensación había desaparecido tan rápido como llegó. Era como si su mente intentara procesar algo que su cuerpo ya había olvidado.

"Sí... sí, estoy bien, Alejandro." Se enderezó un poco, apoyándose suavemente en él, antes de alejarse con una sonrisa tranquilizadora. "No sé qué fue eso... un pequeño mareo, creo. Quizás el vino, o que me emocioné con el baile, ¡jajaja! Estoy perfecta, de verdad. ¡Qué susto te di!" Miró a Alejandro, sus ojos buscando la seguridad en los de él, sin una pizca de sospecha. "Volvamos a la mesa, ¿quieres? ¡No quiero que se enfríe nuestro café!"

La cena había sido, en apariencia, un éxito rotundo. El Chateaubriand y el Ossobuco habían sido tan deliciosos como las reseñas prometían, y la conversación había fluido con una facilidad que Dafne encontró encantadora. Ahora, mientras terminaban sus postres —el Crème Brûlée de Dafne y el Éclair de Alejandro— y saboreaban los últimos sorbos de sus capuchinos humeantes, una sensación de calidez y satisfacción llenaba la mesa.

"Dafne, esta noche ha superado todas mis expectativas. En serio, no solo la comida y la música, sino... tu compañía. Es algo que valoro mucho." Su voz era suave, casi íntima, y sus ojos se posaban en ella con una intensidad que, para Dafne, era simplemente una muestra de su aprecio. "Me siento tan a gusto contigo, como si pudiera hablarte de cualquier cosa. Eres... eres diferente, Dafne."

"¡Ay, Alejandro! ¡Me vas a hacer sonrojar de verdad!" Reí, sintiendo un cálido rubor en mis mejillas. "Yo también la he pasado increíble. No sabes lo bien que me ha venido esta noche, de verdad. Y sí, siento exactamente lo mismo contigo. Hay algo en ti que... me hace sentir que puedo ser yo misma. ¡Es tan fácil hablar contigo! Tú también eres muy diferente, de la mejor manera. ¡Espero que podamos hacer esto más seguido!"

Alejandro miro su taza de capuchino, una pequeña sonrisa formándose en sus labios. La luna llena seguía brillando majestuosa afuera, y por un momento, lo vimos disfrutar de la simple y perfecta felicidad del instante, ajena al verdadero juego que se desarrollaba.

La Mañana Siguiente: Un Plan en Marcha

La mañana siguiente, Alejandro despertó con una euforia apenas contenida. La luna llena había cumplido su parte. Ahora tenía alrededor de quince días hasta la luna nueva, el plazo final para la transformación. La realidad de vender su alma le mordisqueaba el miedo, un escalofrío que intentaba ignorar. Pero ya estaba hecho, no había vuelta atrás. No podía permitirse que algo terrible le sucediera por no cumplir; además, la vida de Dafne... era algo con lo que había soñado desde que la vio por primera vez hacía casi un año. Le gustaban otras chicas, sí, pero fue con Dafne con quien empezó a fantasear en ser ella.

Una vez terminados sus quehaceres matutinos, tomó su teléfono y marcó el número de Dafne, la voz rebosante de una preocupación fabricada.

"¡Hola, Preciosa! Buen día. Espero no te haya despertado, aunque para ser sábado, quizá duermas hasta más tarde. Pero estaba preocupado por lo que pasó ayer, ¿estás bien?"

"¡Ay, Alejandro! ¡Qué lindo que me llamas! No, para nada, ya estaba despierta. ¡Soy de las que aprovechan el sábado por la mañana! Jajaja. Y sí, estoy perfectamente bien, no te preocupes. ¡Fue solo un pequeño mareo, creo! Ya ni me acuerdo bien. ¿Tú estás bien? No te vi muy preocupado ayer en la cena, ¡me hiciste sentir fatal!" La voz de Dafne sonaba clara y animada, sin rastro de la extraña sensación de la noche anterior. "De hecho, amanecí con una energía tremenda, ¡como si pudiera resolver tres misterios antes del almuerzo! ¿Qué planes tienes para tu sábado?"



Alejandro: "La verdad, no tengo nada. Iba a ver alguna serie, o quizá jugar videojuegos, porque aunque tengo algo de trabajo, no me apetece hacerlo hoy, mejor mañana domingo, ¿y tú?"

Dafne: "¡Ay, Alejandro! ¡Suenas como yo los domingos por la tarde! Jajaja. Pues fíjate que yo sí tengo un plan... bueno, un posible plan. Fred, Vilma, Shaggy y Scooby están pensando en ir a revisar un antiguo teatro abandonado aquí en el centro. Se rumorea que está embrujado por el fantasma de una actriz trágica, y ya sabes cómo son ellos con los misterios."

"Estoy pensando en unirme a ellos, ya sabes, para ver si hay una buena historia que investigar para la universidad. ¡Una periodista siempre necesita primicias, incluso si involucran espectros! Pero aún no es seguro, es más una idea. Si no voy, quizás me quede aquí en el campus a leer y ponerme al día con algunas cosas. ¿Te apetece hacer algo después, si no me voy al teatro?"

Alejandro: "Pues me encantaría acompañarte al teatro, si no es molestia para ti." La voz de Alejandro sonó con un entusiasmo cuidadosamente modulado, una mezcla perfecta de interés genuino y calculada oportunidad.

Dafne: "¡Ay, Alejandro! ¡Para nada! ¡Sería genial que vinieras!" Exclamé, mis ojos azules brillando ante la idea. "De verdad, es un plan perfecto. Así no estoy sola lidiando con fantasmas... ¡y Scooby a veces necesita un empujón para ser valiente! Además, podría ser muy divertido tener tu perspectiva 'legal' sobre un misterio paranormal, ¡quizás descubres alguna laguna en la ley fantasma! Jajaja.

"Te aviso en cuanto Fred confirme la hora, ¿vale? Estoy casi segura de que les encantará la idea de que vengas. ¡Será una aventura diferente para ti!"

Alejandro: "Sí, a mí también." Alejandro asintió, una sonrisa apenas perceptible cruzando sus labios. Pensó que sería crucial ir conociendo a los amigos de Dafne. Si él iba a ser ella, era vital comprender cómo interactuaban entre sí, absorber cada matiz de su dinámica grupal. Sería una parte fundamental de su 'nueva vida'.

Dafne: "¡Genial! Me da mucho gusto. Ya verás, mi pandilla es un poco... peculiar, pero son los mejores. Fred es el líder y el que siempre tiene un plan. Vilma es la súper cerebrito, la que descifra todas las pistas. Shaggy y Scooby... bueno, ellos son la parte 'valiente' que siempre huye, ¡pero también los más leales! Jajaja. Será divertido tenerte con nosotros. ¡Así tenemos un par de ojos extra para buscar pistas y otro par de piernas para correr si las cosas se ponen espeluznantes!" (Mi voz sonaba emocionada. De verdad me alegraba que Alejandro quisiera unirse. Sería una dinámica diferente y, quién sabe, ¡quizás hasta nos ayudaba a resolver el misterio del fantasma del teatro más rápido!)

La Pandilla se Reúne

La hora citada llegó, y Alejandro se unió a la pandilla de Dafne frente al imponente y algo decrépito Teatro Olimpo, un edificio antiguo que parecía susurrar historias de glorias pasadas y secretos ocultos. Fred, Vilma, Shaggy y, por supuesto, Scooby, estaban ya esperando.

Alejandro: "¡Mucho gusto! Mi nombre es Alejandro Villa, y estudio Leyes. Soy amigo de Dafne." Su voz era cordial, su sonrisa encantadora mientras ofrecía su mano a cada uno. "Por cierto, he traído unas botanas. Sé que hay personas aquí con mucha hambre siempre," añadió con un guiño, observando a Shaggy y Scooby.

Fred lo miró con ojos entrecerrados, un matiz de celos apenas disimulado. No podía creer lo bien que este recién llegado se llevaba con Dafne. Vilma, por su parte, lo observaba con una curiosidad analítica, como quien examina un espécimen bajo un microscopio, su mente ya procesando datos. Shaggy y Scooby, ajenos a las tensiones subyacentes, estaban absolutamente encantados con las botanas y aceptaron a Alejandro de inmediato, sus colas batiendo con entusiasmo.

Dafne: "¡Chicos, él es Alejandro! ¡Les conté que vendría! ¡Alejandro, ellos son Fred, Vilma, Shaggy y, por supuesto, mi amigo, Scooby-Doo!" Exclamé, radiante, sin notar la ligera tensión en el aire entre Fred y Alejandro, ni la mirada escrutadora de Vilma. "¡Y Alejandro trajo botanas! ¡Ya ven, les dije que era genial!" (Sonreí, dándole a Alejandro un amistoso codazo. "¡Gracias por las botanas, Alejandro! ¡Eres el salvador de Shaggy y Scooby!")


El Misterio del Teatro Olimpo

El viejo Teatro Olimpo se alzaba sombrío bajo el cielo de la Ciudad de México, sus ventanas rotas como ojos vacíos, y su marquesina descolorida anunciando espectáculos de antaño. El rumor de una actriz fantasma, supuestamente la trágica diva de ópera Elara Vargas, era el cebo perfecto para la curiosidad de la pandilla.

Al entrar, un escalofrío húmedo y mohoso los recibió. El polvo cubría cada superficie, y el aire olía a abandono. Shaggy y Scooby, ya nerviosos, se aferraban a las botanas de Alejandro.

Fred: "Bien, equipo, según la leyenda, Elara Vargas aparece en el escenario principal, cantando arias fantasmales. Dividámonos. Vilma y yo revisaremos el escenario y los camerinos. Shaggy y Scooby, ustedes busquen algo de comida... digo, ¡pistas en el vestíbulo! Dafne, Alejandro, ¿qué tal si revisan la tramoya y los niveles superiores? Ahí es donde suelen esconderse los tramposos."

Dafne asintió con entusiasmo, jalando ligeramente a Alejandro por el brazo.

Dafne: "¡Perfecto, Fred! ¡Alejandro y yo seremos el equipo 'alturas'!"

Mientras Vilma y Fred comenzaban su meticulosa búsqueda, y Shaggy y Scooby se aventuraban con cautela por el vestíbulo, Dafne y Alejandro subieron por una escalera de caracol chirriante hacia la compleja red de tramoyas y pasarelas suspendidas sobre el escenario. La luz que se colaba por las claraboyas apenas iluminaba el polvo danzante.

Dafne: "¡Uf, aquí arriba huele aún más a encierro! Pero mira, Alejandro, ¡qué vista tan impresionante del escenario! Es como ver un mundo diferente desde aquí. ¡Imagínate todas las obras que se representaron aquí!"

De repente, un gemido lúgubre resonó desde las profundidades del escenario, seguido de una nota de soprano etérea que pareció flotar por los pasillos.

Shaggy (gritando desde abajo): "¡Zoinks! ¡Es la fantas-"

Scooby (aullando): "¡Ruh-roh!"

Dafne: "¡Guau! ¡Eso sí que fue dramático! Suena como si la 'diva fantasma' estuviera haciendo su debut." Dafne intentó sonar valiente, pero un escalofrío real la recorrió. "Aunque... esa voz suena demasiado... real para un fantasma."

Alejandro, por su parte, había estado observando detenidamente las poleas y cuerdas. Sus ojos, ahora más agudos, notaron una serie de pequeñas muescas frescas en una de las cuerdas que sostenía un telón pesado, y una sutil capa de polvo perturbada en el suelo debajo de un panel de control manual.



Alejandro: "Espera, Dafne. Esa no es la voz de un fantasma. Es... demasiado controlada. Y mira esto." Él la guio suavemente hacia el panel de control. "Estas marcas en la cuerda y el polvo levantado. Alguien ha estado usando este sistema de tramoya recientemente. Y dudo que un fantasma necesite poleas para aparecer." Su mente legal, acostumbrada a la lógica y la evidencia, ya estaba atando cabos. "El sonido... debe venir de algún lugar con amplificación, o directamente de una persona."

Justo entonces, un repentino foco de luz se encendió en el escenario, revelando una silueta alta y esbelta con un vestido de época. La voz de soprano volvió a resonar, ahora más clara, pero con un extraño eco metálico.

Fred (desde abajo): "¡Ahí está! ¡El fantasma de Elara Vargas!"

Vilma: "Pero la reverberación... es demasiado artificial."

Alejandro: "¡Ya lo tengo!" exclamó Alejandro, una chispa de brillantez en sus ojos. "¡Dafne, el eco! No viene del fantasma, sino de los conductos de ventilación. ¡Alguien está usando el sistema de sonido del teatro desde las alturas para proyectar la voz y darle ese efecto etéreo! Y esas muescas... son para bajar a alguien en el escenario. El 'fantasma' es una persona."

Rápidamente, se movió hacia una trampilla cercana que daba a un pequeño cuarto de proyección de sonido abandonado. Abrió la puerta de golpe, revelando a un hombre delgado con unos auriculares y un pequeño reproductor de sonido, junto a un micrófono conectado al sistema del teatro. A su lado, un proyector de luz estroboscópica creaba el efecto fantasmal en el escenario.

Alejandro: "¡Eureka! ¡Aquí está tu fantasma, Fred! ¡No es Elara Vargas, es el Sr. Gutiérrez, el antiguo conserje del teatro!"

El hombre, sorprendido, intentó huir, pero Fred y Shaggy, alertados por el descubrimiento de Alejandro, lo interceptaron rápidamente. Vilma ya estaba analizando el equipo de sonido.

Sr. Gutiérrez: "¡Maldita sea! ¡Me descubrieron! Solo quería que la gente volviera a interesarse por el teatro... Decían que estaba maldito, así que pensé en hacer que fuera realmente aterrador para que la leyenda atrajera a los curiosos y luego pudiera comprarlo barato y restaurarlo."

Vilma: "Y este equipo de sonido portátil es lo que le dio a su 'voz de fantasma' ese efecto. Muy ingenioso, Sr. Gutiérrez."

Dafne "¡Alejandro, eso fue increíble!" Dafne lo miró con admiración, sus ojos brillando aún más. "¡Fuiste tan rápido! ¡Cómo te diste cuenta de todo eso con solo unas muescas y un eco! ¡Esto será una primicia fantástica para mi artículo!"

La solución del misterio, orquestada en gran parte por la perspicacia de Alejandro, dejó a Fred un poco a la defensiva, a Vilma con una nueva admiración, y a Shaggy y Scooby más aliviados por haber comido botanas que por la resolución del caso.

Alejandro sonrió, satisfecho. No solo había resuelto un misterio, sino que había demostrado su valía ante Dafne y su pandilla. Una parte más de la vida de Dafne estaba ahora al alcance de su mano.

Mientras la pandilla felicitaba a Vilma por su análisis del equipo de sonido, y Fred, aunque un poco malhumorado por no haber sido el primero en resolver el misterio, supervisaba la situación, Alejandro se acercó a Dafne, su mirada intensa y decidida.

Alejandro: "Dafne, ¿me quieres acompañar un momento?"

Sin esperar respuesta, Alejandro tomó suavemente la mano de la chica, guiándola con una delicadeza inesperada hacia un rincón más apartado del viejo teatro, lejos de las luces y las voces de sus amigos. La tenue luz de un tragaluz lejano los envolvía.

Alejandro: "Perdón, pero no puedo contenerme."

Sus ojos se encontraron, y antes de que Dafne pudiera reaccionar, Alejandro la volvió a besar. Esta vez, fue un beso más profundo, más urgente. Dafne se sorprendió, sus ojos abriéndose por un instante, pero la sorpresa rápidamente dio paso a una corriente de emoción. No lo rechazó; al contrario, se entregó al momento, sus labios respondiendo con una pasión que la tomó por asalto. En ese beso, la extraña conexión que sentía por Alejandro se hizo más intensa, más innegable, sellando aún más su destino.


El aire en el viejo Teatro Olimpo se cargó de una electricidad diferente a la del misterio recién resuelto. Los susurros de las tablas y el eco de las risas de la pandilla se desvanecieron ante el segundo beso de Alejandro y Dafne. Sus labios se unieron de nuevo, esta vez con una intensidad aún mayor.

Dafne, sorprendida por la audacia de Alejandro pero arrastrada por una fuerza irresistible, respondió con una pasión que la tomó por completo. Sus brazos se deslizaron alrededor de su cuello, acercándolo aún más. El mundo exterior se disolvió, dejando solo la cálida presión de sus labios y el latido acelerado de su propio corazón. En ese beso prolongado, sellado en las sombras cómplices del antiguo teatro, Dafne sintió una conexión innegable, un nuevo capítulo abriéndose ante ella, sin sospechar que cada caricia era una cuerda más en el intrincado plan de Alejandro.

El segundo beso en el Teatro Olimpo fue diferente. Mientras sus labios se unían, un escalofrío recorrió a Alejandro, uno que no era de triunfo, sino de una confusión inesperada. Se suponía que solo era parte del plan, un paso más hacia su objetivo final: la vida de Dafne. Pero al sentir la calidez de sus labios, la suavidad de su respuesta, algo en él cambió. Una punzada, extraña y profunda, se instaló en su pecho.

Se estaba enamorando de Dafne.

¡Sí! De esa misma chica a la que quería robarle la vida. La idea lo golpeó con la fuerza de un rayo, una ironía cruel y devastadora. Era demasiado tarde. El intercambio había comenzado con la luna llena, un proceso irreversible que culminaría con la luna nueva. No había nada que pudiera hacer para detenerlo ahora. El destino que había forjado con sus propias manos, el sueño por el que había sacrificado su alma, ahora venía acompañado de un sentimiento que lo desgarraba por dentro. El beso continuó, pero para Alejandro, cada caricia era ahora un sabor agridulce, una mezcla de deseo y una agonía silenciosa.


El día que la envidia corroyó a un admirador
de Dafne Blake Parte 1

Tsunade: El Detective que cayó de otro mundo Parte 2

 

El Gran Cambio Multiversal: El detective de Konoha

Tres días. Tres días de encierro autoimpuesto. Para la aldea, había sido una “enfermedad” repentina de la Hokage. Para Dick Grayson, había sido una carrera de 72 horas para empaparse de un mundo que le era completamente ajeno. La residencia Hokage, una vez su prisión, se había convertido en su centro de operaciones. Había devorado pergaminos, informes y registros, absorbiendo todo lo que podía sobre la historia de Konoha, la jerarquía ninja y los nombres clave. Sabía quiénes eran los líderes, quién era su equipo y las amenazas que enfrentaba la aldea. Y había descubierto que el cuerpo de Tsunade era mucho más que un simple caparazón.

Mientras se vestía para regresar a la oficina, la memoria corporal de Tsunade se activó. No tuvo que pensar en cómo anudar la faja de su kimono; las manos lo hicieron solas, con una fluidez que le resultaba escalofriante. Era como si un piloto automático se hubiera activado, guiándolo a través de rituales que el cerebro de Dick no había presenciado. El rombo en su frente, el misterioso sello de chakra, se sentía vivo, pulsando con una energía que él no había invocado, pero que estaba siempre presente.

El piloto automático es bueno para los hábitos, pero malo para las decisiones, se recordó a sí mismo mientras miraba su reflejo. Cada acción automática es un dato, una pista de quién era ella. Y cada vacío en su memoria es mi oportunidad de maniobra.

Al abrir la puerta de la oficina del Hokage, una avalancha de olores (tinta, papel, sake) y el sonido del ajetreo diario lo golpearon. Shizune, su fiel asistente, estaba allí, con Tonton el cerdo a su lado.

"¡Shishou! ¡Qué alivio verla de vuelta! Me preocupé cuando Sakura me dijo que estaba enferma", dijo Shizune, la preocupación genuina en sus ojos. "Los informes se han acumulado. Hay un problema en la frontera con el País del Fuego, un posible intento de golpe de estado en el País del Té y una emergencia médica en el hospital. ¿Por dónde quiere empezar?"

Dick se sentó pesadamente en el escritorio, su mente de detective organizando la información. Tres días de informes. Tres problemas. El médico y el golpe de estado son delicados, pero el de la frontera es el más urgente. Si el problema es externo, es el más fácil de resolver. Y si logro resolver un problema de esta naturaleza, ganaré credibilidad y la confianza de las personas que me rodean.

"Shizune," su voz grave sonó con la autoridad de Tsunade, "empezaremos por la frontera. Tráeme el mapa de la región y todos los informes sobre el incidente. También, me gustaría revisar los archivos del País del Té. En cuanto al hospital, haré una ronda más tarde."

Shizune asintió, visiblemente aliviada por su seriedad. "¡Enseguida, Shishou! La aldea estará muy contenta de que haya regresado. Ah, y una cosa más: he notado que en los últimos días ha... ¿practicado sus jutsus? Los árboles del patio tienen unos cuantos agujeros. Espero que se encuentre bien, no es común que usted practique con tanta intensidad."

Ahí está, pensó Dick. La primera pista. ¿"No es común"? Eso significa que no soy el único que notó la diferencia. Tendré que ser más sutil.

"Solo me aseguraba de que mis habilidades no se oxidaran", respondió, y el cuerpo sonrió por sí solo, un gesto seguro y arrogante que le resultó tan ajeno como el poder que lo acompañaba. "Ahora, los informes, por favor."

Mientras Shizune salía de la oficina, Dick encendió su cerebro de detective a máxima potencia. Las palabras de Shizune sobre su práctica de jutsu le habían dado una nueva perspectiva. Los movimientos eran instintivos, la fuerza fluía, pero la sutileza no estaba allí. No había el control magistral de un médico ninja, solo la fuerza bruta del puño. Tenía que aprender a manipular su chakra. No solo para pelear, sino para lo que sea que sea el 'gran cambio', se dijo a sí mismo.

Comenzó a examinar los archivos que Shizune le había dejado. Mapas, informes de misiones, listas de ninjas. Su cerebro de detective procesaba los datos a una velocidad asombrosa, buscando patrones. Nombres, lugares, el flujo de poder y la economía de la aldea. Era una telaraña de información. Se sentía como si estuviera armando un caso de asesinato, con cada informe un nuevo testimonio, un nuevo sospechoso. Y en medio de todo ese caos, se encontró con una nota escrita por Tsunade, un mensaje críptico para sí misma.

Decía: "La fluctuación fue enorme. Chakra de un mundo sin chakra. No es el 'Cambio', pero tiene la misma firma de energía. Podría ser la clave para la reversión."

Dick se detuvo. El corazón le latió con fuerza. "El gran cambio". Era un fenómeno que sucedía esporádicamente. Tsunade lo había estudiado, quizás había sido su obsesión. Ella no lo vio como una anomalía, sino como un fenómeno natural. Y yo soy la prueba viviente de ello.

El cuerpo de Tsunade era la clave. Los poderes, los jutsus, el chakra... Eran las herramientas. Si el cambio fue un fenómeno multiversal, y el chakra es lo que lo hizo posible aquí, entonces el chakra es la clave para deshacerlo.

La mente de Dick se calmó. Ahora tenía una misión. No solo era sobrevivir, sino también investigar el "gran cambio" y encontrar la forma de revertirlo. Lo haría como solo él sabía: como detective. Y para eso, tendría que ser la Hokage, el mejor líder que esta aldea hubiera tenido.

El Gran Cambio Multiversal: La llegada de Sannin

El problema de la frontera se había resuelto, no con la fuerza brutal que el cuerpo de Tsunade le ofrecía, sino con la astucia de un detective de Gotham. Dick, habiendo estudiado los informes, había descubierto una red de contrabando de sellos de chakra que pasaba por la frontera, manipulando a ambos lados para que parecieran enemigos. En lugar de enviar un ejército, había enviado a un pequeño equipo de ANBU con órdenes precisas de sabotear la red. La "guerra" se desvaneció, el conflicto se resolvió sin derramamiento de sangre, y la aldea aplaudió la sabiduría de su Hokage. Dick había ganado un respiro, pero su mente no se detenía.

Estaba absorto en los informes sobre el "Gran Cambio", un fenómeno que Tsunade había estado investigando en secreto, cuando una ráfaga de aire azotó su oficina. La puerta se abrió de par en par, revelando a dos figuras que Dick reconoció instantáneamente de sus lecturas. Naruto Uzumaki, el "Jinchuriki de las nueve colas", estaba de pie, con una sonrisa radiante. A su lado, un hombre de cabello blanco y largo, un protector de frente con el símbolo del País del Fuego, y una sonrisa pícara en su rostro. Jiraiya, el Sannin. La segunda pieza del rompecabezas.

"¡Abuela Tsunade!", exclamó Naruto, su voz llena de entusiasmo. "¡Regresamos de la misión y todo salió de maravilla! ¡Conseguimos todo lo que necesitábamos!"

Jiraiya, sin embargo, no prestaba atención a Naruto. Sus ojos, con una chispa juguetona, se fijaron en "Tsunade". El cuerpo de Dick, gracias al jutsu Sello Yin: Liberar (陰封印・解, Infūin: Kai), se veía como el de una mujer de 25 años. Y la mirada de Jiraiya no era la de un compañero, era la de un pretendiente.

"¡Tsunade!", dijo Jiraiya, acercándose a ella con una gracia que Dick no esperaba. "¡Mi querida Tsunade! Te ves radiante. Han pasado solo unos días, y pareces más joven que nunca. Quizás sea el estrés del trabajo, que te hace brillar de una manera tan especial."

El corazón de Dick se saltó un latido. Una alarma silenciosa sonó en su mente. A pesar de los 50 años que tenía el cuerpo, se sentía como un veinteañero en el cuerpo de una mujer que era coqueteada por un hombre que claramente tenía una historia con ella. El desconcierto era palpable.

Bien, Dick. Analiza la situación, se dijo a sí mismo. Este hombre es Jiraiya. Es un Sannin, igual que la verdadera Tsunade. Tienen un pasado juntos, una historia de la que no tengo ni idea. Y él está coqueteando conmigo. Con mi yo actual.

Intentó que la incomodidad no se mostrara en su rostro. "Jiraiya", respondió con la voz de Tsunade, "menos halagos y más informes. No tengo tiempo para tus tonterías. Naruto, si la misión fue un éxito, dame el pergamino. Después descansa."

Naruto le entregó un pergamino, pero Jiraiya no se retiró. Se sentó en el escritorio de Tsunade, su mirada era intensa. "Oh, vamos, Tsunade. Tres días de ausencia y ya estás de vuelta en tu modo serio. ¿Qué, has estado practicando con tu chakra? La aldea se ve... diferente."

Dick se tensó. Él también lo notó. Y lo mencionó de una manera que denota que hay un cambio en mi comportamiento. Si no actúo con astucia, me descubrirá.

La mente de Dick Grayson, el detective, se puso a trabajar a toda máquina. Tenía que lidiar con esto con una astucia sin igual. No podía rechazar a Jiraiya de golpe, ya que eso rompería la dinámica de su relación. Pero tampoco podía ceder. Era una cuerda floja, y él tenía que caminar con delicadeza.

"Jiraiya," dijo, intentando canalizar la molestia de la verdadera Tsunade, "la aldea se ve diferente porque tiene una Hokage que se preocupa por su bienestar. Ahora, si me disculpas, tengo trabajo que hacer. Puedes ir a coquetear a otro lado. Hay mucho que hacer, como ver las misiones de los ninjas."

Jiraiya se rio, una risa que hizo eco en la oficina. "Ah, mi querida Tsunade. Sabes que me encanta cuando te pones así. Pero no puedes trabajar todo el tiempo. Vamos, te invito a una bebida esta noche."

Dick cerró los ojos por un instante. Necesito una salida, una que sea convincente y que lo aleje de mí. "No, no puedo," respondió. "Hay algo en lo que he estado trabajando. Algo que me tiene sin dormir. He estado investigando un fenómeno llamado 'El Gran Cambio'. Y es más grande de lo que crees."

El tono de Jiraiya cambió de inmediato. Su sonrisa se desvaneció, y sus ojos se volvieron serios. "El Gran Cambio... hace mucho que no escucho ese nombre. ¿Qué sabes sobre eso?"

Dick asintió, su mente ya en el siguiente paso de su plan. La información es la mejor defensa. Si puedo atraerlo a un tema que le interese, puedo desviar su atención de mi cuerpo y mi identidad. "Mucho más de lo que crees. Y creo que hay una forma de revertirlo... pero necesito tu ayuda. Y para eso, necesito que seas profesional."

Jiraiya asintió, su mente ya en otro lado. El coqueteo había terminado, reemplazado por la intriga de un fenómeno que pensó que nunca volvería a escuchar. Dick había logrado su objetivo. Había salvado su identidad, desviado la atención de Jiraiya y, lo más importante, había encontrado un nuevo aliado. El detective de Gotham, en el cuerpo de la Hokage, acababa de encontrar el camino para seguir con su investigación. Ahora solo quedaba la siguiente pregunta: ¿Qué tan profundo había llegado Tsunade en su investigación del "Gran Cambio"?

Jiraiya, con su sonrisa ahora reemplazada por una expresión de profunda seriedad, se sentó en una silla frente al escritorio de la Hokage. Naruto, ajeno a la tensión y el sutil coqueteo, se acercó al escritorio, apoyando las manos en la madera y mirando directamente a "Tsunade".

"¡Abuela Tsunade!", exclamó Naruto, su voz resonando con una confianza y un afecto que hicieron que el nudo en el estómago de Dick se apretara. "¿En serio estás investigando el Gran Cambio? Pensé que eso era solo una leyenda vieja que usabas para asustarnos."

El "Abuela Tsunade" fue un golpe directo para Dick. ¿Abuela? Se preguntó, su mente parpadeando. No solo era una mujer, sino que ahora, para este chico enérgico, era una figura de abuela. A pesar de que su cuerpo se veía como de 25 años, su edad real como Dick y el término de afecto de Naruto lo arrojaban a una disonancia cognitiva que amenazaba con romper su compostura. Tuvo que forzarse a mantener la calma, a sonreír con la misma sonrisa que había visto en los reflejos de Tsunade.

"Naruto", dijo Dick, su voz más suave de lo esperado, intentando sonar como la figura de autoridad y afecto que el chico esperaba. "Las leyendas, a menudo, tienen una base en la verdad. Pero lo discutiremos más tarde. Ahora ve y descansa."

Naruto asintió, su entusiasmo eclipsando cualquier pregunta que pudiera tener. "¡Sí, Abuela Tsunade! ¡Hasta luego!"

Una vez que Naruto se marchó, Dick se reclinó en la silla, pasando una mano por su largo cabello rubio. La incomodidad y el desconcierto se hicieron más intensos. Estaba claro que Tsunade y Jiraiya tenían una historia de por medio, pero la relación con Naruto era diferente. Era una de mentor y afecto genuino, casi maternal. Un detective es un maestro del disfraz, pero esto... esto es algo más que un disfraz, pensó.

Jiraiya, con los ojos aún fijos en ella, rompió el silencio. "Nunca te había visto tan interesada en el Gran Cambio. ¿Qué descubriste?"

Dick sacó un pergamino de su escritorio, el que había encontrado la noche anterior. Lo desenrolló con cuidado, revelando la nota críptica de Tsunade. "He estado uniendo cabos", comenzó, su voz ahora la de un investigador, no la de una líder. "Tsunade... la verdadera, estaba investigando esto. Y creo que entiendo cómo funciona. No es un fenómeno aleatorio. Es una fluctuación de chakra dimensional que se intensifica esporádicamente, pero solo se activa bajo ciertas circunstancias externas. Una 'firma de energía' de otro mundo, como ella lo llamó."

Jiraiya frunció el ceño. "Chakra de un mundo sin chakra... eso no tiene sentido. Todos los seres vivos tienen chakra."

"No en mi mundo, Jiraiya", respondió Dick, sin pensar. La palabra escapó de su boca antes de que pudiera detenerla. Jiraiya la miró con asombro, su mente intentando procesar lo que acababa de escuchar. Dick se dio cuenta de su error y rápidamente lo corrigió. "En un mundo que ella... que yo, estaba investigando. Un mundo de tecnología, no de chakra. Y parece que un evento en ese mundo, una especie de 'firma de energía', se alineó con la fluctuación de chakra aquí, provocando el cambio."

Jiraiya se puso de pie, su mente en un torbellino de ideas. "Esto es... fascinante. Si el cambio se puede revertir, necesitamos entenderlo. Tsunade... ¿qué quieres que haga?"

Dick sonrió. Era el momento de usar sus habilidades de detective para su beneficio. "Quiero que busques en los viejos pergaminos. Los archivos secretos. Cualquier cosa que hable de fluctuaciones de chakra, de viajes interdimensionales, de eventos que coincidan con la descripción del Gran Cambio. No se lo cuentes a nadie, ni siquiera a los ancianos. Esto debe ser un secreto entre nosotros."

Jiraiya asintió, su mente ya en el trabajo de investigación. "Puedes contar conmigo. Si hay una forma de resolver esto, la encontraremos."

Con Jiraiya ocupado, Dick se quedó solo en la oficina. Se reclinó en la silla, el silencio se apoderó de la sala, roto solo por el sonido del viento que soplaba por la ventana. Las palabras de Naruto resonaron en su mente: Abuela Tsunade. La complejidad del engaño que estaba tejiendo se hizo más evidente. Tenía que ser un líder, un detective, y ahora, una figura materna para un chico que lo veía como una abuela.

Un fenómeno natural en este mundo, que se activa con un evento en el mío... pensó Dick. ¿Qué pudo haber pasado? ¿Una explosión en S.T.A.R. Labs? ¿Una anomalía de la Fuerza de la Velocidad? ¿O tal vez algo relacionado con Darkseid o el Antimonitor? Esto no es solo un caso, es un misterio de dos universos. Y yo soy el único que tiene la clave para resolverlo.

El detective de Gotham en el cuerpo de la Hokage, se puso a trabajar de nuevo. El Gran Cambio, la abuela Tsunade, el coqueteo de Jiraiya... todo era parte del enigma. Y con cada pieza que encajaba, la esperanza de volver a casa se volvía un poco más real.

El segundo eco

Dick se sentía abrumado. Había pasado un mes desde "El Gran Cambio" y su vida se había asentado en una rutina extraña y agotadora. El combate contra el crimen en Gotham era un desafío físico y mental constante, noches sin dormir persiguiendo villanos. Pero en esta nueva vida, el trabajo de Hokage era una guerra de desgaste mental, no física. Un laberinto de papeleo, política y diplomacia. Se apilaban montañas de pergaminos en su escritorio, cada uno un informe de misión, una disputa territorial o un presupuesto de entrenamiento. Dick, un hombre de acción, se sentía encadenado a una silla. A veces, miraba por la ventana a los ninjas que partían en misiones y sentía una punzada de envidia. Ellos tienen la mejor parte, pensaba. La acción, la adrenalina... la oportunidad de ser un héroe de verdad.

Su único respiro venía del hospital. A pesar de los 50 años del cuerpo, el jutsu de rejuvenecimiento lo hacía parecer de unos 25. Era en la enfermería, con el chakra fluyendo a través de sus manos, curando heridas profundas y reparando tejidos, donde realmente se sentía útil, en sintonía con su esencia. Era un detective resolviendo un rompecabezas humano, salvando vidas en el proceso.

Sus dos sombras inseparables, Sakura y Shizune, eran su mayor apoyo. Sakura, con su entusiasmo juvenil y Shizune, con su serena eficiencia, lo ayudaban a navegar por los complejos informes y los sutiles matices de la política de Konoha. Y Dick, acostumbrado a trabajar solo, se sentía genuinamente agradecido por su ayuda. Se había acostumbrado a su compañía, al respeto que le tenían y a la forma en que lo ayudaban a sostener esta elaborada farsa.

Pero su tranquilidad estaba a punto de desvanecerse.

Una tarde, mientras revisaba un informe de la aldea de la Arena, el pergamino se le escapó de las manos. El aire de la oficina de la Hokage se volvió denso, como si una tormenta se estuviera formando en el interior. El icónico rombo en la frente de Tsunade comenzó a brillar con una luz púrpura, más intensa y brillante que nunca. Dick, con la sangre helada, sintió un escalofrío de familiaridad. Era la misma sensación que lo había invadido hace un mes, pero magnificada. No era un jutsu, era algo más. Un fenómeno cósmico.

El escritorio tembló. Los pergaminos cayeron al suelo. Una luz azul y naranja, como la que se veía en la imagen que había encontrado en el cuarto de Tsunade, un eco del "Gran Cambio", se formó en el centro de la oficina. Se arremolinó, como un pequeño vórtice, emitiendo un sonido grave y vibrante. Era una firma de energía que no pertenecía a este mundo, ni a ningún otro que él hubiera conocido. No era magia, no era chakra... era algo más. Y esa energía se sentía... familiar.

Dick se puso de pie, su mente de detective en estado de alerta máxima, su corazón latiendo con fuerza. Los ojos de Tsunade, que ahora eran los suyos, se fijaron en el vórtice. El "Gran Cambio" no era un evento aislado. Estaba ocurriendo de nuevo. Pero, si se había repetido, eso significaba que lo que lo había provocado la primera vez, el evento en su propio universo, había vuelto a suceder. Un pensamiento se apoderó de él, una certeza que lo heló hasta los huesos.

Batman.

El vigilante de Gotham. Dick sabía que Batman no se quedaría de brazos cruzados si su compañero desaparecía. Sabía que investigaría, que buscaría la causa. En un universo donde existía la magia, un genio como Batman no dudaría en experimentar con lo desconocido para encontrar una respuesta. Y si este vórtice era un eco de su universo, entonces significaba que su experimento había... funcionado.

Pero si funcionó, ¿Qué había logrado? ¿Había abierto una puerta para que él regresara? ¿O había desatado una nueva catástrofe?

El vórtice creció en el centro de la oficina, emitiendo un sonido agudo y resonante. Y en ese instante, en algún lugar de Konoha, una nueva persona abría los ojos, con la mente de un detective, pero el cuerpo de una ninja. Y un nuevo Sannin estaba a punto de descubrir el significado del terror.

¿CONTINUARA?... (si hay algunos comentarios que así lo quieran)

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