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lunes, 25 de agosto de 2025

¡El Peor Día de Mario! Bowser Gana (¡Y Se Casa con la Princesa... Mario?!) 🤯👰💥

 




La Victoria de la Tortuga (y la Bizarra Proposición)

Bowser, por fin, había ganado. Peach y Luigi estaban encerrados en lo más profundo de su castillo, custodiados por Magikoopas de élite y trampas de fuego. Pero en lugar de exigir un rescate o un trono, Bowser hizo un anuncio tan bizarro como dramático: "No solo quiero el Reino Champiñón... te quiero a ti, Mario."

Antes de que Mario pudiera lanzar un puñetazo, Kamek lanzó un poderoso hechizo. De repente, el cuerpo de Mario se transformó: elegante, con más curvas, aún fuerte, pero innegablemente femenino. Confuso, furioso y sonrojado tanto por la rabia como por la vergüenza, Mario (ahora una mujer) fulminó a Bowser con la mirada.

—¡¿Qué demonios me hiciste?!

Bowser se acercó, altivo, con los brazos cruzados, los ojos brillantes: "Siempre arruinas mis planes. Siempre tomas lo que es mío. Así que ahora... tú vas a ser mía. Lucirás deslumbrante de blanco en nuestra boda. Y no te preocupes, si te portas bien, puede que deje ir a tu preciosa Peach y a Luigi." Los vítores de los Koopas fueron casi ensordecedores para nuestro héroe fontanero.


El Día de la Boda (¡Un Horror en Rosa!)

Las campanas de boda del Castillo de Bowser resonaron con un tintineo burlón y metálico. La luz del fuego pintaba las paredes de piedra, y un centenar de Koopas se sentaban en hileras de improvisadas bancas, vitoreando y aplaudiendo con sus garras. 

Al otro extremo del salón de baile iluminado por la lava, Bowser, con un impecable esmoquin blanco, sonreía ampliamente, mostrando sus colmillos. Peach y Luigi colgaban en jaulas mágicas, golpeando los barrotes con desesperación.

Y allí, de pie en un vestido de encaje y seda, con un velo que temblaba sobre su rostro sonrojado, estaba Mario. Ya no era el héroe que todos conocían, sino una hermosa mujer, transformada por el cruel hechizo de Kamek. Mario estaba en la entrada, su vestido blanco fluyendo con el resplandor de fuego del salón de baile. Su largo cabello negro caía por su espalda, enmarcando los delicados rasgos de su rostro.

Su mandíbula, antes fuerte, se había suavizado, y sus mejillas ahora estaban acentuadas con un sutil rubor. Sus brillantes ojos azules brillaban bajo largas pestañas, y sus labios eran carnosos y rosados.

Mario no pudo evitar sentir una punzada de autoconciencia. Su complexión atlética se había transformado en una figura curvilínea y femenina, sus músculos reemplazados por suaves curvas. Su vestido de novia abrazaba su cuerpo de una manera que la hacía sentir avergonzada y extrañamente empoderada.

Mario miró sus manos femeninas, recordando la sensación de fuerza que alguna vez tuvieron. Pero ahora, temblaban con la incertidumbre de su nueva forma. 

—Sonríe para la multitud, princesa —rugió Bowser, su voz resonando por el pasillo—. Camina por el pasillo, di "Sí, acepto", y tus amigos quedarán libres.

Los puños de Mario se apretaron contra los guantes de satén, su corazón latiendo con rabia y vergüenza. —¿Ah sí? Ya veremos... —murmuró, dando su primer paso por el pasillo. —Sí, veremos, Mario —rugió Bowser con una carcajada—. ¡Me encanta tu espíritu! Pero hoy eres mi pequeña princesa. Los ojos de Mario brillaron bajo el velo. "No apuestes por eso, Bows—" Sus palabras fueron interrumpidas cuando la multitud de Koopas se puso de pie, vitoreando y pisoteando. Kamek flotaba en su escoba junto al altar, con sus túnicas ondeando. "¡La boda va a comenzar! ¡Presentando el contrato mágico que unirá a estos dos en matrimonio!" Con un floreo, produjo un pergamino que brillaba con encantamientos. Mario examinó el documento. Si firmaba eso, sería de Bowser para siempre... Intentó darse la vuelta, solo para darse cuenta de que su vestido estaba anclado mágicamente, obligándola a avanzar. Kamek sonrió. 

—¡¿Qué es esto?! —espetó Mario. —El vestido está encantado. ¡No hay escapatoria del destino, princesa! —Bowser sonrió. Mario apretó los dientes, dando otro paso.  El pastel de bodas se alzaba detrás del altar, una imponente confección de varios pisos. Bowser sonrió con suficiencia. —¿Te estás echando para atrás? ¡No te preocupes, no puedes escapar! "No se equivoca", la mente de Mario se dio cuenta de que estaba atrapada en el vestido, sus amigos enjaulados y el castillo invadido por sus secuaces.

Por primera vez, Mario se sintió verdaderamente indefensa. La única salida era seguir adelante. Pero mientras Mario miraba por el pasillo, una idea se encendió en su mente. No podía atacar a Bowser directamente, pero ¿y si explotaba el pastel? Mario sonrió. "No necesito correr, Bows... ¡Estoy justo donde quiero estar!" La ceremonia comenzó. La sonrisa de Bowser nunca decayó, y Mario se encontró caminando por el pasillo, cada paso acercándola a los votos finales que sellarían su destino. Peach y Luigi gritaban desde sus jaulas, instándola a resistir. Mientras se acercaba al altar, Mario miró hacia el pastel, observándolo con una chispa traviesa. Si lo cronometraba bien, podría enviar el pastel volando hacia la multitud, causando caos y distracción. Kamek sostenía el pergamino en alto, listo para presentarlo para la firma.

—Queridos y fieles secuaces. Nos reunimos hoy aquí... —Se volvió hacia la pareja—. Para presenciar la unión de nuestro glorioso rey, Bowser, y su encantadora futura esposa, la Princesa Mario.  Kamek sonrió maliciosamente y se volvió hacia Mario. —Princesa Mario, ¿aceptas al Rey Bowser como tu esposo? ¿Prometes amarlo, honrarlo y obedecerlo desde este día en adelante, abandonando a todos los demás, para bien o para mal, incluso después de que el Reino Champiñón caiga ante el poder de la Tropa Koopa? Mario apretó los dientes, su mente corriendo en busca de cualquier salida. —¿Sí, acepto? —dijo Mario con vacilación.  Un jadeo recorrió la sala, y la sonrisa de Bowser se ensanchó como la de un tiburón. —¡Perfecto!  Los ojos de Kamek brillaron. "¡Entonces es el momento!" Movió su varita, y el contrato se desenrolló. Mario sintió una fuerza mágica tirando de su mano, obligándola a firmar. Mario luchó contra la magia, pero falló. Tan pronto como firmó su nombre, pudo sentir la magia recorrerla, fijando su forma. Y con eso, Mario firmó su vida, sellando su destino como esposa de Bowser. La multitud estalló en vítores, y Peach y Luigi bajaron la cabeza en señal de derrota. Mario estaba de pie en su vestido de novia, ahora ligada para siempre como mujer y a Bowser. Bowser rugió en victoria, y Mario solo pudo mirar el contrato firmado, su corazón hundiéndose. 

—¿Tú, Rey Bowser, tomas a la Princesa Mario como tu esposa? —¡Definitivamente sí! —Bramó Bowser. ] Al completarse los votos, una ola de energía mágica barrió la sala, sellando el destino de Mario. Ahora era la esposa de Bowser, ligada por la magia y el deber. El salón de baile estalló en celebración, los Koopas bailando y vitoreando salvajemente. Bowser agarró a Mario, acercándola para un beso triunfal. Mario luchó, empujando contra su pecho, pero el beso era inquebrantable.



El Baile Nupcial y el Giro Cruel del Destino

Mario, todavía aturdida por el hechizo, fue arrastrada del altar y obligada a bailar con Bowser. Su mente estaba desesperada por encontrar una salida a este lío. Entonces recordó el trato. —Está bien, Bowser, cumplí mi parte del trato. ¡Ahora libera a la princesa y a mi hermano! —le dijo a Bowser mientras se veía obligada a bailar. La pista de baile se llenó, y Mario se encontró rodeada. Bowser se rió, haciendo girar a Mario por el suelo. "¿Disfrutando de nuestro primer baile, Princesa Mario? Es una pena que no hayamos podido hacer esto en otras circunstancias..."  Mario lo miró con furia. "Sí, qué lástima. Ahora, sobre ese trato—" Pero antes de que pudiera terminar, la música se intensificó, y el baile se volvió más frenético. Bowser se inclinó, su aliento caliente en la cara de Mario. "Ahora eres mi esposa, princesa. Acostúmbrate."  Mario hizo una mueca mientras las manos de Bowser recorrían su cuerpo, una mezcla de ira y vergüenza inundando su rostro. Pero sabía que esto era solo el comienzo de sus problemas... Mario intentó concentrarse en la música, pero su mente giraba con pensamientos de escape. "¡Libera a la princesa y a Luigi!", exigió. Bowser la acercó más, su aliento caliente contra su cuello. Bowser aprovechó el momento y la besó de nuevo, su lengua explorando su boca. Mario luchó, intentando apartarse, pero la multitud enloqueció. La música llegó a un punto álgido, y Bowser la hizo girar, su mirada devorándola. —Solo disfruta la fiesta, princesa —Bowser sonrió con suficiencia—. Te lo has ganado. Mario lo fulminó con la mirada, sus mejillas enrojecidas.  —En cuanto a la princesa y tu hermano... —Bowser sonrió. Bowser la llevó de la pista de baile a una silla con forma de trono.  Bowser la besó. Mario se sorprendió de lo profundo que fue el beso. "¡Mmmmf!", exclamó. Cuando se separaron, Mario miró las jaulas. "¡Está bien, ganaste. Ahora deja ir a mi hermano y a Peach!", exigió. "Por supuesto", dijo Bowser mientras los liberaba. Mario sintió que su rostro se ponía completamente rojo. Intentó cubrir su rubor con las manos.

Peach y Luigi vitorearon a Mario, con sus rostros radiantes. "¡Mario! ¡Lo hiciste! ¡Nos salvaste!", exclamaron, abrazándola. Pero Mario solo pudo sonrojarse y balbucear. Se sentía tan extraña, tan vulnerable, y no estaba segura de cómo volvería a enfrentar al Reino Champiñón, o a su hermano. —¡No lo haces... yo... ¡soy una mujer ahora! ¡Él me convirtió en una chica, Luigi! —exclamó Mario. Luigi la miró, con confusión en su rostro. —¿De qué estás hablando, Mario? Siempre has sido una mujer. Eres la hermana de Peach. 

—¡Mwahahahaha! ¿Lo entiendes ahora, princesa? —Bowser se rio mientras Mario se quedaba allí en shock. 

El hechizo de Kamek no solo había transformado el cuerpo de Mario, sino que también había reescrito la realidad y los recuerdos de todos, ¡excepto los de Mario y Bowser! Para el Reino Champiñón, Mario siempre había sido una mujer, la hermana de la Princesa Peach. Su heroísmo, sus aventuras, todo permanecía, pero su género había sido alterado en la memoria colectiva. Mario no solo estaba atrapada en un cuerpo femenino y casada con Bowser, ¡sino que nadie recordaba que alguna vez había sido un hombre!

El reinado de Bowser, con la Princesa Mario como su esposa forzada, había comenzado. Y para Mario, la verdadera batalla apenas había empezado.



FIN
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