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viernes, 27 de junio de 2025

El Deseo Prohibido (o Casi): de Timmy (Tres)




La Farsa Interminable: El Deseo de Timmy que Salió Terriblemente Mal (Continuación)

Timmy Turner, atrapado en el cuerpo de Trixie Tang, no tuvo más remedio que enfrentar la realidad de su irreversible deseo. Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses. El pánico inicial de su transformación permanente dio paso a una desesperación silenciosa. Intentó deshacer el deseo, rogó, amenazó a Cosmo, pero el hada se mantuvo firme en su interpretación literal: "Pediste tener el cuerpo, Timmy. No pediste volver. ¡Dientes y deseos, es la regla!", repetía, con una sonrisa que ahora le parecía a Timmy la más cruel de todas. Wanda, atada por las reglas de los padrinos mágicos, solo podía observar con pesar la desdicha de su ahijado.

Para evitar la confrontación con la verdadera Trixie (que, gracias al deseo secundario de Timmy, había desaparecido del recuerdo de Dimmsdale, como si nunca hubiera existido), Timmy (como Trixie) tomó la decisión más difícil. Dejó Dimmsdale. Se subió a un autobús con el poco dinero que "Trixie" tenía y se dirigió a otro estado, a una ciudad donde nadie la conociera, donde su nueva identidad no levantara sospechas.

Los padres de Timmy, destrozados por la desaparición inexplicable de su hijo, llenaron Dimmsdale de carteles de "Se Busca", con la imagen sonriente de su querido Timmy. La televisión local emitió reportajes, los vecinos se organizaron en grupos de búsqueda. Pero Timmy, ahora Marina (su nuevo nombre improvisado para evitar la atención de ser "Trixie Tang" en un nuevo lugar), veía esos carteles en las noticias de la televisión de moteles baratos y sentía una punzada de dolor indescriptible. No podía regresar. No había vuelta atrás. Su deseo sin reglas, el más tonto que se le pudo ocurrir a un niño de diez años, lo había condenado para siempre.

La vida en la nueva ciudad fue brutal. Marina, con su inexperiencia y su mente de niño atrapada en un cuerpo de mujer hermosa, pronto se dio cuenta de que la belleza no siempre traía privilegios, sino a menudo peligros y explotaciones. Sin educación formal más allá de lo que sabía Timmy, sin habilidades laborales para la vida adulta, y con una apariencia que atraía miradas indeseadas, Marina cayó en una espiral descendente.

Se vio forzada a tomar trabajos "no muy decentes". Empezó en bares de mala muerte, donde su aspecto le abría puertas, pero la exponía a la vulgaridad y el acoso. Luego, pasó a trabajos aún más oscuros, viviendo de propinas y favores, siempre al borde de la ley, siempre huyendo de problemas. La inocencia de Timmy se desvaneció por completo, reemplazada por una dureza forzada, una capa de cinismo que la protegía del mundo. Aprendió a manipular, a mentir, a usar su cuerpo como una herramienta para sobrevivir.

La persona que había sido Timmy Turner el chico de la gorra rosa que solo quería un helado gigante o una bicicleta voladora, se desdibujó hasta casi desaparecer. No hubo una gran lección de empatía, solo una cruda educación sobre la supervivencia. Marina se volvió una "mujer fácil", no por elección, sino por necesidad, una víctima de su propio deseo estúpido y de la crueldad de una realidad que nunca imaginó.

Con el tiempo, la desdicha se convirtió en una rutina. Se acostumbró a la soledad, a los peligros, a la mirada juzgadora de algunos y la lascivia de otros. A veces, al mirarse en un escaparate, veía la imagen de Trixie Tang, la chica que una vez idealizó, y sentía un vacío inmenso. No había triunfo, no había felicidad, solo la cruda resignación de un deseo que había salido terriblemente, irreversiblemente mal. Y en algún lugar, un padrino mágico sonreía, ajeno al infierno que había desatado.

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