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lunes, 4 de agosto de 2025

El día que la envidia corroyó a un admirador de Dafne Blake parte 3


 

La noche terminó con un ambiente de camaradería inusual. Después del misterio del teatro, la pandilla y Alejandro se dirigieron a una popular hamburguesería, donde las risas y las charlas llenaron el aire. La tensión del beso en el teatro se disipó bajo el aroma de las papas fritas y la atmósfera relajada.

Alejandro: "Gracias, chicos, lo he pasado fenomenal. Ya veo por qué les gusta tanto hacer esto." Miró a cada uno de ellos, su sonrisa pareciendo genuina. Luego, sus ojos se posaron en Dafne, una mezcla compleja de emociones ocultas en su mirada. "Y gracias en especial a ti, Dafne, por haberme invitado y hacerme conocer a estas personas tan maravillosas." Su voz era suave, cargada de un significado que solo él entendía por completo.


Dafne: "¡Ay, Alejandro! ¡Me alegra tanto que te hayas divertido! ¡Sabía que te gustaría!" Le sonrió, completamente ajena a la tormenta interna que se libraba en él. "La verdad es que es muy emocionante, ¿verdad? Y sí, ¡mi pandilla es la mejor! ¡Nos alegra mucho que hayas venido y que les hayas caído tan bien!"

El corazón de la chica todavía revoloteaba un poco por los besos, pero lo atribuía a la emoción del día y a la nueva conexión con Alejandro. "¡Gracias a ti por venir y por ayudarnos a resolver el misterio! ¡Eres un gran detective! ¡Espero que podamos repetirlo pronto!" Dafne Le dio un pequeño empujón juguetón en el hombro, con la energía que siempre le ha caracterizado. La noche había sido perfecta, y para ella y pensaba que, solo era el comienzo de una nueva y emocionante amistad.

En la oscuridad de su habitación, Alejandro no podía conciliar el sueño. La noche se había transformado en un torbellino de pensamientos, cada uno más inquietante que el anterior. La imagen de Dafne, su risa, sus ojos brillantes, y la sorprendente pasión de sus besos, se repetían sin cesar en su mente.



¿Por qué ese beso lo hacía dudar? La euforia inicial de la luna llena se había desvanecido, reemplazada por una amarga realización. Se había enamorado. Un amor prohibido, nacido de la manipulación y la ambición, ahora lo carcomía desde dentro.

Aún tenía más de diez días antes de la luna nueva para visitar al brujo, pero la verdad era que ya no podía hacer nada. Las condiciones se habían cumplido. La pócima había sido ingerida por ambos, el beso había sellado el inicio del intercambio. Si no cumplía su parte del trato, no solo perdería su alma de la peor manera, sino que moriría.

No había vuelta atrás. La vida de Dafne, ese sueño obsesivo que había alimentado desde que la vio por primera vez hace casi un año, se cernía sobre él. La fantasía de ser ella, de poseer su encanto, su popularidad, su emocionante vida, ahora se sentía como una jaula. Había deseado ser Dafne, pero en el proceso, había descubierto que deseaba a Dafne por sí misma. Y esa revelación, ahora que era irreversible, era su verdadera condena. La cuenta regresiva hacia la luna nueva continuaba, inexorable.

Los días que siguieron al baile y el beso en el teatro fueron una tortura para Alejandro. No dejaba pasar una sola oportunidad de ver a Dafne. Cada encuentro era una mezcla agridulce de anhelo y desesperación, la culpa carcomiéndolo mientras el plazo de la luna nueva se acercaba implacable. Observaba cada uno de sus gestos, su forma de reír, su espontaneidad; todo lo que pronto sería suyo, pero a un precio impensable.

El siguiente lunes, al verla en la universidad, la detuvo, su voz teñida de una necesidad que iba más allá de la simple compañía.

Alejandro: "¡Hola, hermosa! ¿Tienes algo de tiempo?"

Dafne: "¡Hola, Alejandro! ¡Claro que sí! Justo iba para la cafetería a tomar un café. ¿Pasa algo? ¿Necesitas ayuda con algo de la carrera o.?. hay algún misterio por ahí que me tenga que enterar?" Le sonrió, sintiéndose genuinamente feliz de verlo, su ánimo tan brillante como siempre, sin atisbo de la inminente tormenta que vendría. "¡Ven, vamos! Te invito el café y me cuentas."

Alejandro: "Claro, quiero hablar contigo de algo muy serio." Su voz adquirió un tono grave, inusualmente sombrío para un lunes por la mañana. La preocupación en su rostro era palpable, y por un momento, Dafne sintió un escalofrío, algo que no tenía que ver con el clima.

Dafne: "¡Oh! ¿Algo serio? Ahora sí me pones nerviosa, Alejandro," dijo, con un tono que seguía siendo ligero, intentando disipar la tensión que él había introducido. "¿Es sobre algún misterio? ¿O de tus clases? ¡Anda, dime! Sabes que puedes contarme lo que sea." Entonces Le dio un apretón amistoso en el brazo, guiándolo hacia una mesa vacía en la cafetería, lejos del bullicio de los demás estudiantes. Su curiosidad de periodista se había encendido, pero también una genuina preocupación por su amigo.

Alejandro: "No es nada de eso, Dafne. Mira... hemos convivido bastante estos meses y hemos cruzado una línea. Por eso, seré claro y conciso." Alejandro hizo una pausa, sus ojos buscando los de Dafne con una intensidad que casi la hizo contener la respiración. "Dafne, ¿quieres ser mi novia? O, si se te hace menos formal... ¿quieres salir conmigo?"


Dafne: Mi corazón dio un vuelco. Me quedé mirándolo, procesando sus palabras. Sus mejillas se encendieron de repente, y sintió una oleada de sorpresa y... ¿alivio? Desde los besos en el teatro, una parte de ella había estado esperando eso, sin atreverse a admitirlo.

"¡Oh, Alejandro! ¡Vaya! ¡Me has dejado sin palabras!" Rio nerviosamente, sus manos estaban buscando su taza de café como un ancla. "Pues... sí. Sí, quiero. Quiero salir contigo, Alejandro." Le sonrió, un poco abrumada pero genuinamente feliz. "Es que... creo que me gustas mucho, ¡Y me encanta pasar tiempo contigo! Eres tan atento y... y me haces sentir muy especial."

Alejandro: "¿En verdad? ¿No estoy soñando?" La voz de Alejandro se quebró, esta vez con una vulnerabilidad genuina, una mezcla de asombro y una profunda tristeza. Sus ojos, antes calculadores, ahora reflejaban una confusión dolorosa. "Es que... no pensé que querrías una relación. Como tienes a Fred... siempre tan cercano, tan 'el galán' de la pandilla, pensé que preferías estar sin compromiso. Pero... pero en verdad me haces muy feliz, Dafne." Su mirada, cargada de un arrepentimiento que no podía expresar, buscaba una conexión real, incluso mientras la trampa se cerraba.

Dafne: "¡Claro que es verdad, Alejandro! ¡No estás soñando!" Dafne río, sintiendo una felicidad radiante que la envolvía. "Y en cuanto a Fred... él y yo siempre hemos sido solo muy buenos amigos y compañeros de misterios. ¡Es como un hermano para mí! ¡Siempre lo ha sido! No, no estoy comprometida, ni lo he estado." Sus ojos buscaron los de Alejandro, un brillo de afecto en ellos. "Y tú... tú también me haces muy feliz, Alejandro. Mucho."

Dafne se sentía en la cima del mundo. La confesión de Alejandro había disipado cualquier pequeña duda que pudiera haber albergado, confirmando los sentimientos que habían florecido en su corazón. Era el inicio de algo nuevo y emocionante, algo que sentía que había estado esperando sin saberlo. Estaba completamente ajena a la compleja red de engaños que se tejía a su alrededor, o al dilema moral que ahora carcomía a Alejandro. Para ella, el futuro se veía más brillante y lleno de posibilidades que nunca, mientras que para él, cada palabra de Dafne era una punzada más de un amor que había llegado demasiado tarde.

Pero ella no sabía lo que vendría a continuación, y de lo cual Alejandro se estaba empezando a arrepentir con cada fibra de su ser. El reloj seguía avanzando hacia la luna nueva, y con cada momento que pasaba junto a Dafne, el peso de su inminente traición se volvía insoportable. Una desesperación silenciosa se apoderó de él: necesitaba pasar la mayor cantidad de tiempo posible con ella, absorber cada risa, cada gesto, cada matiz de la Dafne que pronto dejaría de ser, no por elección de ella, sino por su propia y terrible ambición. Por eso, Alejandro le hablaba a todas horas y buscaba verla con una frecuencia casi febril, una necesidad de aferrarse a lo que estaba a punto de perder para siempre.

Alejandro (en un mensaje de texto): "Hola, Dafne. ¿Cómo va tu clase de periodismo? Solo quería saber si estabas bien."

Dafne (respondiendo con un emoji de corazón): "¡Hola, Alejandro! Va genial, ¡muy interesante! Y sí, estoy súper bien. ¿Tú qué tal? ¿Ya terminaste con tus lecturas de leyes o sigues en modo 'videojuegos'?"

Alejandro (en un mensaje de texto): "Ambos, rojita. He jugado y estudiado. Y pensado en ti. Pero más que nada, extrañándote."

Dafne (respondiendo con una sonrisa en el rostro): "¡Ay, Alejandro! ¡Eres un lindo! ¿'Rojita'? Me encanta, es muy tierno. Y yo también he pensado en ti hoy. ¡Ya quiero verte! ¿Cuándo salgas de clases te vienes a la cafetería? Así me cuentas si ya te rendiste con el trabajo de leyes por hoy y me ayudas a planear mi próxima aventura de misterio. ¡Necesito un compañero de equipo extra!"


Los mensajes de texto se habían convertido en un constante hilo conductor de su día, un reflejo de la nueva intimidad entre ellos. Para Dafne, cada mensaje de Alejandro era una chispa de emoción, una confirmación de su creciente romance. No percibía la desesperación subyacente en el apego de Alejandro, ni la amarga ironía de su nuevo apodo, "rojita", un término de cariño que sellaba el vínculo que él pronto rompería de la manera más brutal. La cuenta regresiva hacia la luna nueva seguía su curso, implacable, tejiendo el destino de ambos.

 

La Confrontación Final

El aire denso y el olor a incienso del Mercado de Sonora parecían más opresivos que nunca. Alejandro llegó al puesto del brujo, su corazón un tambor frenético en su pecho. El anciano lo miró, sus ojos penetrantes como si pudieran leer en lo más profundo de su alma.

Brujo: "Sabía que vendrías hoy. Todo está escrito. Y también sé de tus dilemas."

Alejandro: "¿Cómo es eso posible? Sé que eres poderoso, pero ¿en verdad lo sabes?"

Brujo: "Te has enamorado de la chica, ¿verdad?" El brujo no vaciló, la pregunta era una certeza en sus labios.

Alejandro: "Así es. Pero creo que ya no hay vuelta atrás, ¿o sí la hay?" La voz de Alejandro era apenas un susurro, una mezcla de desesperación y una esperanza que él mismo sabía que era inútil.

Brujo: "No la hay." La voz del brujo era fría e inquebrantable. "Tú serás Dafne Blake en un par de días. Y así como no puedes hacer nada para detenerlo, lo mismo será con el pago. Y bien sabes cuál es: tu alma."

El brujo extendió una mano huesuda, esperando el pago prometido. Alejandro lo miró, el miedo y el arrepentimiento peleando una batalla final en sus ojos. Había conseguido su sueño, pero el precio era más alto de lo que jamás imaginó.



El Precio del Alma

Un escalofrío de resignación recorrió a Alejandro. El miedo, el amor y la ambición se fundieron en un nudo en su garganta. Sin decir una palabra, sacó una pequeña navaja de su bolsillo, la misma que usaba para afilar sus lápices de dibujo. Con un gesto rápido y decidido, se cortó la yema de un dedo. La sangre, roja y viva, brotó, cayendo en la mano extendida del brujo.

Brujo: "El pacto ha quedado sellado," dijo el anciano, observando la sangre con una satisfacción perversa. "Ahora te voy a explicar qué va a pasar:"

  1. "Cuando comience el ciclo de la luna nueva, ella caerá enferma, aunque pensarán que no es más que un resfriado. Tú también te enfermarás, pero tu malestar será mucho más doloroso. Los doctores no sabrán qué tienes."
  2. "A la mitad del ciclo, ella se irá recuperando, pero tú vas a empeorar. Es probable que te hospitalicen."
  3. "Dos días antes de que termine el ciclo, tu alma abandonará tu cuerpo y buscará a quien bebió la pócima contigo."
  4. "Al mismo tiempo, el alma de Dafne abandonará su cuerpo. Esto será en la noche y para ella nadie se dará cuenta. Pero tú, en el hospital, parecerá que tu corazón se detuvo. Estarás muerto, o más bien, tu cuerpo por un par de minutos, hasta que el alma de la chica entre."
  5. "Tú te vas a levantar como si nada, en su cuerpo, y ella entrará en coma. De ahí, será su fuerza de voluntad si vive o muere."
  6. "Tú obtendrás todo lo de Dafne: sus recuerdos, sus maneras de hablar, de pensar, sus movimientos corporales y, además, todo lo tuyo. Pero.. siempre sabrás que eres Alejandro."
  7. "Si ella sobrevive, también obtendrá tus recuerdos y podrá usarlos para vivir como tú. Pero... también sabrá que fue Dafne. Sin embargo, ella no podrá hablar de esto con nadie. Estará obligada a comportarse como tú, a hablar como tú y a no revelar a nadie quién fue."
  8. "La única persona con la que puede hablar de esto es contigo, y eso si tú lo decides. La clave es que tú empieces esa conversación."

"Bien, eso es todo," concluyó el brujo. "Puedes evitar hablar de esto, y Dafne estará obligada a ser tú. Pero eso, tú lo decides."

Alejandro, con el dedo vendado y el alma firmada, salió del mercado con el peso del destino sobre sus hombros. La cuenta regresiva había comenzado.

Los Primeros Síntomas

El primer día del ciclo de la luna nueva había llegado, y con él, el inicio de la terrible transformación. Alejandro, con el corazón encogido, tomó su teléfono y escribió a Dafne.

Alejandro (en un mensaje de texto): "¿Cómo estás? Yo estoy un poco enfermo."

Dafne: "¡Qué raro! Yo también me siento como resfriada. Tengo el cuerpo cortado y la nariz me fluye. Pensé que era el cambio de clima. ¿Tú qué tienes?"

Alejandro: "Yo tengo dolores, no sé de qué son. Pero me voy a ir al doctor a ver qué me dice. Tú descansa y recupérate."

La conversación, simple y cotidiana en la superficie, era en realidad el eco de la maldición que se cernía sobre ellos. El proceso de cambio había comenzado, y cada dolor, cada estornudo, era un paso más hacia el inevitable desenlace. La inocente Dafne creía que se trataba de un resfriado, mientras que Alejandro, con el conocimiento de lo que estaba ocurriendo, se preparaba para el dolor y la metamorfosis de su vida, sabiendo que no había nada que pudiera hacer para detenerlo. La cuenta regresiva había llegado a cero.


La Visita al Hospital

La mitad del ciclo de la luna nueva había llegado. Mientras Dafne ya se sentía completamente recuperada, con su energía habitual, Alejandro había empeorado. Los dolores se intensificaron y, finalmente, fue hospitalizado. Preocupada por su novio, Dafne corrió a visitarlo. Lo encontró pálido y débil, conectado a varios aparatos en una cama de hospital. La vista le rompió el corazón.

Dafne: "¡Alejandro! ¡Aquí estoy! Por Dios, ¿Qué te ha pasado? Estoy tan preocupada por ti... Los doctores no me quisieron decir mucho, solo que no saben qué tienes. Yo ya me siento perfectamente bien, como si nunca hubiera tenido ese resfriado. ¿Qué te duele? ¿Hay algo que pueda hacer por ti?" Con lágrimas en los ojos, tomó su mano con delicadeza, sintiendo un escalofrío por su piel helada.

Alejandro: "Rojita, me duele mucho. No sé qué es lo que tengo y los doctores no me dicen tampoco nada a mí. Y mis padres tampoco. No sé si vaya a sobrevivir. Pero quiero que sepas algo... Te amo. Quizá no lo creas, pero te amo. Y pase lo que pase, quiero que sepas que no miento. Y quiero decirte algo..."

En ese momento, la voz de Alejandro se apagó. Sus ojos se cerraron y el monitor al que estaba conectado emitió un pitido largo y sostenido, señalando la entrada en coma. Dafne entró en un llanto silencioso, sus lágrimas cayendo sobre la mano fría de Alejandro. No había nada que pudiera hacer.

Dafne: "¡Alejandro! ¡No, no, no! No puedes dejarme... ¡No me dejes! Yo también te amo... te amo con todo mi corazón, ¿escuchas? Por favor, despierta... por favor, no te vayas. ¿Qué te está pasando? Los doctores tienen que saber... ¡alguien tiene que saber qué hacer! Despierta, Alejandro... no me dejes aquí sola." Se inclinó sobre su mano, sollozando, sin soltarlo.

Una Espera Agonizante

Dafne fue sacada de la habitación de Alejandro por una enfermera, sus sollozos resonando en el pasillo. Fue llevada a una sala de espera, donde los padres de Alejandro, el Sr. y la Sra. Villa, la recibieron con miradas de angustia. La Sra. Villa, con los ojos hinchados de tanto llorar, se levantó de inmediato para abrazar a Dafne.

Sra. Villa: "¡Dafne, mi niña! No te preocupes, va a estar bien... va a estar bien." Su voz se quebró, pero intentó sonar consoladora. "Los doctores lo están atendiendo. Nos han dicho que lo han llevado a terapia intensiva para monitorearlo de cerca."

Dafne: "Sra. Villa, yo... yo no entiendo qué pasó. Estaba hablando conmigo, me dijo que me amaba, y de repente... se apagó. ¿Qué le está pasando? Los doctores no me dicen nada... ¿Ustedes saben qué tiene?" Las lágrimas caían por sus mejillas mientras miraba a los padres, buscando una respuesta que nadie podía darle.

Sr. Villa: "No, hija, no lo sabemos. Ha sido un misterio para todos. Empezó con dolores hace días y luego fue empeorando. Los doctores no encuentran nada. Nos han dicho que sus órganos están sanos... pero algo lo está consumiendo por dentro." El Sr. Villa se acercó, poniendo una mano tranquilizadora en el hombro de Dafne. "Pero no te preocupes, lo están cuidando bien. Solo tenemos que tener fe."

Dafne: "Pero ¿por qué él? Justo ahora... cuando... estábamos tan bien. Yo sé que va a estar bien. ¡Tiene que estarlo! ¡Es Alejandro!" Dijo, más para convencerse a sí misma que a ellos. La esperanza y la desesperación peleaban una batalla interna en su corazón.



La Noche del Cambio

Los días se deslizaron en una agonía lenta. La habitación de Alejandro se llenó de un flujo constante de visitantes: amigos de la universidad, parientes lejanos, y por supuesto, la pandilla de Scooby. Todos estaban preocupados, incapaces de entender la misteriosa enfermedad que lo consumía. Dafne, sin despegarse de su lado, era la más afectada, consolada por todos mientras su propio corazón se rompía en pedazos.

Llegó la fecha fatídica, dos días antes de que terminara el ciclo de la luna nueva. En el instante preciso en que el ciclo comenzaba a desvanecerse, algo sobrenatural ocurrió. En el hospital, el corazón de Alejandro se detuvo. Los monitores emitieron un pitido largo y desesperante. Los médicos y enfermeras entraron en pánico, iniciando de inmediato las maniobras de resucitación.

Durante un minuto eterno, el cuerpo de Alejandro permaneció inerte, casi dado por muerto. Pero justo cuando la esperanza parecía extinguirse, su corazón comenzó a latir de nuevo, débil al principio, y luego con un ritmo constante. Seguía en coma, pero algo en sus ojos se sentía diferente, un brillo que ya no era el suyo. Mientras tanto, en algún lugar de la ciudad, un cuerpo se agitó en su cama, se sentó, y se levantó como si nada hubiera pasado. El cambio había sido completado.

Un Despertar Ajeno

El cuerpo de Alejandro, o lo que parecía serlo, abrió los ojos lentamente. La luz cegadora del hospital le hizo parpadear, y un coro de voces ahogadas se precipitó sobre él. El "nuevo Alejandro", sin embargo, estaba aturdido. Los recuerdos de una noche de misterio, una cena, un beso y una repentina debilidad, se agolpaban en su mente. Miró a sus manos, ajenas, grandes y fuertes, y sintió una confusión abrumadora.

Dafne se había despertado. O, al menos, su alma había despertado en un cuerpo que no era el suyo. La sensación de sus nuevas extremidades era extraña, una disonancia aterradora. En su mente, una tormenta de pensamientos se desataba: ¿Dónde estoy? ¿Qué me pasó? El recuerdo de la pócima, del brujo y de la advertencia de que "el alma de Dafne abandonaría su cuerpo" se presentaba en su memoria. Sabía lo que había sucedido, pero era una verdad tan monstruosa que su mente se negaba a aceptarla. Lo más impactante no era solo la transformación, sino que también los recuerdos de Alejandro estaban ahora alojados en su mente, como si fueran suyos, pero con una extraña distancia. Recordaba su infancia, sus amigos, sus clases, su plan... y su profundo arrepentimiento. Se sintió traicionada, manipulada y, sin embargo, extrañamente ligada al ser que ahora ocupaba su cuerpo.

La Lucha Silenciosa

Pasó una semana en el hospital. Los doctores, asombrados por su repentina recuperación, lo sometieron a una serie de exámenes que no arrojaron ninguna anomalía. Dafne, en el cuerpo de Alejandro, se vio obligada a actuar como si nada hubiera pasado. Se adaptó con una rapidez asombrosa, gracias a los recuerdos de Alejandro. Respondía a las preguntas de los médicos, de los padres de Alejandro, y de sus amigos, pero por dentro se sentía vacía, atrapada. La impotencia era su mayor tortura. No podía gritar, no podía pedir ayuda, no podía contarle a nadie lo que le había pasado. Los padres de Alejandro la veían como su hijo, feliz de que se hubiera recuperado. Los amigos de Alejandro la felicitaban por su "milagrosa" recuperación. Pero por dentro, Dafne estaba gritando, atrapada en un cuerpo que no era el suyo, obligada a vivir una vida que no le pertenecía. Lo único que la sostenía era el pensamiento de que el cuerpo de Dafne, su verdadero hogar, estaba ahora en el limbo, y esperaba, con todo su ser, que aún estuviera luchando.

La Nueva Dafne y la Agonía Silenciosa

La "nueva Dafne", con el alma de Alejandro en su interior, visitaba a Alejandro, en el cuerpo de Dafne, a diario en el hospital. A primera vista, la chica era idéntica a la Dafne de siempre: sus ojos azules brillaban con la misma calidez, su sonrisa era radiante, y su voz, dulce y melodiosa, llenaba la habitación. Se sentaba al lado de la cama, leía en voz alta para el cuerpo en coma, le contaba anécdotas sobre la universidad, los misterios de la pandilla y, con una ironía desgarradora, le hablaba de lo mucho que lo extrañaba y esperaba su recuperación.

Para el "nuevo Alejandro", sin embargo, cada visita era una tortura. A pesar de los recuerdos de Dafne en su mente, que le decían que esa chica era la dueña de ese cuerpo, su intuición y su alma gritaban lo contrario. Sabía, con una certeza que lo carcomía por dentro, que la persona que estaba sentada a su lado, hablándole con su propia voz y gesticulando con su propio cuerpo, era el ser que le había robado su vida. La imitación era perfecta, tan perfecta que se sentía como una burla cruel. La incapacidad de hablar, la regla impuesta por el brujo, lo tenía atrapado en un infierno de frustración.

En la mente de Dafne, atrapada en el cuerpo de Alejandro, el caos era absoluto. La voz de "su novia" era la voz de Alejandro, el rostro que la miraba con tanta devoción era el suyo. ¿Cómo podía ser? La mujer que amaba era la que la había traicionado. Pero la "nueva Dafne" no hablaba. Se comportaba con una normalidad aterradora. La impotencia era su única compañera. Sabía la verdad, pero estaba obligada a guardar un silencio que la estaba volviendo loca. Y cada vez que la "nueva Dafne" le tomaba la mano, o le sonreía, el corazón de Dafne, ahora en un cuerpo masculino, se rompía un poco más. La vida le había sido robada, y el ladrón estaba ahí, a su lado, fingiendo ser la persona que le había quitado todo.


Un Sueño Vacío

Alejandro, ahora en el cuerpo de Dafne, miraba la vida que tanto anheló con una sensación de vacío abrumador. Tenía la belleza, la gracia, el encanto y el círculo de amigos de Dafne. Tenía su inteligencia y su vivaz forma de ver el mundo. Había conseguido su sueño. Pero se sentía hueco, una cáscara. El beso que había sellado el pacto también había encendido un amor genuino por la mujer a la que le había robado la vida, y ahora el arrepentimiento era una agonía constante. Cada vez que se veía en el espejo, no veía a la Dafne de la que se enamoró, sino al Alejandro que había traicionado todo lo que amaba.

El cuerpo de Alejandro yacía en un hospital, con el alma de Dafne atrapada en un silencio impuesto, y él, el responsable, estaba sufriendo el peso de su propia ambición. Había logrado su objetivo, pero había perdido su alma en el proceso, y no solo por el pacto con el brujo, sino por la traición a su propio corazón.


A partir de este momento, el destino de Alejandro y Dafne está en sus manos queridos lectores.

¿Qué prefieres para el final de esta historia?

  • Final feliz: ¿Dafne logra sobrevivir y ambos encuentran una manera de revertir el hechizo, quizás con un nuevo pacto o un sacrificio? o quizá la resignación
  • Final trágico: ¿El amor de Alejandro es demasiado tardío y la historia termina con una pérdida devastadora para ambos?

Además, ¿te gustaría que la historia subiera de tono, explorando temas más oscuros, dramáticos y sexuales, o que se mantuviera en un tono más suave y romántico?

NO DEJES QUE UNA SOLA PERSONA DECIDA POR TI ASÍ QUE COMENTA Y DIME POR DONDE DEBERA IR LA HISTORA

 

domingo, 3 de agosto de 2025

¡EL PLAN MAESTRO DE CHARMCASTER FALLÓ! Ben y Gwen: ¡Un Día en el Cuerpo Equivocado! 🤯😂💥

 



¡EL PLAN MAESTRO DE CHARMCASTER FALLÓ! Ben y Gwen: ¡Un Día en el Cuerpo Equivocado! 🤯😂💥

El Duelo Inesperado y el Error Mágico

Era una tarde soleada después de clases en Bellwood. Ben y Gwen Tennyson caminaban discutiendo, como de costumbre, mientras regresaban a sus respectivas casas. La tranquilidad se rompió cuando una figura familiar surgió de la nada: Charmcaster.

"¡Tennyson! ¡Por fin!", gritó Charmcaster, sus ojos brillando con una determinación siniestra. "¡El Omnitrix será mío! Y tengo el hechizo perfecto para lograrlo."

Un orbe de energía púrpura comenzó a formarse en sus manos, pulsando con magia oscura. Ben, siempre impulsivo, se lanzó hacia ella. "¡No te saldrás con la tuya, Charmcaster!"

Pero Gwen, más analítica, vio la trayectoria del hechizo y su objetivo real. "¡Ben, no! ¡Quiere el Omnitrix, quiere tu cuerpo!", gritó, y en un acto reflejo, lo empujó fuera del camino justo cuando Charmcaster liberaba la magia. El hechizo, desviado por el empujón de Gwen, impactó de lleno en ambos primos.

Una luz cegadora lo cubrió todo. Cuando la neblina se disipó, Charmcaster los miró, con el ceño fruncido. El Omnitrix seguía en la muñeca del chico, pero... ¡esa no era la mirada de Ben! Y la chica que estaba a su lado tenía la expresión de terror del portador del Omnitrix. "¡No! ¡Imposible! ¡Se intercambiaron entre ustedes! ¡Mi hechizo falló por tu culpa, Tennyson!", gritó Charmcaster, con rabia, antes de desaparecer en una nube de humo, prometiendo regresar.

¡El Shock del Intercambio!

Ben, ahora en el cuerpo de Gwen, se tocó el rostro con manos más pequeñas y delicadas. "¡¿Gwen?! ¡Soy tú! ¡No puede ser!" Miró sus nuevas manos y luego a su primo, que ahora tenía su rostro. "¡Y tú eres yo! ¡Esto es lo peor que me ha pasado! ¿Qué vamos a hacer?"

Gwen, en el cuerpo de Ben, se sintió una náusea. Se miró las manos más grandes, el pantalón corto y la camiseta de Ben. Se tocó el pecho plano. "¡Ben! ¡Cálmate! ¡Esto es terrible! Charmcaster quería tu cuerpo para el Omnitrix, y ahora... ¡estoy atrapada en él! ¡Y tú estás en el mío!" Su rostro reflejaba una mezcla de terror y frustración. "Tenemos que... tenemos que fingir que todo está bien. Mañana hay escuela. ¡No podemos dejar que nadie sospeche!"

Ben asintió a regañadientes. "Sí, sí, supongo. Pero esto es... ¡rarísimo!"

El Horror de los Cuartos Ajenos

Llegar a casa fue la primera gran prueba.

Ben en el cuerpo de Gwen: Caminó por el pasillo hacia el cuarto de Gwen, preparándose mentalmente. Abrió la puerta y sus ojos se abrieron como platos. Las paredes pintadas en tonos pastel, peluches ordenados en la cama, estanterías llenas de libros de estudio y novelas de fantasía, un escritorio impecable con sus materiales perfectamente alineados. "¡Santo cielo! ¡Esto es... tan ordenado! ¡Y tan rosa! ¿Gwen realmente vive aquí? ¡Parece la habitación de una princesa!", murmuró con genuino horror, casi tropezando con una alfombra suave y esponjosa.

Gwen en el cuerpo de Ben: Entró al cuarto de Ben, ya con una sensación de aprensión. Al abrir la puerta, suspiró de alivio. "Bueno, al menos no está sucio, su mamá nunca lo permitiría", pensó. Pero el alivio duró poco. La cama deshecha con las sábanas por el suelo, cómics por todas partes, ropa tirada en una silla, un control de videojuego abandonado en el suelo, y un olor persistente a... ¡chili fries! "¡Increíble! ¡Este es el caos de Ben en estado puro! ¡Ni un solo libro, solo videojuegos y basura!", exclamó para sí misma, sintiendo una punzada de frustración por el desorden tolerable pero omnipresente.

La Pesadilla de la Ropa de Dormir

La noche llegó, trayendo consigo el siguiente nivel de incomodidad.

Ben en el cuerpo de Gwen: Fue al armario de Gwen y se quedó petrificado. Docenas de pijamas de seda, camisones con encajes, batas con olanes, todos en tonos suaves o con estampados florales. "¡¿Es en serio?! ¡¿Esto es lo que usa Gwen para dormir?!", murmuró. Escogió el menos "femenino" que encontró: un camisón de seda que, aunque no era transparente del todo, dejaba sus brazos y piernas completamente al descubierto. Se lo puso y se sintió ridículo, como si estuviera usando un disfraz. El tacto de la seda le picaba y la sensación de aire en sus piernas era extraña. "¡No puedo creer que tenga que dormir así!", se quejó en voz baja, sintiendo una brisa cada vez que se movía.

Gwen en el cuerpo de Ben: Buscó entre la ropa de Ben. Dos pares de pijamas viejas y gastadas, o lo que él consideraba pijamas: un pants gris descolorido y una camiseta de algodón con agujeros. "¡Esto es todo lo que tiene! ¡Ni siquiera es una pijama de verdad!", pensó con indignación. Se puso el pants y la camiseta. La tela era gruesa y pesada, nada que ver con sus suaves tejidos. Se sentía como un costal de patatas. Y el olor a "Ben" impregnado en la tela era... persistente. "¡Ugh! ¡Definitivamente necesito lavar esto mañana!", prometió, intentando no pensar demasiado en que eso era lo que Ben usaba siempre.

El Día de Escuela más Largo de la Historia

El sol de la mañana trajo consigo el pánico pues ambos prometieron tratar de cuidar el cuerpo del otro.

Desafío 1: El Baño y la Higiene Extrema. Ben en el cuerpo de Gwen: La ducha fue un ritual desconocido. Se sintió incómodo con los geles de baño florales y tuvo que recordar cómo usar el champú y el acondicionador sin hacerse un lío. El cepillado de dientes y el uso del hilo dental fueron una tortura. Y luego, el secado del cabello. ¡Gwen tenía un secador y un montón de cepillos! Ben simplemente lo secó con una toalla, dejándolo en un desastre semihúmedo. Gwen en el cuerpo de Ben: Entró al baño de Ben y suspiró. Un simple jabón, un champú genérico. La ducha fue rápida y eficiente. Intentó peinar el cabello de Ben, pero era inútil. Simplemente lo alisó con la mano. "¡Qué fácil es la vida de Ben en esto!", pensó con una mezcla de envidia y disgusto.

Desafío 2: El Dilema de la Ropa. Ben en el cuerpo de Gwen: El armario de Gwen era un festival de colores y estilos. Faldas, vestidos, blusas con encajes, pantalones ajustados, accesorios por doquier. "¡No sé qué ponerme! ¿Qué demonios significa 'combinar'?", murmuró desesperado. Al final, se puso unos jeans y una blusa sencilla que le parecían "normales", pero que para Gwen serían "demasiado casuales". Gwen en el cuerpo de Ben: Revisó el armario de Ben. Dos camisetas, dos pantalones, una sudadera. "¡Esto es todo! ¿Cómo puede vivir con tan poca ropa?", se preguntó, horrorizada. Eligió la camiseta menos arrugada y los pantalones menos sucios. La uniformidad la deprimió un poco.

Desafío 3: Las Familias Sospechosas. Ben en el cuerpo de Gwen: La mama de Gwen lo miró durante el desayuno. "Gwen, ¿estás segura de que te sientes bien? Estás comiendo el cereal tan rápido como tu primo. Y no has comentado sobre el nuevo episodio de tu programa favorito." Ben tuvo que forzar una sonrisa y decir: "Sí, mami, solo tengo mucha hambre hoy... y estoy pensando en un proyecto escolar." La Sra. Natalie Tennyson, sin embargo, parecía cada vez más desconcertada por la inusual "Gwen". Gwen en el cuerpo de Ben: El Sr. Carl Tennyson y el Abuelo Max lo observaron durante el desayuno. "Ben, ¿no vas a quejarte del brócoli en los huevos?", preguntó el Abuelo Max. Gwen, con un nudo en el estómago, comió el brócoli sin chistar. "Estoy... intentando comer más sano, Abuelo." El Abuelo Max y el Sr. Tennyson se miraron, intercambiando miradas de incredulidad y preocupación. "Nuestro Ben está enfermo", susurró el Abuelo Max.

Desafío 4: Los Amigos de la Escuela y los Mundos Opuestos.

Ben en el cuerpo de Gwen: En la escuela, las amigas de Gwen lo abordaron de inmediato. "¡Gwen! ¡Tenemos que hablar de la fiesta de este fin de semana! ¿Qué te vas a poner? ¿Y el drama de Derek y Emily? ¡No puedo creerlo!" Ben, en el cuerpo de Gwen, se sintió atrapado. Tuvo que forzar sonrisas, asentir con la cabeza y hacer comentarios vagos como "¡Sí, qué fuerte!" o "¡Totalmente!" El chismorreo, las conversaciones sobre maquillaje, ropa y los dramas amorosos de la escuela lo torturaban. Prometió hacerse pasar por Gwen, y eso significaba soportar la tortura. Intentó cambiar el tema a videojuegos, lo que le valió miradas de extrañeza. "Gwen, ¿estás segura de que eres tú? Pareces... desinteresada en la vida real."

Gwen en el cuerpo de Ben: En el patio de la escuela, los amigos de Ben lo saludaron con ruidosas palmadas en la espalda. "¡Hey, Ben! ¿Listo para el torneo de videojuegos de esta noche? ¡Y tengo un nuevo combo para el Puño de Four Arms que te dejará boquiabierto!" Gwen, en el cuerpo de Ben, intentó simular el entusiasmo de su primo, pero le resultaba difícil. Las conversaciones giraban en torno a puntuaciones de videojuegos, los últimos lanzamientos de figuras de acción alienígenas y las "mejores" técnicas de lucha para noquear a un matón. Las cosas que para los chicos eran "normales" y "emocionantes" para Gwen sonaban violentas, absurdas y sin sentido. Cuando un amigo le mostró un nuevo truco de patineta que casi lo lleva a una caída dolorosa, Gwen se preocupó genuinamente por su seguridad. "¡Ben, eso es peligroso! ¡Deberías tener más cuidado!", exclamó, lo que dejó a su amigo boquiabierto. "Amigo, ¿qué te pasa? ¿Desde cuándo eres mamá?" Gwen solo pudo encogerse de hombros, intentando imitar la despreocupación de Ben, pero por dentro sentía pánico.

El Regreso Inesperado de Charmcaster

La tarde llegó, y el agotamiento se cernía sobre ambos primos. Ben, en el cuerpo de Gwen, estaba al borde de un ataque de nervios por la cantidad de "drama" que había soportado. Gwen, en el cuerpo de Ben, sentía que su cerebro se derretía por la superficialidad de las conversaciones masculinas.

Justo cuando Gwen (en el cuerpo de Ben) estaba a punto de activar el Omnitrix para una misión improvisada y liberar algo de estrés, una risa malévola resonó en el parque cercano a la escuela. Charmcaster había regresado, esta vez con más poder y un plan más audaz.

"¡Tennyson! ¡Te encontré! ¡Mi hechizo fue imperfecto, pero no soy una tonta! ¡Sé que estás en el cuerpo de tu prima! ¡Y ahora, con su cuerpo debilitado, será más fácil para mí tomar el Omnitrix para siempre!"

Charmcaster lanzó un nuevo hechizo de contención, dirigido directamente al cuerpo de Ben (que era Gwen). Gwen, en el cuerpo de Ben, reaccionó rápidamente. Con la experiencia de su primo ahora más arraigada gracias al artefacto y su propia inteligencia, activó el Omnitrix, y esta vez, logró transformarse en Cuatro Brazos, ¡un alienígena que requería fuerza bruta y reflejos rápidos!

"¡Déjame decirte algo, Charmcaster! ¡Estás a punto de recibir una paliza cortesía de Gwen Tennyson... en el cuerpo de Ben!" gritó Gwen (como Cuatro Brazos), lanzándose al ataque.

La batalla fue intensa. Gwen, usando el poder de Cuatro Brazos con una estrategia sorprendente, logró esquivar los hechizos de Charmcaster y golpearla con una serie de puñetazos calculados. Mientras tanto, Ben (en el cuerpo de Gwen), que había seguido a Gwen al parque, gritaba ánimos y ocasionalmente lanzaba un rayo de energía mágica verde, sorprendiendo a Charmcaster con la efectividad de los poderes de Gwen.

Finalmente, con un golpe bien colocado de Cuatro Brazos (Gwen), Charmcaster fue derrotada, su hechizo de intercambio se rompió justo antes de que se desmayara.

De Vuelta a la Normalidad: Lecciones Aprendidas (y Mucho Alivio)

Una luz cegadora, una sensación de familiaridad, y de repente, Ben y Gwen estaban de nuevo en sus propios cuerpos. Cayeron al suelo, respirando profundamente, el alivio inundándolos.

Ben se tocó su propio rostro, luego sus brazos. "¡Oh, gracias a Dios! ¡Mi ropa! ¡Mi Omnitrix! ¡Nunca más me quejaré de no tener muchos pijamas!" Miró a Gwen con una nueva apreciación. "Gwen, tu vida es... ¡tan complicada! ¡Y el chismorreo de chicas es más aterrador que Vilgax!"

Gwen se levantó, ajustándose el cabello y alisándose su propia ropa. "Y tú, Ben, tu vida es... ¡un desorden constante, llena de olores extraños y conversaciones sin sentido! ¡Y tu pijama es un insulto a la decencia! Pero... eres increíblemente bueno con el Omnitrix."

Ambos se miraron, una nueva capa de entendimiento mutuo formándose entre ellos. Habían pasado un día en los zapatos (y la piel) del otro, lidiando con familias, amigos, higiene personal y hasta la propia identidad. Las apariencias engañaban, y las vidas "fáciles" del otro eran, de hecho, un complejo laberinto de desafíos únicos.

"Nunca volveré a pensar que tu vida es sencilla, Ben", dijo Gwen con una sonrisa. "Y yo nunca más me quejaré de no tener muchos amigos, Gwen... ¡tus amigos son agotadores!", replicó Ben, y ambos rieron.

El intercambio de cuerpos había sido un calvario, pero también la lección de empatía más profunda que jamás habían recibido. Y al menos, ahora sabían exactamente cómo se sentía ser el otro.

FIN


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sábado, 2 de agosto de 2025

La Broma del Bati-Traje: El Legado que no debería ser para Carlos


La Broma del Bati-Traje

Carlos, un adolescente inmerso en el mundo de los superhéroes, no idolatraba a los superhéroes por sus poderes, sino por su intelecto y su fortaleza. De todos ellos, a quien más admiraba era a Batman. "Es el más cool", pensaba, "un simple mortal que con su ingenio y su voluntad se enfrenta a villanos invencibles". La vida de un vigilante enmascarado, pensaba, sería "increíble".

Un día, el destino, en su retorcida forma, lo puso cerca de la acción. Un incidente menor en la ciudad de Gotham, una refriega entre unos matones de poca monta y la Batifamilia. Carlos observaba desde la distancia, el corazón latiéndole de emoción. Vio a Batman, a Robin, y a Batgirl, ágiles y poderosos, surcando la noche. "Ser ellos", soñaba Carlos, "ser parte de eso, sería lo mejor que me podría pasar".

Lo que no sabía Carlos es que también por ahí andaba merodeando el Hada de las Bromas. Aburrida de la rutina, y viendo el brillo de deseo en los ojos de Carlos, la pequeña hada, con su magia caprichosa y su sentido del humor macabro, pensó en una broma estupenda. ¿Un niño que idolatra a Batman? Perfecto. Lo pondría en el cuerpo de Batgirl, la heroína que, sin él saberlo, estaba destinada a un destino sombrío.

Con un destello de luz verde y un suave zumbido, el hada hizo su magia todo para poder divertirse y matar el tiempo.

Carlos sintió un cambio repentino. Su cuerpo se sintió más ligero, sus músculos más flexibles, su silueta... diferente. Cuando el shock inicial pasó, se dio cuenta. Estaba en el cuerpo de la escultural Bárbara Gordon, ataviado con el ajustado traje morado y amarillo de Batgirl, las orejas puntiagudas del Murciélago ceñidas a su cabeza.

Al principio, una euforia salvaje lo invadió. "¡Soy Batgirl! ¡Es casi como ser Batman!", pensó con una risa nerviosa. Tenía los recuerdos de Batgirl, la agilidad, los conocimientos de artes marciales. Podía hacerse pasar por ella, y lo hizo. Durante los siguientes tres meses, Carlos, en el cuerpo de Bárbara, disfrutó de una vida que creyó gloriosa. Se sentía admirado, poderoso. Se lanzó a la acción con una imprudencia que Bárbara jamás habría tenido, gozando cada salto, cada golpe, cada victoria menor sobre los criminales de Gotham.

La auténtica Bárbara Gordon, por su parte, se despertó en el cuerpo de Carlos. Sus recuerdos de haber sido Batgirl se desvanecieron, reemplazados por la vida cotidiana de un adolescente. Sin las ansias de ser un superhéroe, la vida de "Carlos" fue... normal. Desconectada de la heroína que una vez fue, ajena al macabro intercambio.

Pero la broma del Hada, como todas las bromas de las hadas caprichosas, tenía un final. Y para Carlos, fue el más fatídico de los destinos.

Llegó el día en que la risa maniaca resonó en los oscuros callejones. El Joker. Carlos, en el cuerpo de Batgirl, se había enfrentado a él antes, pero nunca con la misma imprudencia. El villano, con su sonrisa retorcida, lo emboscó en el apartamento de Bárbara, tras un combate brutal y desigual. Carlos, abrumado por la locura del Joker, no pudo reaccionar a tiempo. Un disparo. Un dolor insoportable que recorrió su columna vertebral. Cayó al suelo, el cuerpo de Batgirl inerte, la sonrisa del Joker resonando en sus oídos mientras se alejaba.

Cuando despertó en una cama de hospital, la realidad lo golpeó como un puñetazo. No podía sentir las piernas. Los médicos, con rostros compasivos, le dieron el diagnóstico. Daño irreversible en la médula espinal. Paraplejia. El cuerpo escultural de Bárbara Gordon, ahora era una prisión.

Entonces, Carlos se dio cuenta. La vida de un superhéroe no era un juego. La adrenalina y la admiración venían con un precio, un precio que él, en su ignorancia y vanidad, nunca había considerado. No había una gran lección de redención, no hubo una vuelta a la normalidad. Solo la amarga ironía de estar atrapado en el cuerpo de una leyenda, condenado a la silla de ruedas, sin haber sido nunca realmente la heroína que admiraba, y con la mente de un adolescente que solo buscaba la gloria.

La desdicha se convirtió en su compañera constante. Se acostumbró a la silla de ruedas, a la dependencia, a la mirada de lástima de Batman y Robin. La "verdadera" Batgirl, la Bárbara Gordon que era ahora Carlos, nunca supo el destino que le había sido robado, viviendo su vida ordinaria, ajena al tormento de su antiguo yo. Carlos, por su parte, se pudrió lentamente en el cuerpo de la otrora vibrante Batgirl, una burla cruel de la vida heroica que tanto había anhelado. La broma del Hada había sido un éxito rotundo.

FIN

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viernes, 1 de agosto de 2025

La Condena de Josie: Un Alma Comprada Demasiado Cara


 

La Condena de Josie: Un Alma Comprada Demasiado Cara

Lucio, un estudiante de secundaria, albergaba un odio irracional hacia su maestra, la señorita Josie. La encontraba irritante, sus métodos aburridos, su voz monótona. Sin embargo, al mismo tiempo, envidiaba la vida que Josie aparentaba tener. La veía llegar en su coche, siempre impecable con sus trajes elegantes, y se imaginaba que su vida era de lujo, independencia y respeto. "Ella vive bien", pensaba Lucio, "ojalá yo pudiera tener esa vida, sin las estupideces de la escuela y con dinero".

Un viernes, mientras Lucio deambulaba por el bullicioso Mercado de Sonora, un lugar donde los deseos y los pactos a menudo se entrecruzaban con la realidad, una mujer joven y de belleza enigmática se le acercó. Sus ojos, profundos y oscuros, parecían ver a través de él. "Puedo ver tu alma, joven", susurró con una voz melodiosa. "Y conozco tus más profundos deseos. Anhelas la vida de otro, ¿no es así? La vida de tu maestra, Josie".

Lucio se quedó mudo, asombrado por la precisión de la mujer.

"El próximo viernes 13", continuó ella, entregándole un pequeño vial de cristal con un líquido amarillento y burbujeante. "Acércate a ella, sin ser visto, y vierte esta bebida en tu vaso. En el instante en que la bebas, tu alma saldrá de tu cuerpo, libre, y podrás apoderarte del suyo. Tendrás su vida, sus bienes, su respeto. Pero hay un precio. Un precio alto. Tu cuerpo original morirá en el instante del intercambio, y el alma de la maestra Josie, al ser desterrada de su cuerpo por un acto no deseado, irá al paraíso, liberada de sus cargas. Pero tú... tú, Lucio, cuando tu tiempo en ese cuerpo termine, tu alma irá directamente a los infiernos, condenada por este robo vital. Es la única forma de que la maldición se complete. ¿Aceptas el precio por la vida de Josie?"

Lucio no lo pensó dos veces. La promesa de esa vida aparentemente perfecta, la facilidad, la independencia... el castigo eterno le pareció un riesgo lejano, una fantasía. Tomó el vial, asintió con una determinación imprudente.

El viernes 13 llegó, oscuro y lluvioso. Con el corazón martilleándole en el pecho, Lucio se deslizó en el salón de profesores durante el receso, vertiendo el líquido amarillento un vaso de cristal. Cuando ella regresó el  bebió el último sorbo, un flash blanquecino, imperceptible para todos salvo para ellos, lo envolvió.

Lucio se encontró de pie, mirando su propio cuerpo de adolescente caer inerte al suelo. Se sintió extrañamente ligero, poderoso. Miró a su alrededor. Las otras maestras ni siquiera notaron el cuerpo de "Lucio" entre los pupitres. Era como si su existencia se hubiera desvanecido, excepto por el alma de Josie que, con un último y ligero suspiro, ascendió hacia la luz.

Desde ese día, Lucio vivió la vida de su Maestra Josie. Al principio, la euforia fue inmensa. Se miraba en el espejo, admirando el cabello perfectamente peinado, el traje elegante, la figura madura. Tenía su coche, su apartamento, su estatus. Creía haberlo logrado.

Pero la ilusión se desvaneció rápidamente. La vida de Josie no era lo que él pensaba. Su "elegante" apartamento era una prisión de soledad. Y lo peor de todo, su marido. El señor Martínez, el hombre apuesto que todos veían como un pilar de la comunidad, era un tirano en casa. Abusivo, maltratador, susurrante. Josie vivía en un infierno privado, disimulado por una fachada de perfección. Las agresiones físicas y verbales eran diarias, y Lucio, atrapado en el cuerpo de Josie, sintió el terror y la impotencia que ella había vivido.

El trabajo, que desde fuera parecía tan fácil, era agotador. Las pilas de exámenes, las reuniones con padres, los problemas de disciplina, la presión constante. Se dio cuenta de que la sonrisa de Josie era una máscara de dolor y resignación. Y cada noche, al acostarse, el recuerdo de la condena eterna que pesaba sobre su alma le helaba la sangre. Había vendido su alma por una vida que, de cerca, era una pesadilla.

Lucio, en el cuerpo de Josie, se hundió en la desdicha. No aprendió a apreciar la vida que tenía antes, ni a valorar la suya. Solo se consumió por el tormento diario y la certeza ineludible de su destino final. Su odio por la señorita Josie se transformó en una comprensión amarga de su sufrimiento, y su deseo de "vivir bien" se convirtió en una condena silenciosa. Así vivió sus días, una farsa perfecta para el mundo, pero un infierno personal, esperando el momento en que su alma, al fin liberada de ese cuerpo, cumpliría su pacto y descendería a las llamas eternas.


FIN

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