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viernes, 14 de febrero de 2014

El Experimento por Raúl Martín






Por Raúl Martín








En el mundo de la ciencia no existen las explicaciones  más inverosímiles. Siempre se ha intentado clonar al ser humano, mandarle a la luna o al resto de la galaxia, o incluso transportarle de un lugar remoto de la tierra a otro mucho más recóndito.
La fantasía es un rincón donde se esconden los sucesos más fantásticos y los relatos que narran lo que los científicos no pueden comprobar con probetas ni estrambóticos aparatos.

La imaginación surge de la imposibilidad de mezclar lo irreal con lo habitual. Cualquier persona normal puede, a través de brujería o misticismo, creer en los sueños que nunca se le cumplieron ni se realizarán. El ser otra persona, el ponernos en la piel o estar en el papel de otro miembro normal de la sociedad, es algo que siempre se ha dicho de manera figurada…nunca de forma literal.

La ciencia aplicaría el hecho de estar en “el cuerpo de otro”  como algo inaudito, inexistente.

¿Pero la imaginación y la fantasía podrán parar este hecho?

Se impone lo material. Con todas sus fuerzas. No se adormece. En todas las estaciones. Siempre está en temporada. Los cuerpos a la carta. Para eso están los salones de belleza, gimnasios, clínicas de cirugía estética, y demás santuarios de placeres. Nos lanzan sus cebos, con el mismo cuidado y mimo, que lo hacía mi abuelo cuando iba a pescar truchas al río Sil. El bombardeo publicitario nos engancha. Es un negocio redondo. Lo refrendan las estadísticas que nos sitúan a la cabeza de este mercado en la Unión Europea.

 Estar a la última moda y lucir un buen tipo se ha convertido, para muchos, en el salvoconducto para alcanzar el clímax del gusto y vivir del cuento. Un placer que, por otra parte, a veces, nos deja más sinsabores que sabores placenteros. El de ser dominados, por ejemplo. Para hacernos ver otra cosa está la tele y las revistas del cotilleo. Que sientan cátedra, por desgracia. Nos proponen estereotipos corporales que nos encienden la ilusión.

  
El cuerpo ya no se considera como realidad típicamente personal, como señal de identidad. Se reduce a pura materialidad y apariencia. No importan los retoques con tal de saborear las mieles del goce. Ya mismo surge una nueva hipoteca. La del cuerpo. Y los bancos y entidades crediticias serán dueños de nosotros, aún más si cabe. Claro. Los arreglitos valen un riñón y parte del otro. Haber si por lo menos desgrava en Hacienda. Somos cuerpos vendidos. Y todo por una boca bien dibujada y carnosa para seducir y rejuvenecer el look. O por unos pechos llenos de silicona. Encima no son de oro, ¡jolines! Hasta es posible cambiar la mirada. Es la imagen de una felicidad encerrada en el círculo vicioso del deseo más instintivo, que, para más INRI, promueve la esbeltez como sinónimo de salud y estética, mientras que la obesidad se relaciona con lo insano y antiestético. Para colmo de males, nos ofrecen el peso perfecto, las medidas perfectas... Consecuencia de todo ello, la anorexia.

 Los jóvenes, ya se sabe, necesitan tener modelos a imitar. Lo físico es la guinda. Luego resulta que, con tantas chapuzas corporales, chapoteo de tatuajes y demás pluscuamperfectos colgantes, ni nos reconocemos en el cuarto de baño. Otro gallo nos cantaría, sí los figurines no cotizasen en exclusiva. Hemos perdido el más común de los sentidos, el de mirarse a sí mismo con buenos ojos, aceptar lo que uno es, y lo que tiene, y decirse todos los días, lo que el enamorado dice a la flor. Es la mejor medicina para la salud y el bienestar.

Lo malo de todo este tinglado, es que hemos convertido los cuerpos serranos en serranías de carne. En pura materia, donde todo se compra y se vende. Olvidamos que somos más que un cuerpo bonito. La persona humana no puede renunciar a ser ella misma. Los modelos que nos presentan los poderosos medios de comunicación, no son, la verdad, muy aconsejables. Vivimos unos momentos donde todo vale, como cultura y cultivo. Incluido el culto al cuerpo. La publicidad es tan pujante y repetitiva que, no pocas personas, piensan que se es más feliz en función del grado de belleza física alcanzado. Siempre juvenil y sin arrugas.




No se acepta que pasen los años y el cuidado corporal llega a convertirse en algo obsesivo y en un valor absoluto. Hemos caído en la trampa de considerar la vida del ser humano como una mercancía de consumo. Cuestión grave para vivir a corazón abierto. Todas estas contradicciones y situaciones paradójicas de bellezas exteriores, son síntomas de falta de armonía entre la lógica del bienestar y la lógica de los valores éticos fundados en la dignidad de la persona.

La nueva plasticidad del cuerpo, se ha puesto de moda. Poco importa lo espiritual. Lo físico, lo que entra por los ojos a primera vista, cada día es menos auténtico. ¿Quién lo diría? Las distintas clínicas son capaces de metamorfosearnos, y escapar, así, de nuestro cuerpo biológico. ¡Qué cara! ¿Y si yo me gusto, por qué cambiar? Prefiero ser un don Quijote y cambiar la sociedad. Para que se fije más en lo interno. En lo del corazón verdadero. En lo de la poesía en los labios. Y en lo de respirar el aroma de una mirada inocente que se injerta en el alma, con todo el amor del universo. ¡Esto sí que me libera y me asciende a las alturas!

La felicidad no la da un cuerpo dotado de hermosura, sino otros valores como pueden ser la entrega incondicional a los demás. La donación de uno mismo. Eso es lo que hay que fortalecer y reforzar. Lo que no se hace. Cada día, a poco que miremos a nuestro alrededor, notaremos la sed de alegrías, a pesar de tantos festines. La diversión verdadera es aquella que nos engrandece. Nos pone majos. Como si llevásemos un ángel a nuestro lado. Esos rostros de belleza sí que imprimen encanto. Esa dulzura, estilo y buen gusto, no es posible conseguirla en ninguna clínica o salón de belleza.

Muchos de nuestros contemporáneos han perdido el verdadero sentido de la vida y lo buscan en sucedáneos, en operaciones externas, en cambios de imagen y hasta de sexo, en un desenfrenado consumismo, en comilonas donde corre la droga, el alcohol o el erotismo a dos bandas: la homosexual (tan de moda hoy) y heterosexual. “Hay que probarlo todo”, leo en un anuncio por palabras. Buscan la placidez, pero el resultado es siempre una profunda tristeza, un vacío del corazón y muchas veces la desesperación.



 No se gustan por fuera porque han olvidado asearse por dentro. Ciertamente no es fácil. El capitalismo salvaje nos puede tanto, que nos atonta. Hasta hacernos perder la razón de ser, nuestra identidad y carácter, nuestros modales intrínsecos que nos vigorizan y vivifican, sobre todo en lo de ser una señorita de buen ver o un señor de buen vivir. Que no pasa, desde luego, por tener solamente un cuerpo diez.

En cualquier caso, si deseamos llegar a la consecución de la alegría y ser un poco más felices, estoy convencido de que hemos de avanzar en una rigurosa ascética personal que nos haga más de los afectos (fondos) y menos de los aspectos (formas). Lo más gozoso es quererse uno antes por lo que se es, una persona en busca de la verdad y de sus creencias. Lo demás son aditamentos que nos atrapan y nos esclavizan. Ésta moraleja no es lección a aprender en la realidad, sino en la ficción que lo real muestra.

Joher siempre vivía rodeado de máquinas de alta tecnología. Los ordenadores eran su pasión. Soñaba con ser un gran científico y poder demostrar al mundo entero sucesos que solo la literatura de ficción había expuesto anteriormente. Como se podía viajar en el tiempo utilizando la teoría de la Relatividad de Einstein; si se construyese una perforadora tan potente, pero a la vez precisa, se podría llegar al centro de la tierra, al núcleo, sin que la tierra se resquebrajase en cientos de miles de grietas; teorías impredecibles que parecían sacadas de escritores como Jules Verne, Wells o Phillip K. Dick.

Pero lo que más le obsesionaba era algo mucho más costumbrista, más corriente, y para ojos suyos, más posible: El intercambio de almas entre dos masas corporales. Era algo que podría funcionar como método terapéutico para aliviar cuerpos lisiados, o como remedio contra la cirugía estética que tantos estragos ha causado últimamente en la sociedad. Los hombres que ya no quisieran ser masculinos podrían tener cuerpos de mujer y rasgos femeninos sin necesidad de operaciones. Sin ninguna duda, era una idea muy interesante.



Joher también era consciente de que se trataba de una teoría sacada muy de su imaginación, que tenía reminiscencias a las antiguas hipótesis de maestros de la filosofía griega como la teoría de la dualidad alma-cuerpo, pero su idea de fabricar un aparato que, a través de ondas electromagnéticas, pudiese traspasar el cuerpo material para extraer el alma y exponerlo en otro recipiente corporal, era una idea no imposible para la ciencia humana.

De hecho, ya había diseñado un prototipo con piezas viejas de electrodomésticos caseros, dignos de algún doctor loco de películas de ciencia ficción de los 60.
  
Al salir de la ducha, Jessi se sentía completamente aliviada, tanto, que se quedaría rezagada en la cama nada más salir. Pero no, se dio cuenta nada más tumbarse que su pelo estaba tan húmedo que cogería un constipado nada más quedarse dormida. Se puso a buscar algo que le sirviese para satisfacer su necesidad: Un secador. Revolvió todo el armario y la mesilla de  noche para encontrarlo y nada.

Unas horas antes, Joher había estado trabajando en su proyecto. Tenía enchufado su aparato, al que había denominado Proyecto “X-Changer”, para probar que resistencia de frecuencia podía llegar a alcanzar. Con todos los cables que salían de ese esperpento de secador,  conectados a su ordenador, probó el modo “aspirar” consigo mismo. Una potente corriente  succionadora salió de la máquina y lo apagó cuanto antes.

Dicha corriente era tan potente que causó un cortocircuito al aparato, saltando  chispas. Casi le arranca las facciones de la cara. El invento quedó en mal estado, así que debido al cansancio que tenía en el cuerpo de tantas horas seguidas de trabajo, decidió tirarse en la cama y echarse a dormir, dejando todo el proyecto en el suelo. Mañana, cuando despertase, buscaría solución para el problema.

Jessi no podía dormirse sin haberse secado su dorada cabellera  antes de dormir, así que decidió buscar el secador en el único sitio que le quedaba por mirar. Sin ningún atisbo de timidez, se adentró en el cuarto de su primo, ignorando la advertencia que unas horas antes Joher hizo de que no se le molestará mientras trabajaba, y pasando a su vez del letrero de “No entry” (prohibido el paso) que figuraba en la puerta.

Vio que no había nadie al acecho, ni vigilante familiar y nocturno que cuidase la habitación. Allí estaba su primo dormido como una marmota, signo de que había pasado una tarde muy ocupada de trabajo duro. Más aliviada todavía por no encontrarse impedimento alguno, revolvió toda la habitación hasta que encontró algo en el suelo similar a un secador.-Mmmm, esto puede servirme. La verdad, es un modelo muy antiguo y parece estropeado, pero mientras “escupa” aire caliente, ¡Ja!- Dijo con voz cursi y presumida.-Parece  que está conectado, así que le daré al ON-.



De repente, al conectarlo, una terrible corriente salió del aparato y un estruendoso chispazo salió del secador. Se apagó la luz. Jessi se sentía rara, ya que el calambrazo había afectado todo su cuerpo. Se  sentía tan mal que se hecho rápido en la cama que estaba al lado de la de su primo. Joher seguía dormido. Ni siquiera el estruendo había conseguido despertarle de su descanso.

A la mañana siguiente, Joher se despertó sobresaltado. Abrió medianamente los ojos y miró el reloj que tenía al lado. - ¿Las diez?-pensó.-¡¡Mierda!! Llego tarde a la clase de física- se dijo. Tenía un terrible dolor de cabeza. Tropezando, se fue corriendo a cambiarse de ropa al cuarto de baño. Se sentía raro al caminar, como si en las caderas le hubiesen injertado trozos de carne, o como si hubiese engordado cinco kilos en la noche.

Ya en el cuarto de baño, se quedó extrañado por no darse en la cabeza con el cerco de la puerta como solía ocurrir en todas las ocasiones  en las que se levantaba corriendo para ir al baño cuando se despertaba tarde. Se acarició la cabeza y con su ágil mano  se rascó la espalda para desperezarse. Notó que su espalda estaba arqueada, no se le notaban los huesos de la columna que normalmente solía rascar con sus uñas.

Nervioso, sus brazos recorrieron su cuerpo y sus manos tocaron todo lo que hasta ahora no se había atrevido a tocar. Entre el dolor de cabeza y el mareo que le estaba entrando no pensaba otra cosa que no fuera encontrarse en un sueño. No era tonto. Aunque jamás haya entrado su tacto con algo parecido, sus dedos habían probado en ese momento algo que era conocido por toda persona humana. ¿Existirá alguien que no sepa cuál es la calidez que desprende un manjar femenino…?

Exacto, y ante toda predicción de su consciente, decidió abrir los ojos y ver si era realidad lo que su tacto había sentido, lo que temía su mente científica. Delante de él, el reflejo de un espejo de baño ahogado en vapores, empañado por el calor hogareño.
Dentro de ese reflejo de espejo, su pesadilla. Un cuerpo de mujer, altamente conocido no en la primera impresión que casi le causa el estado de shock, sino reflexionando sobre lo que sus ojos estaban viendo en ese momento. Para comprobar que esa imagen no era un reflejo estático creado por su imaginación en un tremebundo mundo de sueño, giró la cabeza treinta grados hacia la izquierda.

 Vio que la mujer que tenía enfrente y que tanto le sonaba, como si en un cabaret o discoteca la hubiese conocido, si, esos amores de una sola noche que arden en la madrugada sin dejar ni tan siquiera alguna ceniza tras su consumición, realizaba el mismo movimiento que él, sin retardarse ni tan siquiera un segundo. Se pellizcaba un trocito de esa piel de seda que tenía, y la mujer también gritaba de dolor gesticulando la molestia.

Llegó a la conclusión de que esa muchacha que le observaba sin quitarle el ojo, esa joven que apartaba la mirada cuando se le cruzaba con la suya como símbolo de timidez, no era ni más ni menos que su “otro yo”, su alma gemela, su lado más femenina materializado en carne: Él mismo pero en chica.


Y del rostro ni hablemos. Cuando se le dejo de nublar la vista tras sus pensamientos lógicos, pudo por un momento averiguar de quien se trataba. Ese cuerpo no era el suyo. El continente que ahora albergaba su esencia, su alma, no era otro que el de una mujer rubia, perversa, alocada y frenética. Además recordó que era alguien que le irritaba mucho. Alguien por el que no sentía adversidad por muchos problemas que le haya traído.

Lógicamente, le vino a la cabeza, como un impulso nervioso,  el nombre de la persona que tenía su cuerpo. Y por fin se dio la reacción lógica: De sus fauces surgió un grito angustioso y agudo, muy agudo. Además era esa voz chillona que tanto le irritaba cuando era más pequeño. En ese momento se dio cuenta de lo que posiblemente había ocurrido.

Su experimento había funcionado de alguna forma, no sabía como, se encontraba dentro de un cuerpo perfecto de mujer. La dio otra vez por pensar que esa imagen solo era fruto de su sueño, tanto que lo había esperado durante años, era su verdadero sueño, y más después de que se estropease el aparato tras modular la frecuencia de las ondas que emite.



Pero era real. De alguna forma tenía el cuerpo de su prima. Ella tenía que haberse puesto en contacto con el aparato en algún momento de la noche, sobretodo en el espacio de tiempo en el que él se encontraba dormido. Antes, no había estado conectado al ordenador, solo una vez había sido cortocircuitado. Entonces lo que había estado fallando durante tanto tiempo en el proyecto “X-Changer” había sido la frecuencia de ondas expuesta a una corriente eléctrica.


Joher sintió como si su cuerpo rezumara felicidad por todos y cada uno de sus nuevos poros femeninos. Había conseguido lo que tantos esfuerzos, sudores y lágrimas le había costado durante años.-¡Si! ¡Por fín!- pensó aliviado. Ahora le tocaba descubrir que nuevos encantos había ganado con su nuevo cuerpo.


Se miraba en el espejo con una mezcla de sentimiento angustioso y placentero. Sus redondos senos, que no muy ostentosos, ocupaban de lado a lado el reflejo del espejo empañado del baño. Era un cuerpo perfecto de mujer, si, pero rezumaba cierta inocencia esa piel tan sedosa. Acariciándose, pensaba que esa piel, la de su prima, era tan familiar, como la de su hermano, que no le provocaba placer alguno. ¿Podría ser porque ya no disponía de sus hormonas  masculinas? Podría ser. Consideraba muy interesante y necesario el explorar su nuevo cuerpo como resultado de su investigación.


Salió del cuarto de baño de manera silenciosa. Como a hurtadillas, se dirigió casi de puntillas, hacía su cuarto para observar si seguía ahí la otra víctima del cambio de cuerpo. Debería hablar con ella en cuanto la viese. Ahora tendría el aspecto de él, como supuestamente el experimento dictaba. Él uno tendrá el cuerpo del otro y el otro tendrá el cuerpo de uno.
  

Exactamente, su prima estaba revolcada en la cama, totalmente dormida y una sonrisa de felicidad se reflejaba en su rostro. ¿Serían las hormonas masculinas que estarían funcionando en estos momentos? Podía ser que se encontrase en un buen sueño. Decidió analizar  sus reacciones. Se comportaba exactamente como una chica cuando duerme: Sonreía de manera inocente mientras soltaba suspiros de emoción, como una mujer cuando sueña con su príncipe azul.

De repente sonó la alarma de su teléfono móvil. Jessi se levantó velozmente, de manera impulsiva, como solía hacer todas las mañanas y se dirigió directamente al cuarto de baño. Al salir corriendo, tiró de un empujón con su nueva fuerza de hombre a Joher, que no tardó ni un segundo en derrumbarse en dirección al suelo debido a su cuerpo frágil y ligero.

Un grito roncó salió del cuarto de baño. Jessi se había mirado al espejo y no encontraba su bello rostro que se cuidaba durante días. En su lugar, halló una cara desarreglada llena de pelos, como si se hubiese despertado de un mal sueño. Salió asustada del cuarto de baño y se dirigió directamente a su primo, bueno a lo que ahora era su primo.

-Joher- gimió ella-¿Que me ha pasado?-. Con las manos frotándose la barba desaliñada pegó un grito aún más fuerte y más grave que el anterior, como si le saliese desde lo más profundo de su ser. Se estaba viendo así misma como si se estuviese mirando a un espejo. Le asustaba aún más ver que su cuerpo antiguo gesticulaba y hablaba  por su cuenta, como si hubiese cobrado vida por sí solo. Esto le provocó un shock que hizo que se desmayase antes de que Joher  pronunciase una palabra.

Abrió un solo ojo y la oscuridad se perdió ante la cara que tanto había cuidado durante años. Nada más despertar le preguntó a su primo que era lo que le había ocurrido. Su voz era llorosa y dura a la vez, como cuando un chico imita a una chica de forma burlona. Joher le dijo que no debía haber entrado en su cuarto mientras él experimentaba con sus inventos.


-Y mucho menos tocarlos- protestó él con su nueva y delicada voz.- Mi “X-Changer” fue creado con el fín de que hombres y mujeres pudiesen cambiar de sexo sin necesidad de operaciones malas y duraderas. Tú lo confundiste con un secador normal y nos cambió las almas de lugar. Ahora tú eres yo y yo soy tú. Esa es la explicación lógica, bueno la que tu puedes entender fácilmente.-

Jessi sollozó por un instante y contestó de manera arrebatadora: -Pero es que mira, ahora tengo lo que los hombres tienen- Y se señaló la entrepierna. No pudo evitar mirarse y echar una sonrisa picarona. Se puso colorada de vergüenza. Era increíble para su primo ver a su prima sintiendo timidez. La nueva situación la había desconcertado lo suficiente como para cambiarla. Eso le podía servir como lección.

El cerebro pensante de Joher le aconsejó que se hiciesen pasar cada uno por la persona que realmente no era. Así fue hasta que arralará el aparato para conseguir volver a cambiar de cuerpo y devolver a cada uno lo que era suyo. Para él la situación tampoco era muy agradable. Tenía que hacerse pasar por chica y no solo eso, hacerse pasar por su tan problemática prima.

Para ella, no le fue difícil. Solo tenía que permanecer delante del ordenador durante un largo periodo de tiempo del día para que ninguno de los miembros de la familia lo notase. Sin embargo ella era muy inquieta, tanto que se ponía nerviosa de pensarlo. Menos mal que por el programa informático por el que puede hablar con sus amigos y con sus “mas que amigos”, estaba entretenida y se le pasaba más rápido. De hecho llegó a engancharse de verdad, que después de esta historia no se podía desenganchar del vicio.

El problema vino cuando le dieron ganas de ir al baño. Ella no sabía utilizar “eso que solo los chicos tienen” y además le daba un poco de vergüenza. Quién se lo iba a imaginar. Tanto le costó que hizo sus necesidades fuera de la taza del water.-No me acostumbro a esto de mear de pie- se quejó. Pero sintió cierto placer al acariciarse en esa parte.

Joher salió a la calle para aparentar que su desbocada prima salió a ligar por ahí.
Acudió a una plaza que se encuentra al norte del pueblo y se sentó allí para pasar el rato. Sacó su ordenador portátil, y empezó a trabajar en la solución del aparato. Si cambiaba la estructura de alineación de acero por una que fuese más fuerte, el aparato podría aguantar las descargas eléctricas que la frecuencia, al modularla, emite.


De repente, observó como a su lado se encontraba un individuo que no apartaba sus ojos de las teclas del ordenador. No, se equivocaba. No miraba a su computadora, sino a los pechos que se le marcaban con la camiseta ajustada que su prima le había hecho ponerse.-Hola, guapa. ¿Qué haces, hablando con el novio por Internet? Eso significa que es de lejos, con locuaz si te apetece divertirte con alguien que sea más cariñoso y tengas más cerca…- Le estaba acosando.


Lo malo es que no era la primera vez en toda la tarde que se le acercaba un baboso a derramar las babas sobre su hombro. Si, al menos diez hombres de distintas edades le habían hecho proposiciones indecentes. Así que se fue de allí, después de haberle insultado, a otro lugar más seguro. Era difícil ser mujer y además guapa. Tienes que enfrentarte a este tipo de cosas todos los días. Comprendía que era normal que su prima se encontrase a veces tan rodeada de chicos.


Además, ella lo utilizaba como “poder sobrenatural” para atraer a los hombres y aprovecharse de ellos, ya sea utilizando sus medios de transporte para llevarla a ciertos sitios o para invitaciones gratuitas a copas y demás. Pensó que era una especie de Robín Hood femenina y contemporánea, más lista claro, Porque se aprovechaba de los babosos ricos para dárselo a si misma, pobre…



Mientras, tanto en su casa, Jessi pensaba en que hacer la noche del viernes ya que jamás había pasado un día de fin de semana en casa metida. Ya le tocaría estar encerrada en casa cuando tuviese hijos y fuese madre. Bueno, eso con la situación actual era un poco difícil, pero tenía que aprovechar cuanto pudiese para salir por ahí y encontrar hombres a lo que atrapar con su “tela de araña”. Echaría mucho de menos las noches como mujer.

Por la noche al acostarse, se puso un poco melancólica ya que no tenía ganas de nada y puesto que su primo se había pasado todo el día buscando remedio para tal desafortunado  caso. No le contaba si tenía noticias del suceso ni nada. Solo le miraba cono respiraba tras un largo y cansado día.  
  
Joher no le había contado nada a su prima pero estaba casi en lo cierto para poder arreglar el altercado. Lo del acero más resistente era la clave, pero ya estaba cansado para explicaciones y se terminó echando en la cama para dormir. Durmieron los dos en la misma habitación, la de Joher. Él no podía dormir pensando en la solución y quería aprovechar la situación. Estudiar al máximo las reacciones del alma masculina en un cuerpo femenino.

Comenzó a vislumbrar pensando que podía realizar antes, comenzó a experimentar. La temperatura de la mujer era más alta que la del hombre. Puede ser que estuviese pasando el periodo de menstruación y no lo supiese…Puede que estuviese teniendo una excitación y tampoco lo supiese. El cuerpo de la mujer era muy complicado. El placer surgía de la alteración de los poros de la piel.

Su otra mano acariciaba incansable sus  dulces, jugosos y tiernos muslos, sentía una extraña y excitante  muy novedosa para ella por lo abundante que el sentimiento tenía, lo que hacia que sus dedos se desplazaran con facilidad por entre sus íntimos pliegues de piel sedosos.

 Poco a poco comenzó a mover sus caderas sinuosas  de un lado a otro, y a introducirme suavemente los dedos, para indagar que había debajo de su ropa, en ese instante estaba acostada debajo de las sabanas, así que decidió destaparse y abrir las ventanas para airear la habitación un poco.


Separé ansiosamente la cama de la pared, no es lo mismo dormir con un cuerpo diminuto de chica que dormir con el que se encontraba tan acostumbrado. La noche se hacía larga. Como estaba ligeramente inclinado hacia adelante y con las rodillas un poco dobladas, podía observar claramente como mis dedos como el placer surgía de mis poros. Muy pronto aumente tanto la presión, como la velocidad  del sueño que me estaba entrando.


Pudiera ser que la mujer se queda rezagada tras sentirse placenteramente bien, -Interesante- pensó. Mientras Jessi dormía agonizante preocupada con lo que iba a hacer el fin de semana. Un plan perfecto, algo que recordar durante años del pueblo donde se encontraba. Ésta era otra característica de Jessi, tenía que armarla bien gorda. Pero ahora se encontraba en otro cuerpo, así  que no iba a ser lo mismo.


Su respiración se agitaba y su corazón latía con toda intensidad. De pronto sintió que necesitaba acudir al ordenador para apuntar los hallazgos que surgían de mi investigación. En ese momento, cerré los ojos, levante las rodillas y me frote aceleradamente, de una manera totalmente nueva y por supuesto muy distinta al manoseo de sus primeras experiencias masculinas.


En un instante mi excitación llego a tal punto, que mi respiración se aceleró, y poco a poco todo se nubló, mi cuerpo se tenso y sentí un indescriptible placer, que comenzaba en mi cerebro y que consumía por completo hasta el ultimo rincón de mi cuerpo, con un maravilloso y extraño delirio, el hombre descubriendo a la mujer dentro de ella misma, hasta que en medio de un estremecimiento, gritó de placer y cayo sobre la cama agotada, dejando en sus dedos, las húmedas pruebas de su primer y solitario auto placer femenino.


Había conseguido sentir una primera experiencia femenina y había sido maravillosa, extraordinaria, incomparable. A partir de entonces recurrió constantemente y en innumerables ocasiones, a estos juegos en una desesperada búsqueda por el saber de la ciencia y los adelantos del experimento, darle cada vez más placer al hombre sin llegar a salir del cuerpo femenino.

 Llegó a realizarlo tan seguido, que prontamente se convirtió en un experimento altamente interesante. Lograba con suma facilidad lo que la ciencia más cierta no había  conseguido  a fondo con continuos, intensos y ansiados experimentos cada vez más ingenuos  y peligrosos.

Al final, al día siguiente, Jessi se despertó de mal humor. Estaba perdiendo el tiempo en un cuerpo que no era el suyo. Pero sabía lo que era sentirse como un hombre, sin belleza, sin cuidados, solo preocuparse por el trabajo y no pensar en el sexo para nada. Una vida muy monótona y diferente a la que había llevado hasta ahora como mujer.

Joher se sentía igual. La mujer para el hombre es un mero objeto de deseo sexual y para sacar provecho de esto,  la mujer se auto complace así misma pidiéndole cosas al hombre, pero sin ser tan alocada y extrovertida como lo era su prima. Un caso excepcional.

La noche del viernes decidieron salir juntos por desesperación de Jessi. Joher había quedado con su  amigo para que le llevase la alineación de acero que necesitaba, lo fundiese con el “X-Changer”, y esa noche se convirtiese en la solución a tal problema. Su prima estaba muy escarmentada por como había tratado a los hombres. Ya no sería la misma, porque había comprendido que no todos los hombres eran iguales, sino que como su primo, había chicos que podían tener futuro y no solo pensaban en la mujer como mero objeto sexual.


Fueron a las discotecas que se encontraban abiertas, y Jessi en el cuerpo de su primo llevaba ropa seductora lista para matar a sus víctimas, cosa que  no hizo porque respetaba mucho al género femenino. Cosa que había aprendido. El querido amigo era


El único que estaba disfrutando con el cuerpo del primo, tan pequeñito e insinuoso, con esa cabellera dorada que brillaba con los destellos de las luces de discoteca.

Raúl sacó el invento mejorado y apuntó, como si fuese un revolver, a su prima. Ésta, del impacto, cayó al suelo y seguidamente disparó al otro cuerpo. Almas y cuerpos se encontrarían en sus respectivos sitios, justo donde deberían estar. Jessi tan feliz que se puso de haber recuperado su cuerpo, besó apasionadamente al amigo, cosa que acabó como el comienzo de una seria relación y Joher juró esa noche luchar por la ciencia desde lo imposible…

Joher, tras años de investigación y esfuerzo, se hizo un reconocido y famoso científico que había conseguido viajar en el tiempo, llegar a la luna en tan  solo setenta y dos horas y  por supuesto, que las mujeres y hombres fuesen libres cambiándose de sexo fácilmente. Se reunía con su querido amigo para contarle el éxito. Para acabar, le contó una historia a su querido amigo:

-“Cuenta la leyenda que Ulises uno de los hombres mas importantes del Olimpo, pregunto a sus sabios:

¿Dónde esta el alma?

Quedaron parados, se miraron unos a otros y no supieron que contestar.

Una de las criadas, escucho la pregunta, quiso hablar pero al verse tan insignificante no se atrevió.

Como decir que ella pensaba que el alma estaba en el interior de cada persona y que es el lenguaje que utiliza el corazón, para decir o demostrar algo.

Esta en la angustia, cuando algo te aprieta tan fuerte que no te deja respirar.

En la ansiedad es cuando el tiempo se para y aquello que quieres nunca llega.

En la rabia, cuando sacas lo peor de ti misma.


En la tristeza, cuando te oprime y te ahoga el corazón.

En la felicidad, este instante que se saborea y no dejas ni quieres que tenga fin.

En la amistad que, es compartir todo con alguien por muy deferentes que se tengan las ideas.

En el amor, cuando crees que nunca vivirás el suficiente tiempo, para compartirlo con la persona amada.

El alma, son tantos sentimientos juntos, que son imposibles de describir.
A veces se refleja en la mirada, en esos ojos llenos de vida, de dulzura, de cariño, de amor…

Esta chica pensaba que el alma tiene un sitio especial en cada uno, y que es casi imposible de ver, pero si de sentir.

Y creía que el alma es lo que nos hace seguir viviendo y morir al mismo tiempo…”-

Lentamente, el que ahora era un reconocido científico desaparecía en el horizonte con su sueño cumplido, y es que si se cree en la ficción, la ciencia lo puede demostrar…



  

-FIN-

 

       

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