Otros proyectos

martes, 21 de octubre de 2025

Mi Castigo-Terapia en el Instituto: ISorpresa soy un chico!







I. El Macho y el Castigo

Hola, soy Sandra. Bueno, técnicamente, antes me llamaba Mario y este es el video (o la historia) que decidí publicar en redes.

Antes de esta transformación, yo era un auténtico patán. Me la pasaba haciendo videos en YouTube donde me burlaba del feminismo, de la comunidad LGBTQ+ y, en general, de cualquier cosa que no encajara en mi concepto súper "macho" de la vida. Para mí, las mujeres eran "lentas," "delicadas" o "se hacían las víctimas." Era un chico bastante machista, y mis comentarios eran tan pasados de lanza que tuve varios problemas en la escuela, especialmente con maestras y compañeras que exigían mi expulsión.

El director del instituto, harto de mis actitudes y buscando una solución que trascendiera el simple castigo, tomó una decisión radical y, francamente, mágica.

Un día, después de una de mis habituales regañizas, entré a mi casa y, sin saber cómo, me desmayé. Al despertar, no reconocí mi reflejo. Mi cuerpo era el de una chica joven, con cabello castaño y ondulado, una figura delgada y la cara de la actriz que ahora me da mi identidad. La camisa que traía me quedaba gigante.

Junto a mí, encontré una nota con un texto que decía: "SORPRESA SOY UN CHICO"




La explicación llegó más tarde: un experimento, una terapia moderna. Fui transformado en mujer por tres meses. El objetivo era curar mi machismo y, según el director, el método era infalible.

II. Los Primeros Días de Sandra

Mis primeros días como chica fueron un desastre absoluto, un infierno.

Tuve que fingir que nadie me conocía, que acababa de llegar al instituto. Vestía ropa que se sentía ajena a mí: un corsé negro que me apretaba el pecho y me hacía sentir incómodo, y unos lentes oscuros para intentar esconderme. Caminaba como un robot, insegura con los zapatos de piso y sin saber cómo manejar el cabello largo.

Lo peor era la atención. Me di cuenta de que, como hombre, pasaba desapercibido, pero como una mujer atractiva, era el blanco de todas las miradas, no solo de mis ex-compañeros. Sentía sus ojos en mis pechos, en mi trasero, en mi maquillaje, y me sentía como un objeto de vitrina.

Lo más traumático fue descubrir las pequeñas cosas:

  • El miedo a caminar sola por la noche.

  • La molestia de tener que depilarme y maquillarse.

  • Lo caro que es el skincare y el bra adecuado.

  • Y sí, lo lento que es caminar con tacones.


III. Aprendiendo la Vida de Mujer

Poco a poco, me fui adaptando. Mi cuerpo de mujer se convirtió en mi nueva normalidad. Aprendí a caminar con seguridad, a sonreír sin que pareciera una invitación, y a usar el maquillaje no para gustar a otros, sino para sentirme cómoda.

Hice una nueva amiga, Sofía, que fue mi gurú y mi maestra. Ella me enseñó la sororidad, lo que es ser una chica que se respeta. Dejé de juntarme con mis antiguos amigos, los machistas, porque sus comentarios sobre otras chicas y sobre mí (sin saber que era yo) me empezaron a sonar groseros, hasta aterrorizantes.

Al principio, solo me preocupaba por cómo lucir bien para ser aceptada. Pero con el tiempo, el sentirme vulnerable y acosada me fue empujando a otra cosa. Comencé a vestirme por mí, a pintarme las uñas porque me gustaba verlas bonitas, a usar vestidos no por presumir mi cuerpo, sino porque eran cómodos y me hacían sentir poderosa.

La verdadera revelación fue cuando un día, Raúl, mi mejor amigo y cómplice de antes, se me acercó después de mi entrenamiento de porristas (sí, me uní a las porristas).

Raúl, que seguía siendo el mismo patán machista, se burló de mí por la espalda, sin saber que era Mario. Él me vio, ahora yo, Sandra, saliendo con el traje de la mascota del equipo.

"Órale, qué onda, ¿ya te viste? Eres una de esas lentas feministas," me dijo con desprecio.

Yo, con la rabia contenida, le respondí: "Mira, la verdad, me parece muy injusto lo que dices sobre las chavas. Crees que somos objetos, y te crees que lo que hacemos o pensamos lo hacemos solo por los hombres. ¡Pues te equivocas! He aprendido a respetar a las mujeres, algo que tú no tienes ni idea. Ahora comprendo por qué estaban tan molestas contigo en el pasado."

Raúl se quedó en shock. No por mi transformación, que él ignoraba, sino por mi cambio de actitud. Él seguía siendo el mismo chico machista, y a mí, Sandra, ya no me gustaba ese tipo de hombre. Mi castigo-terapia estaba funcionando: mi machismo se había disuelto con cada día que viví con las injusticias de ser mujer.

IV. La Transformación Final

Al cabo de tres meses, el director me llamó a su oficina. Me miró, sorprendido. Yo, Sandra, hablé de feminismo, de respeto, de igualdad, con una convicción que nunca tuve como Mario. Me disculpé por mi pasado y por el daño que hice a mis compañeras. Estaba arrepentido, pero sobre todo, ya no quería ser el chico que fui.

"¿Qué va a pasar ahora?" le pregunté al director.

Él sonrió. "La terapia ha terminado, Mario. Cumpliste tu castigo... o más bien, tu aprendizaje."

Sentí un vértigo. La luz y el cambio me regresaron a mi cuerpo de hombre. Pero era diferente. Al mirarme en el espejo, vi a Mario, pero mis ojos eran los de Sandra.

Volví a la escuela como Mario, pero ya no era el mismo. Me cambie el peinado, mis modales cambiaron. Seguí usando ropa que me parecía cómoda, pero ya no me importaba si era considerada "femenina."

Y esta es mi historia, la real.

No me hice cirugía para ser mujer, pero tampoco quise reprimir la nueva persona que era. Sigo siendo Mario, pero ahora soy un hombre que milita por la lucha contra el machismo. Me uní a una asociación que lucha por la igualdad de género con Sofía, mi amiga, y hasta tenemos una tienda de ropa vintage juntos.

Mi vida amorosa también cambió. Antes solo me atraían las mujeres que encajaban en mi molde. Ahora soy gay y no tengo problema en decirlo. Me gustan los hombres, me atraen, y sé que mi masculinidad no está peleada con la sensibilidad que aprendí como Sandra.

A veces, veo mis viejos videos y me avergüenzo. Pero me acuerdo de ese tiempo como Sandra, y de lo valioso que fue ese fenómeno inexplicable para transformarme. La vida me dio la oportunidad de ser mujer por un tiempo, y me enseñó a ser un mejor hombre.

Mi castigo fue mi terapia, mi transformación fue mi liberación, y ahora soy feliz y aceptado por mi comunidad, que me acepta como soy: Mario, un hombre gay, aliado y con una sensibilidad que solo Sandra me pudo dar.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¿Te ha pasado que quieres decir algo pero las palabras no son suficientes? Ahora puedes colocar imágenes o vídeos en comentarios, con los siguientes códigos:

[img]URL de la imagen[/img]

[video]URL del video[/video]