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viernes, 1 de agosto de 2014

Brigada Especial - Intercambio de cuerpos

Esta Historia me la pasaron hace algunos años y no he podido dar con el autor para saber si ha hecho mas.
La Historia esta mas o menos pero es un intento que quizá se haya mejorado, o solo fue esta historia
Lo unico que es claro es que o es Argentino o Uruguayo.
Bueno la comparto con ustedes
Si alguien sabe algo ojalá lo comparta.
Gracias



Brigada Especial 
Intercambio de cuerpos


El detective Brian se dirigió rápidamente a la oficina de la comandante María; era la primera vez que entraba a la residencia de Brigada Especial y esto le daba escalofríos. El lugar era muy grande pero poco agradable, la gente, vestida con chalecos y pantalones negros, recorría toda la edificación con ametralladora en mano. Brian pasó por delante de un cuarto oscuro que olía muy mal y le dieron nauseas, asomó la cabeza pero no logró vislumbrar nada, siguió caminando por el angosto pasillo hasta encontrar la oficina que ya esperaba hallar con ansias. Tocó la puerta y rápidamente le respondieron que podía pasar. El muchacho de unos veintiséis años entró a la oficina y quedó estupefacto con lo que encontró: unas treinta personas se encontraban allí reunidas, sentadas alrededor de una silla donde seguidamente le ordenaron que se sentara. Brian buscó con la mirada a la comandante María y rápidamente la reconoció, muchos le habían hablado de ella y era exactamente como la habían descrito, con lindas curvas, alta, pelo rubio planchado, y con mal carácter. 

- Diga su nombre y su edad – dijo el hombre que se encontraba a la derecha de María y lo miraba muy detenidamente. 
- Soy Brian Capusotto y tengo veintiséis años – dijo el muchacho tratando de mantener su mejor postura. 
- ¿Éste es el chico? – preguntó la comandante despectivamente como si él no se encontrara allí. La comandante debería tener veintiocho años, muchos no entendían como con tan pocos años había podido llegar a tal alta posición, pero decían que nunca se le había escapado un caso de sus manos. 
- Sí, es él – dijo el de la izquierda – No tengo ninguna duda. 
- Bueno entonces debemos hacerle la propuesta. Detective Brian ¿a usted le gustaría formar parte de uno de nuestros casos más importantes? 
- Sí claro – dijo Brian mostrando un poco de exaltación. 
- Bueno aquí están las condiciones – indicó acercándole unos cuantos papeles – Cuando termine de leer firme al final. 
Brian leyó el título: “Intercambio de cuerpos”, cada vez estaba más emocionado. ¿Debería investigar cuerpos? ¿Hubo cambios de cuerpos muertos en la morgue por otros? Y, sin tener idea de lo que decía luego, firmó en el lugar que le habían señalado. 
- Bueno, entonces empecemos. 
Se movieron rápidamente por un pasillo rodeado de enormes ventanales hasta llegar a un raro cuarto donde había dos sillas muy grandes, de metal y con bandas que colgaban por los costados. En una de las sillas se encontraba una bella mujer morocha que parecía inconciente. María le pidió a Brian que se sentara en la silla vacía y Brian vaciló en responder. 
- Recuerda que ya has firmado. 
Brian se sentó y entonces unos 5 hombres lo aferraron a la silla con las bandas y le pusieron un casco en la cabeza que iba conectado a otro que fue puesto en la de la mujer luego de haber sido también sujetada. Posterior al forcejeo de unos segundos, Brian aceptó que era imposible salir de esa situación, sólo quedaba rezar por no salir herido de allí. Entonces sintió un golpe en la cabeza y perdió el conocimiento. 
Al despertar se vio acostado en una camilla y las personas que había visto antes estaban allí observándolo animarse. Brian se bajó de la cama y trató de correr hacia la puerta pero no podía coordinar su cuerpo y se desplomó en el piso, los hombres lo levantaron y lo llevaron a hacia el cuarto de al lado, donde se encontraba María, que, al verlo, comenzó a reír. 
- ¿Se siente cómodo en su nuevo cuerpo, detective? – cuestionó sin ocultar la ironía de la pregunta. 
Brian miró en el reflejo de la ventana que había detrás de María y tuvo que hacer un esfuerzo para encontrarse entre todas las personas que se vislumbraban. Pero al levantar su brazo vio que la persona del reflejo no lo hacía y por el contrario la morocha del cuarto anterior sí. Entonces Brian se miró y descubrió que no podía pasar más allá de sus pechos exageradamente crecidos y que se encontraba desnudo. Al ver hacia los costados notó que los demás hombres no le sacaban la vista de encima, entonces tomó un mantel de una mesa que se encontraba allí y tapó su esbelto cuerpo, tratando de no perder el equilibrio. 
- ¿Qué me han hecho? 
- Hemos cambiado su cuerpo por el de una mujer. 
- Sí, eso ya lo he notado, pero ¿por qué? – el corazón de Brian no paraba de palpitarle de forma fuerte. 
- Estamos investigando a un gran narcotraficante y ella era tanto su novia como nuestra mejor informante. Por desgracia, alguien de cercanía a nuestro objetivo desconfió de ella y se ocupó de que ya no aparezca. 
- Pero cuando me vean me van a matar a mí también. 
- Tenemos una fuente de contacto dentro de la casa que nos dijo que nuestro objetivo no se ha enterado del acometido. Él está enamorado de ti y no lo hubiera apoyado. Pero, por cuidado, te estaremos vigilando a cada momento y no te sacaremos los ojos de encima. 
Se instauró un silencio en toda la sala, que fue cortado por un teléfono que comenzó a sonar. 
- Debes responder, es tuyo – dijo María señalando el celular que se encontraba sobre el escritorio. 
Brian lo tomó con sus delgadas manos y advirtió que todo el equipo se armaba con dispositivos para escuchar la conversación. 
- Hola – se escuchó del otro lado del tubo. 
- ¿Quién habla? – preguntó Brian y por primera vez notó que su voz ahora era muy femenil (femenina). 
- ¿Cómo quién? ¿No sabés quién soy? – preguntó el otro individuo, ya identificado como un hombre, con voz pausada. Brian comenzó a temblar, no sabía que responder, miró a sus compañeros pero ellos estaban centrados en otras cosas. 
- ¿Qué decís? Mirá si no voy a saber – dijo Brian tratando de calmar las cosas. 
- ¿Qué has estado haciendo estos días? 
- Paveando un poco 
- ¿Qué? – María miró a Brian enfurecidamente. Entonces Brian intentó hablar pero notó que su celular no funcionaba, miró para los costados y vio que María se acercaba a un micrófono conectado a una máquina y tomaba control del celular de Brian. 
- Amor, ¿estás ahí? – la voz de María no se diferenciaba de la de Brian, estaba usando un transformador de voz. 
- Sí, aquí estoy, ¿me puedes decir que ha pasado? hace días que no me respondes. 
- Sólo he pasado tiempo con mis amigas. Tú sabes. 
- ¿Y qué es eso de estar paveando? 
- Pavear, cocinar pavo, hemos ido a un curso para cocinar. 
- Bueno, quiero que vuelvas, te extraño y ya no soporto no verte – escuchó Brian por su celular y la conversación acabó repentinamente. 
- Bueno, debes dirigirte hacia allí. Tendrás todo el tiempo estos lentes que nos dejarán ver que estás mirando tú y este pequeño dispositivo que irá detrás de tu oreja y nos dejará tanto escuchar tus conversaciones como recomendarte que digas determinadas cosas. Aquí tienes tu ropa – dijo María sacando una bolsa de debajo del escritorio. 
- ¿Podría tener un poco de privacidad? – preguntó al ver que todos esperaban con ansias a que se sacara el mantel que cubría su cuerpo. 
Todas las personas en el cuarto se retiraron y dejando sólo a María y a Brian allí. Brian se quedó esperando a que ella se largara pero luego entendió que no tenía nada de malo, ahora era una mujer. Brian se desnudó y por primera vez pudo contemplar todo su cuerpo frente a un espejo que encontró en aquella habitación. Brian señalo una cicatriz que tenía en su costado derecho y María afirmó con la cabeza, allí le habían disparado a la víctima. Abrió la bolsa y comenzó a vestirse, sintiendo la incomodidad de toda la ropa ajustada. 
- ¿No tendrías algo más grande? 
- No, eres una mujer y te debes comportar como tal. De ahora en más serás Roxana Mariotti 



Se dirigieron rápidamente hacia el objetivo mientras María le explicaba cosas básicas. Al llegar al lugar acordado, Brian se bajó del auto y se dirigió hacia la puerta, que se abrió antes de que ella tocara. Allí se encontraba su novio que lo esperaba con los brazos abiertos, Brian se le acercó y también lo abrazó con cierto miedo. 
- Mi hermosa novia ya te estaba extrañando – dijo Raúl, su novio, mientras deslizaba su mano hacia la cintura de Roxana. 
- Yo también – respondió Brian, forcejeando por sacar la mano de Raúl. 
Raúl la miró extrañamente y le pidió seguidamente ese pavo que había aprendido a cocinar, debía hacerlo excelente ya que esa noche vendría a visitarlos su mejor socio y, antes de se marchara, le recordó que debía ponerse los aros que le había regalado. Brian se encaminó hacia la cocina siguiendo las órdenes que María le susurraba a su oído. Al llegar comprendió algo, él no sabía cómo cocinar pavo y María tampoco. Brian le preguntó a la cocinera si no le podía cocinar un pavo pero ella le respondió con miedo que no sabía cómo. Entonces se encaminó hacia el jardín y luego de agarrar uno, acción que le había costado mucho ya que sus piernas eran muy largas y flacas, tomó un cuchillo y un tenedor y se dispuso a tratar de cocinar a un pavo. Cortó la cabeza del pobre animal y sacó sus plumas, eso lo había aprendido en la academia, luego le arrojó harina encima e introdujo pequeños pedacitos de morrón, huevo, cebolla, tomate por el recto del pequeño vertebrado, y lo introdujo al horno durante 4 horas. Los minutos pasaron y el pavo ya se encontraba listo, Brian lo terminó de decorar con unas hojas de radicheta y lo llevó, antes habiéndose colocado los pequeños aros, a la mesa donde Raúl y su acompañante la esperaban. Roxana casi se cae del asombro al reconocer a la visita como el Ministro de Economía. Cada uno tomó un pedazo y comieron en silencio esa asquerosa mezcla que a Raúl parecía gustarle. Éste y el Ministro miraban fijamente a Roxana, mientras Brian miraba para abajo esquivando la mirada de su acompañante, como si se sintiera intimidado por él. Brian lo había conocido hacía dos semanas atrás en una entrevista personal y sospechaba que el Ministro lo miraba como si lo reconociera. 
- ¿Qué te pasa querida? ¿Por qué te encuentras tan rara? 
- Nada, me siento un poco mal – respondió Roxana y notó que el Ministro no había tocado ni un solo pedazo del pavo – Debo ir al baño, con su permiso – dijo y se retiró de la mesa. 
Al entrar al baño le habló al espejo con el sólo objetivo de que María lo escuche del otro lado. 
- Era el Ministro de Economía. Ahora volveré y fijaré mi mirada en él para que puedan sacar imágenes concisas. No pararé de mirarlo hasta que me lo ordenen – dijo y se dirigió nuevamente hacia la mesa. 
Una vez allí Roxana tomó asiento y miró fijamente al Ministro quien tampoco desvió su mirada y así permanecieron toda la noche hasta que Raúl despidió al Ministro, sin poder evitar que Brian clavara la vista una vez más en él. 
Al día siguiente Brian se retiró al amanecer de la casa ya que no quería cruzarse nuevamente con Raúl, trató de comunicarse con María pero nadie le respondía, “deben estar durmiendo” pensó y escuchó sonar el celular, entonces lo tomó y lo lanzó por el puente, y se dedicó a conocer la ciudad. Al sólo caminar una cuadras confirmó que había dos hombres que lo estaban siguiendo, entonces comenzó a correr por el muelle mientras veía que los otros dos también la corrían. 
- María, necesito ayuda – dijo Brian pero no escuchó respuesta. 
Instantáneamente siguió corriendo pero tropezó por el taco de uno de sus zapatos y se calló al suelo donde, seguidamente, los hombres la levantaron. Mientras un hombre le apuntaba el otro le arrancó la remera, entonces Brian pensó que era un asalto, pero inmediatamente comprendió que no al notar que uno de ellos se asustaba al encontrar la cicatriz en su costado. Brian, aprovechando el momento, se logró soltar y le pegó al del arma quitándosela. Luego se dirigió hacia la avenida donde, al sólo ver su estado, una decena de autos pararon y Roxana, sacándole partido a su hermoso cuerpo, le preguntó a un chofer si no podía alcanzarla hasta su casa, súplica que el hombre aceptó con gusto. Al llegar a la casa Roxana se bajó apresurada para dejar atrás a ese hombre que momentos atrás miraba sus pechos semidesnudos y que ahora intentaba poder entrar a la residencia. Seguidamente de haberse ocupado de eso, se dirigió rápidamente a su cuarto para intentar establecer alguna comunicación con María 
Ese mismo día a la noche lo encontró a Raúl que la esperaba con la cena y unas velas encendidas. A la media hora, cuando el pavo ya se lo había comido todo, Raúl se paró detrás de Roxana y comenzó a hacerle masajes. 
- ¿Qué hacés? – le dijo Brian tirando su cuerpo para delante. 
- Lo mismo de todas las noches – dijo Raúl besando su cuello 
Brian en un acto de reflejo y de repugnancia se tiró al suelo. 
- Roxi, amor, ¿qué te pasa? 
Brian se paró y corrió hacia la habitación, encerrándose en la misma. Escuchó unos golpes en la puerta, pero los ignoró, entonces trató de volver a retomar la comunicación con María, pero nuevamente no pudo. 
Pasadas unas cuantas horas Roxana se despertó al sentir una mano que le rozaba su hombro. Abrió los ojos pero no encontró lo que esperaba. Un hombre se encontraba allí, sobre ella, y sostenía un puñal. 
- ¿Qué haces aquí? – susurró aquella silueta en la oscuridad - ¿cómo has escapado? Encima te atreves a volver. Maldita perra del FBI. 
El hombre levanto su empuñadura pero antes de asestar su golpe otra persona lo derribó y le gritó a Roxana que corriera y se alejara de allí. Brian salió al pasillo y escuchó gritos que provenían del salón. Se decidió por salir por la puerta trasera y allí vio que se había librado una batalla entre la mafia y la Brigada. Entonces giró decidido a salir por otro lado pero se topó con un hombre que lo agarró forzosamente, Brian le acertó un par de golpes en la panza pero el hombre había quedado inmune, entonces le pateó sus genitales y al ver que el hombre se retorcía de dolor comenzó a correr ya sintiéndose más conforme con su cuerpo. En el salón vio que la batalla era entre la mafia y el FBI “¿qué hacen ellos aquí?, ¿el hombre de la habitación me había dicho perra del FBI?” se preguntó Brian pero no tenía tiempo ya que Roxana sólo era otro blanco más. Brian se apresuró a tomar un arma que encontró y comenzó a correr todo lo que pudo hasta que sus pechos comenzaron a dolerle. Entonces lo vio a Raúl y al ver que éste se le acercaba lo apuntó con el arma. 
- Vamos ven conmigo – dijo Raúl con tono tranquilizador – te daré protección. Nada es mejor que el FBI 
- ¿El FBI? 
- Si, ¿quién sos? Ya te lo había dicho hace dos semanas – y al verlo lastimado Brian comprendió que él lo había salvado en la habitación. 
- Acompañame al auto y te lo cuento en el camino. Pero primero tengo que buscar ropa, no puedo ir por ahí con este pijama. 
- Tu habitación esta dos pisos más arriba no nos… 
- Pará – lo interrumpió Brian – Necesito ropa más cómoda. Llevame a tu habitación. 
Se dirigieron a la habitación de Raúl, donde Roxana se cambió su pijama por una ropa más deportiva. Luego se encaminaron a la cochera donde había un Mustang GT esperándolos. 
- Yo conduzco – dijo Brian tomando el asiento del conductor. 
Raúl con cierta duda acepto y se sentó en el asiento del acompañante. Brian arrancó el auto y se fugó por la carretera pero a los cien metros descubrió que había tres autos siguiéndolos. 
- ¿Por qué nos siguen? 
- Están buscando esto – dijo Raúl sacando un papel de su pantalón. 
- ¿Qué es? 
- Esto es lo que encarcelaría al Ministro de Economía por enredarse en el tráfico. 
Brian cruzaba rápidamente los carriles que se le atravesaban sin tener un sentido de ubicación hasta llegar a una gran avenida donde bruscamente frenó al verse casi embestido por un camión de carga. Entonces tomó ese carril y notó que ya eran sólo dos los que lo seguían. Tres cuadras más adelantes el tercero nuevamente apareció y se les cruzó por delante pero, para su desgracia, fue golpeado por otro auto que no llegó a frenar, entonces Brian aprovechó el despiste para doblar por un angosto pasaje, pero uno de los autos seguía detrás de él. Luego de unas cuadras notó que ya no había salida, entonces pisó el freno y giró el volante para virar el auto en 180º y vio que el otro auto lo había encerrado, ya no había escapatoria. Brian bajó del auto con el arma metida en la parte trasera de sus pantalones. 
- ¿Qué querés? – gritó Brian mostrando que no llevaba nada en sus manos 
- Quiero los papeles de tu amigo – dijo el Ministro bajándose del auto. 
Raúl se bajó del vehículo y se paró al lado de Roxana y, con un acto de rapidez, le tomó el arma que llevaba escondida, entonces le apuntó en la cabeza a Brian. 
- ¿Creíste que ibas a raptarme y quedarte con los papeles así de fácil? 
Brian se quedó mudo, no sabía que responder ¿era una forma de engañar al otro?, ¿él había sido engañado? Raúl se dirigió al Ministro y le entregó los papeles que luego empezaron a arder en el suelo. Rápidamente se despidió de Roxana y le disparó. Brian sintió un fuerte dolor y calló al suelo, en unos segundos escuchó como el auto se marchaba, entonces notó que el disparo sólo le había rozado el brazo y que se encontraba en buen estado. Se metió nuevamente en el auto y lo puso en marcha, “no se tendrían que haber metido conmigo” se dijo Brian y, tomando un arma de la guantera, comenzó a seguirlos. A las 2 cuadras Brian ya los tenía a la par y advirtió que el Ministro le apuntaba con el arma, entonces subió la marcha y se posó delante de ellos, seguidamente piso el freno y provocó el choque, aprovechó la situación y se bajó del auto para ir a buscarlos pero sólo encontró a Raúl que se encontraba gravemente herido. 
- Tomá estos papeles – dijo Raúl entregándole unos documentos – entregalos a la policía, él no quemó los verdaderos. Te amo – y se desplomó sobre la guantera que tenía incrustada a su cuerpo. 
Brian se dispuso a buscar al Ministro pero no fue necesario ya que un tiro del mismo le rozó rápidamente la cabeza. Roxana se escondió detrás del auto y disparó al contendor detrás del cual se escondía el Ministro, precipitadamente se lanzó detrás de otro contenedor con ruedas y lo empujó contra el objetivo y, ante la distracción, se le abalanzó, trabándolo con sus piernas y apuntándole a la cabeza. 
Diez minutos más tarde la policía se encontraba rodeándolos. 
- ¿Qué significa esto? – preguntó María asustada al ver al Ministro en el suelo. 
- Este hombre es el mayor traficante en Argentina – respondió Brian mostrando los papeles que le había dado Raúl. 
- ¿Y nuestro objetivo? 
- El… - Brian se dio vuelta y comprobó que ya no estaba en el auto – escapó hacia fuera de las fronteras. Ahora, ¿por qué decidieron venir hacia mi rescate? – preguntó con cierto dolor, ya que alguien le trataba de curar su brazo lastimado 
- Esos aros que llevas puestos son la razón. Son corta-comunicadores, no podíamos ver ni escuchar. Tu vida seguramente corría peligro y debíamos protegerte. Vamos, debemos cambiar tu cuerpo, otra vez. 
María y Brian se dirigieron hacia el cuartel donde seguidamente se encaminaron a la sala de intercambio donde su cuerpo lo espera sentado en la otra silla. Se preparó todo el equipo y a la cuenta de tres Brian sintió un golpe en la cabeza e inmediatamente se despertó en su antiguo cuerpo. El sabía por lo que había pasado y ese hecho modificó su conducta y su forma de pensar y actuar. 
- Brian, te tengo una propuesta – le dijo María en la despedida - ¿Quieres formar parte de la Brigada Especial? 
- ¿Y pasar por esto otra vez? Ni loco – respondió Brian y se encaminó con paso firme a la puerta de salida. 


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